Un Barça para los ‘leones’
El Athletic se adjudicó la Supercopa de España tras vencer en la prórroga al Barcelona con un golazo de Iñaki Williams. Leo Messi terminó expulsado por agredir a un futbolista rojiblanco.
Pudo haber sido la Supercopa de Griezmann, pero se quedó en la del rugido de Iñaki Williams. El delantero marcó un soberano golazo que decantó el choque en la prórroga para dar el primer título al Athletic en seis años. Los bilbaínos se levantaron de dos goles en contra para terminar de culminar una semana perfecta en la que han dejado en la lona tanto a Real Madrid como a Barcelona.
Los culés perdieron una gran oportunidad de no dejar esta temporada su casillero de títulos a cero, visto que la Liga está imposible y la Champions suena a cuento chino con el Paris Saint Germain en el horizonte. A Koeman sólo le queda luchar por una Copa del Rey donde deberán mejorar y de lo lindo sus prestaciones tras volver a demostrar que no son un equipo fiable y que es incapaz de mantener las ventajas.
Porque los dos tantos de Griezmann no acabaron con la fe de un Athletic que fue manifiestamente superior en ocasiones, planteamiento y físico. El Barça marcó las que tuvo, pero se encontró con un rival que deseaba muchísimo más llevarse un título que han merecido honrando todos los valores que tradicionalmente han acompañado a los Leones. Por si fuera poco, Messi terminó expulsado y quizá le caigan varios partidos de sanción por agresión.
El partido comenzó como casi todas las finales. Dos equipos que se respetaban en exceso y que no buscaban para nada el riesgo. El Barça ponía la posesión y el Athletic la sensación de peligro en una contras patrocinadas por los fallos de concentración de Lenglet. Los porteros, sin embargo, apenas tenían que realizar intervenciones porque no había peligro.
Quizá los bilbaínos fueron los que más rondaron el gol, pero en ningún momento supieron cómo poner en apuros a un Ter Stegen que parecía agigantado tras su enorme semifinal ante la Real Sociedad. En el Barça apenas la olían Pedri y Messi, mientras que las galopadas de Dembélé no llegaban nunca a buen puerto por un pelo.
Cuando la primera mitad agonizaba llegó el primer remate a puerta del Barça en el minuto 37. Un disparo de media distancia que se marchó levemente por encima de la portería de Unai Simón. Ese chispazo pareció encender al argentino. En la siguiente que cazó montó su clásica jugada buscando a Jordi Alba al hueco y éste se la devolvió en el punto de penalti. Los jugadores del Athletic, que ya se lo olían, lo fueron a taponar con hasta dos efectivos tirándose al suelo y consiguiendo neutralizar el disparo. Ese esfuerzo, sin embargo, les trajo un premio injusto porque el rechace cayó en las botas de Griezmann, quien sólo tuvo que empujarla.
El golpe podía ver duro y psicológico para un Athletic que no había merecido ese destino tras una notable primero mitad. En la siguiente jugada, con el Barça aún relamiéndose por el gol, los leones buscaron uno de los pocos puntos débiles de la defensa culé. Iñaki Williams vio el desmarque a la espalda de Jordi Alba de su compañero De Marcos y le puso un caramelo para que el veterano rojiblanco fusilara al portero alemán. El centro del delantero, cuestionado por su habitual falta de gol, fue medio tanto.
Griezmann vuelve a aparecer
La segunda mitad comenzó siguiendo las buenas sensaciones que dejó en el Athletic. El regusto del gol se hizo sentir en los primeros compases con diversas ocasiones y hasta un gol anulado de forma milimétrica a Raúl García tras una falta en la que los culés habían dimitido de defender. Por suerte, el VAR rescató a unos culés que parecían aproximarse al abismo con Iñaki Williams perdonando dentro del área la enésima asistencia de Lenglet para mandarla fuera con todo a favor.
El Barça intentaba hilvanar jugadas, pero no había manera de desarbolar la organizada defensa rojiblanca. El partido parecía estar destinado a una prórroga cuando en una aparición estelar de Jordi Alba volvió a abrir como un cuchillo la oposición rival. El lateral hizo una pared con Dembélé para finalmente asistir a un Griezmann que estaba aparentemente en fuera de juego, pero que estaba habilitado al estar el esférico más adelantado en el campo que su propia posición. Íñigo Martínez no daba crédito a lo ocurrido porque en el 95% de las jugadas hubiese sido fuera de juego. Calcularon mal y lo terminaron pagando. Al final el fútbol parecía cumplir con su máxima de quien perdona la paga.
El Athletic se levanta
Pero los valientes suelen tener premio y eso fue lo que encontró Marcelino tras el segundo zarpazo del Barça. Metió a Villalibre como un toro de área y en una falta defendida nuevamente con desidia los bilbaínos conseguían el ansiado empate en el minuto 90. Los culés, que se veían campeones y vitoreando a Griezmann, no daban crédito a que el Athletic le volviese a hacer la misma del gol anulado a Raúl García con el delantero como protagonista.
El gol de Villalibre había dejado tocado y casi hundido a un Barça que empezó la prórroga con los hombros caídos. El Athletic, lejos de acobardarse, fue a buscar el encuentro merced a una mayor fortaleza física y la confianza que otorga tener el viento a favor. El equipo de Marcelino, casi inmediatamente, se dio de bruces con el gol que tanto tiempo llevaba buscando Iñaki Williams. El delantero hispano-ghanés materializó el gol más importante de su carrera como rojiblanco mezclando a la perfección con su amigo íntimo Muniaín en la frontal y definiendo con un disparo entró por toda la escuadra a los tres minutos de la media hora extra.
El Barça se fue a la desesperada a por el partido, pero las piernas pesaban de lo lindo. Los culés no encontraban la manera de hacer daño a un Athletic que estaba dando un clínic de cómo no perder el balón. El equipo de Marcelino tenía todo controlado hasta el punto de que Koeman sacó en la segunda mitad de la prórroga a Trincao por un Lenglet en busca de un tanto a la desesperada.
El Barça no sabía ni podía con un equipo que disponía de un físico para incluso un partido de vuelta. Sólo Griezmann consiguió disparar una volea contra el anfiteatro, mientras que Messi pagaba su frustración en el último minuto agrediendo a Villalibre con un puñetazo que fue visto por el VAR. El Athletic volvió a jugar seis años después y de forma merecida. Fue el premio a la fe.
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