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Frases de Gustavo Adolfo Bécquer en el día de su muerte

Tal día como hoy un 22 de diciembre de 1870 moría el escritor y poeta Gustavo Adolfo Bécquer y por esto le rendimos homenaje con sus reflexiones y citas. Aquí van algunas de las frases de Gustavo Adolfo Bécquer.

Algunas son de sus propias rimas, de novelas y también de expresiones que él mismo popularizó.

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;

hoy llega al fondo de mi alma el sol;

hoy la he visto… la he visto y me ha mirado.

Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no se sabe dónde temblando se clavará; hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde al polvo volverá; gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va; luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será; eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán.

Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido. Mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales.

Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar. Dime mujer, cuando el amor se olvida, ¿Sabes tú adónde va?

Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas; Mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista; Mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías. Mientras haya en el mundo primavera, ¡Habrá poesía!

Dos ideas que a la par brotan, dos besos que a un tiempo estallan, dos ecos que se confunden, eso son nuestras dos almas.

¡Lástima que el Amor un diccionario no tenga dónde hallar cuándo el orgullo es simplemente orgullo y cuándo es dignidad!

El amor es poesía; la religión es amor. Dos cosas semejantes a una tercera son iguales entre sí. Frases de Gustavo Adolfo Bécquer.

Ella tiene la luz, tiene el perfume, el color y la línea, la forma engendradora de deseos, la expresión, fuente eterna de poesía.

Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el sol, hoy la he visto… La he visto y me ha mirado…. ¡Hoy creo en Dios!

Iluminada por el rojizo resplandor de la hoguera y a través del confuso velo que la embriaguez había puesto delante de su vista, parecíale que la marmórea imagen se transformaba a veces en una mujer real; parecíale que entreabría los labios como murmurando una oración.

Los invisibles átomos del aire

en derredor palpitan y me inflaman;

el cielo se deshace en rayos de oro;

La tierra se estremece alborozada

oigo flotando en olas de armonía

rumor de besos y batir de alas;

Mis párpados se cierran… ¿Qué sucede?

¡Es el amor que pasa!

Yo quisiera forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estrofa tejida de frases exquisitas, en la que os pudierais envolver con orgullo, como en un manto de púrpura. Yo quisiera poder cincelar la forma que ha de conteneros, como se cincela el vaso de oro que ha de guardar un preciado perfume.

Mientras la ciencia no descubra las fuentes de la vida,  mientras en el mar o en el cielo, haya un abismo que sea resistente al cálculo matemático, mientras la humanidad en su progreso constante ignore hacia dónde se dirige, ¡Mientras exista un misterio para el hombre, habrá poesía!

El amor es un caos de luz y de tinieblas; la mujer, una amalgama de perjurios y ternura; el hombre, un abismo de grandeza y pequeñez; la vida, en fin, puede compararse a una larga cadena con eslabones de hierro y de oro.

Podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.

Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra para poder presentarse decentes en la escena del mundo.

En el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que me conmueva tan hondamente, que acaricie mi espíritu y dé vuelo desusado a mi fantasía como la luz apacible y desmayada de la luna.

Si pudiera hacerse la disección de las almas, cuantas muertes misteriosas se explicarían. Frases de gustavo adolfo bécquer.

Contaba apenas diez y seis años, y ya se veía grabada en su rostro esa dulce tristeza de las inteligencias precoces y ya hinchaban su seno y se escapaban de su boca esos suspiros que anuncian el vago despertar del deseo.

Como se arranca el hierro de una herida su amor de las entrañas me arranqué, ¡aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él!