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Aguas cristalinas y un entorno de película: la playa natural que no creerás que está en España

En el centro de Alcalá del Júcar encontramos La Playeta de Alcalá

Si deseas poder disfrutar de una playa que te recuerde a las de las películas no hace falta que viajes hasta el Caribe. De hecho, en un pueblo de España puedes encontrar el mejor rincón de aguas cristalinas que no te vas a poder creer que sea real. Se encuentra en Alcalá del Júcar y debes tomar nota porque te hará vivir una experiencia inolvidable y que vas a querer repetir.

No tiene mar, ni falta que le hace. Este rincón de Castilla-La Mancha sorprende precisamente por lo inesperado. Entre acantilados y casas excavadas en la piedra aparece de pronto una orilla tranquila, verde, rodeada de vegetación y bañada por un río limpio y sereno. La llaman La Playeta, porque tiene todo lo que se podría esperar de una playa menos el mar. Pero también tiene algo que muchas otras no: autenticidad, calma y una belleza que no necesita filtros. Además, es un lugar en el que puedes encontrar también un castillo árabe, un puente medieval y un agua que refleja el cielo sin esfuerzo. Lo que seguro no vas a ver, son sombrillas alineadas ni ruido de motos de agua. Lo único que tienes es silencio, árboles, una isla en mitad del río y niños jugando en una orilla que apenas cubre.

La playa natural que no creerás que está en España

La zona de baño se forma a partir de un remanso del río Júcar, justo en el corazón del pueblo. A pocos pasos del casco antiguo, La Playeta ofrece algo más que agua cristalina. Tiene ese aire de pequeña isla que se puede alcanzar andando, con un fondo de piedra pulida y sin que haya corrientes fuertes. Es segura, cómoda y perfecta para pasar el día sin reloj.

El entorno es una postal: el puente de piedra parece sacado de otro siglo, el castillo corona el paisaje y, al fondo, las casas blancas se asoman desde la roca. No es sólo bañarse, es hacerlo en un lugar con historia. Y si uno va con niños, mejor aún: no hay olas, sólo agua clara y poca profundidad. Para los que buscan simplemente descansar, aquí se puede hacer sin tener que competir por espacio ni soportar aglomeraciones.

Piraguas, chiringuito y sombra bajo los árboles

Quien diga que en el interior no se pueden hacer deportes acuáticos, no ha estado aquí. A lo largo del Júcar hay zonas habilitadas para piragüismo, paddle surf e incluso rafting si uno se anima a explorar tramos más intensos. Pero no hace falta ser aventurero para disfrutar: también hay bancos de madera, sombras naturales y un pequeño chiringuito a pocos pasos del agua, donde lo mismo puedes tomarte una cerveza fría que pedir unas migas o una ración de queso manchego con pan del día.

Un pueblo que conserva su alma intacta

Alcalá del Júcar tiene esa cualidad de los pueblos que todavía conservan su esencia. Su belleza no está en lo perfecto, sino en lo genuino. Las casas blancas se apiñan sobre la ladera, subiendo en espiral hasta llegar al castillo, como si el pueblo hubiera brotado de la roca. Las calles son estrechas, empinadas y llenas de sorpresas. Muchas viviendas están excavadas directamente en la montaña y algunas pueden visitarse. La más conocida, la Cueva del Diablo, es mitad museo, mitad mirador y, por qué no decirlo, también bar.

Desde la Iglesia de San Andrés se obtiene una panorámica imponente del valle. Y si cruzas el antiguo Puente Romano, las vistas del conjunto son aún más impresionantes: el castillo al fondo, el río abrazando el pueblo y las casas suspendidas sobre el acantilado. Para terminar el día, nada como recorrer la Ruta del Agua, un sendero circular que bordea el cauce del Júcar y que permite ver el pueblo desde todos sus ángulos, especialmente bonito al caer la tarde.