Ramis d’Ayreflor como síntoma
Como formación con vocación mayoritaria, el Partido Popular ha sido siempre un partido de amplio ancho de banda. El concepto de ancho de banda se utiliza en electrónica y comunicaciones para referirse a una horquilla de valores de un parámetro para los que el sistema funciona bien. Llevado por analogía este concepto al mundo de la política, podríamos decir sin temor a equivocarnos que el Partido Popular reúne formas de pensar de lo más variopinto, desde una Cayetana Álvarez de Toledo, que podría estar perfectamente en un Vox más modosito, hasta socialdemócratas globalistas, defensores de la ideología de género, partidarios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y de la ideología woke como la eurodiputada Rosa Estaràs, María Guardiola, Moreno Bonilla o la obispa de González Pons.
Tantas son las diferencias ideológicas entre ambos extremos que lo que llama la atención es cómo el Partido Popular no estalla en mil pedazos. Ahora mismo, gracias a un ciclo electoral que se presenta favorable y que promete una lluvia de cargos para sus partidarios, el PP se permite el lujo de moverse entre una especie de UCD donde, recuerden, cabían todas las corrientes y una especie de Confederación de Derechas Autónomas en la que cada barón autonómico hace lo que le da la gana. De momento, se está empezando a hablar de dos sensibilidades claramente definidas dentro del Partido Popular, aunque sea siempre el ala más políticamente correcta, más sistémica y más socialdemócrata la que está, indefectiblemente, a los mandos.
Los jarrones chinos como Cayetana Álvarez de Toledo, para exhibir mientras los peperos estén en la oposición y les sirvan para dejar en evidencia al gobierno de Pedro Sánchez y, de este modo, conservar a unos electores que, sin su presencia, se irían a la abstención o a Vox. Libres e iguales, se hacen llamar. Un día hablaremos de ellos y de cómo el PP real, el que manda en las autonomías y gestiona presupuestos de miles de millones, entiende esta liberad y esta igualdad que propugnan estos liberales de pro que todavía se mantienen dentro del redil pepero.
Esta digresión viene a cuento de un artículo publicado en Diario de Mallorca por parte de quien fuera en su día el consejero de Economía y Hacienda del Partido Popular de Jaime Matas, don Lluís Ramis d’Ayreflor. El artículo, titulado Argentina: éxito económico, peligro democrático, sorprende cuando menos tratándose de alguien que viene de ser consejero (de Economía y Hacienda para más inri) del PP balear, aunque sea del PP más blandito y cohibido. ¿O será que Ayreflor representa el verdadero rostro del PP de Prohens, Costa y Sagreras, este PP real, el de verdad, que nos resistimos a mirar a cara descubierta por el fraude que supone para sus votantes y al que seguimos tratando con una cierta misericordia por aquello de lo que en su día fue la «casa común de la derecha»?
Tras ensalzar todos los éxitos económicos de Javier Milei en su primer año de gobierno, éxitos que van a redundar en un mayor bienestar de los argentinos, en una mejora sana y sostenible de sus servicios públicos y en erradicar la pobreza causada por el latrocinio peronista, objetivos todos ellos que entran de lleno en la jurisdicción de un consejero de Economía y Hacienda, Ramis d’Ayreflor nos deja con un palmo de narices alertándonos del peligro que para la democracia argentina representa el líder libertario. No sabemos a qué se refiere cuando habla del «peligro democrático» de Milei ni tampoco qué significa anteponer la democracia a la economía, como deja caer sin entrar en más consideraciones, aunque nos lo podemos imaginar.
Se trata de miedo, auténtico pavor a que cunda el ejemplo de Trump y Milei y sus émulos europeos terminen por asaltar las fortalezas del gigantesco Estado Administrativo y del corrupto Estado Profundo que han estado disfrutando el establishment, sus castas parasitarias (oenegés incluidas que, en realidad, tendrían que llamarse ogés, o sea, organizaciones gubernamentales) y unas élites extractivas confabuladas con el poder político. Estamentos, todos ellos, que bajo el subterfugio de la retórica humanitaria y del dogma de la sagrada democracia que al parecer sólo el bipartidismo imperfecto (con la pata nacionalista dominante) puede pastorear comme il faut, han vivido a cuerpo de rey durante décadas del sudor de unas clases medias a las que sus políticas han depauperado hasta amenazar ruina. Unas clases medias que no han tenido otra forma de defenderse, convertida la prensa tradicional y el resto de contrapoderes del Estado en los perros guardianes del sistema, que votando a outsiders sin vinculación alguna (ni hipotecas a pagar) con las oligarquías partisanas de unos partidos políticos que corrompen todo lo que tocan. Como ha afirmado Hughes con su clarividencia habitual, se trata de una constante contemporánea el hecho de que las clases medias hayan estado pagando con su dinero como sus propias instituciones democráticas deshacían su país y su forma de vida. Una constante contemporánea, repito.
O se reinventan los partidos o se reinventa la propia democracia representativa devenida en una caricatura que ya sólo representa a las elites y a las manos muertas, o mucho me temo que las clases medias y bajas, aunque sólo sea por supervivencia, no van a tener más remedio que votar a los trasuntos de Trump, Milei y Bukele. Y eso va a ocurrir por muchas alertas antifascistas y por mucha cháchara en «salvar la democracia» que almas en pena como Ayreflor o Antonio Tarabini (¡la antipolítica, que viene la antipolítica!) nos lancen desde el Diario de Mallorca, otra parodia de lo que es frente a lo que fue, pasando de representar a las dinámicas clases medias mallorquinas a representar los desechos que evacua el establishment balear y que sólo se reconoce en el nihilismo hiperventilado, en el catalanismo montaraz, en los objetivos de la Agenda 2023 y en la ideología woke de Unidas Pudimos, una fuerza barrida sin más contemplaciones en las últimas elecciones autonómicas y que ahora, de la mano de los monigotes de la épateuse Lluïsa Febrer, Diario de Mallorca y Ultima Hora pretenden resucitar como la última tabla de salvación a la que pueda agarrarse una Francina Armengol con ganas de volver al Consolat de Mar en 2027.
Lo último en OkBaleares
-
La oposición exige al alcalde Martínez la eliminación de los coches de caballos de las calles de Palma
-
Ronaldinho y sus amigos, en el «Jogo dos Famosos»
-
Arranca el derribo del edificio central del Hospital de Son Dureta, que durará cinco meses
-
Polo en Mallorca y a lo grande
-
Detenido un marroquí por amenazar con un cuchillo a la camarera de un bar del polígono de Levante
Últimas noticias
-
Trump desclasifica 1.123 documentos secretos del asesinato de John F. Kennedy
-
Reunión entre Donald Trump y Putin hoy, en directo | Última hora sobre la guerra entre Ucrania y Rusia
-
Dónde y cuándo se desclasificarán los 4.000 archivos secretos que quedan del asesinato de JF Kennedy
-
Los astronautas de la NASA vuelven a casa en la cápsula de SpaceX tras 9 meses en el espacio
-
¿Qué es racismo? Racismo, Pedro… eres tú