El cierre de chiringuitos como el Bungalow amenaza a más de medio millar de trabajadores en Baleares
Concentración en Palma este domingo a las 12.00 frente al Bungalow para evitar su cierre y demolición
Maleni Bonet: «El Bungalow es patrimonio de los mallorquines y vamos a defenderlo a capa y espada
Los independentistas quieren cerrar el Bungalow y todos los chiringuitos excepto el del pueblo de su líder
El cierre de chiringuitos como el Bungalow amenaza a más de medio millar de trabajadores en Baleares si la jefa de Demarcación de Costas, Almudena Domínguez, en colaboración en la mayor parte de los casos con la Conselleria de Medio Ambiente del Govern de la socialista Francina Armengol, continúa con su política agresiva contra estos negocios de toda la vida de la costa balear, comunidad que tiene en el turismo y el sector servicios su única industria y tabla de salvación.
Si en la mañana de este domingo 6 de noviembre, a las 12.00 horas, la denominada plataforma Salvem el Bungalow, uno de los restaurantes más emblemáticos y populares del litoral palmesano ubicado en la primera línea de Ciudad Jardín, se concentrará frente a este establecimiento en señal de apoyo a sus propietarios y para expresar su rechazo a la decisión de Costas de proceder a su cierre y demolición en las próximas semanas, no se descarta que ya sea en Palma, Calvià, Llucmajor, Deià, costa de Llevant, Ibiza, Menorca o Formentera se sucedan concentraciones de idéntica naturaleza para la defensa de estos negocios.
La aprobación del nuevo Reglamento de Costas el pasado mes de agosto, que redefine y amplía el dominio público considerando así todos los terrenos dunares que no estén claramente separados de las costas y protegiendo un centenar de metros adicionales hacia el interior, 500 metros en el caso de los terrenos de influencia, ha abierto más interrogantes sobre el futuro del sector. No sólo por la mayor protección ambiental del nuevo marco legal, sino porque una de las medidas más chocantes que incorpora es que exige a estos negocios a la hora de renovar la concesión que ajusten su actividad a la original solicitada en base a la Ley de Costas de 1988 y no a las modificaciones posteriores que hayan hecho.
Todo un sinsentido teniendo en cuenta la evolución sideral que han sufrido durante estas tres últimas décadas los chiringuitos playeros, que poco tienen que ver con aquellos negocios de sangría, paella y chancleta.
A esta reforma legislativa proteccionista, que tiene en vilo a estos concesionarios, hay que sumar la arbitrariedad aplicada por Demarcación de Costas para determinar el cierre o la no renovación de la concesión, apoyándose en Baleares, unas veces en informes de impacto ambiental negativo suscritos por la Conselleria de Medio Ambiente que preside el independentista de Més per Mallorca Miquel Mir, y en otras ocasiones, ignorando estos dictámenes.
Lo sucedido en la costa de Deià, en concreto, con la denegación de la prórroga de la concesión del conocido restaurante Can Lluc, convertido en un referente gastronómico veraniego desde hace años, pese al informe positivo de Medio Ambiente, ha provocado un total desconcierto en todos aquellos negocios que están a la espera de renovar su ocupación.
Y no son pocos y como afirma Jaume Perelló, de la Asociación de Empresarios de Concesiones y Explotaciones de Servicios Temporales en el Dominio Público Marítimo Terrestre de Mallorca (ADOPUMA), «aún no tenemos un número exacto de los chiringuitos y concesiones que hay en Mallorca, ni Baleares, porque Costas tampoco lo hace público».
En estos momentos están en vilo, como mínimo, más de medio millar de trabajadores, aunque dependiendo del tamaño de los negocios a pie de playa, el drama está servido en menor o mayor envergadura.
En el caso del Bungalow hay 19 familias afectadas; en los tres establecimientos perjudicados por Demarcación de Costas en la costa de Muro de Ses Casetes des Capellans se quedaron en el paro más de 90 trabajadores, a los que hay que añadir la eliminación de tres de los siete chiringuitos del Parque Natural de Es Trenc; la denegación de permisos de los dos chiringuitos de Ses Salines, la desaparición del ubicado en Sa Font de n’Alis en el Parque de Mondragó, en Santanyí, la no renovación de la concesión del ubicado en Cala Deià o la reciente confirmación de que media docena de terrazas de bares situados en los bajos del Edificio Xara y alrededores al inicio de la playa de Alcúdia tampoco tendrán autorización.
Pero es sólo la punta del iceberg, si tenemos en cuenta que hay decenas y decenas de estos negocios pendientes de la renovación o condena de Costas.
Sin ir más lejos, en Formentera, establecimientos como Beso Beach, Molí de Sal, El Pirata, Juan y Andrea, El Tiburón, Levante, El Ministro están a la espera de hacia dónde mueve Costas su pulgar, tras tramitar la concesión de ocupación de bienes de dominio público marítimo terrestre con el fin de regularizar su actividad.
Mención aparte merece la situación sangrante del popular chiringuito de Los Bucaneros en la playa de Binibèquer, en Menorca, pendiente de la resolución de Costas desde 2018.
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