Muere Luis Alfredo Garavito, ‘La Bestia’, mientras cumplía condena por violar y asesinar a 200 niños y adolescentes
En varias ocasiones practicó ritos satánicos con los cadáveres: "Hice un pacto con el diablo"
Luis Alfredo Garavito, alias La Bestia, condenado por abusar y asesinar a 200 niños y adolescentes, murió el jueves en el hospital al que había sido trasladado desde la prisión de Valledupar (Colombia) aquejado de «múltiples afecciones». Un eufemismo de la leucemia que desde hace años le consumía.
La Bestia es el mayor asesino y violador en serie de niños de la historia reciente en Colombia. Garavito estaba encarcelado después de haber confesado que violó y asesinó a cerca de 200 niños, durante años, a lo largo de varias regiones de país en la década de los años 90. La Policía tardó cinco años en atraparle y por fin en diciembre de 2001 la Justicia le condenó a 1853 años de cárcel, aunque por colaborar con los investigadores le redujeron la condena a 40 años de prisión.
Su confesión dejó petrificados a los asistentes al juicio. La Bestia, mucho más preocupado por que quedara claro que no era homosexual que por los crímenes que había cometido, pidió perdón «a Dios, a ustedes, y a todos los que haya hecho sufrir», antes de enumerar con una frialdad inhumana la violación y asesinato de casi 200 niños y adolescentes.
Luis Alfredo Garavito atribuyó a «una fuerza extraña» sus impulsos irrefrenables de violar y matar niños: «Cada vez que yo bebía me daba por ir a buscar un niño». Después, en varias ocasiones practicó ritos satánicos con los cadáveres: «Hice un pacto con el diablo». La Bestia no desaprovechó la ocasión para justificar sus hechos amparándose en los maltratos y abusos sexuales que sufrió cuando era niño.
Fue a partir de la década que arrancó en 1990 cuando Garavito, alias La Bestia empezó a violar y asesinar niños sembrando el terror en los corazones de las familias colombianas de hasta 11 departamentos del país latinoamericano.
Su «modus operandi» era siempre el mismo: atraía a sus víctimas haciéndose pasar por vendedor ambulante, sacerdote o discapacitado. En ocasiones, incluso se hizo parar por representante de imaginarias fundaciones de protección de ancianos o menores para poder acceder con facilidad a las escuelas donde «cazaba» a sus víctimas. A pesar de que se tardó cinco años en conectar los primeros casos atribuyéndolos a un mismo depredador en serie aficionado a violar niños, no consiguieron detenerle hasta 199. Entonces el fiscal general de Colombia declaró a la prensa que los actos de La Bestia «no tenían precedentes en Colombia» tanto por el número de asesinatos y violaciones como por la maldad que desprendía el asesino.
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