Sánchez anuncia 130 millones para vacunas globales y sigue sin financiar la Ley ELA
Numerosos pacientes con enfermedades raras, cáncer o ELA siguen enfrentándose a barreras en el acceso a tratamientos
El apoyo a Gavi puede ser un gesto solidario, pero cuesta justificarlo mientras se recortan recursos urgentes en España


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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado este miércoles un incremento del 30 % en la aportación española a la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (Gavi), alcanzando los 130 millones de euros para el periodo 2026-2030. El anuncio se ha realizado durante su intervención en la Cumbre Global para el Futuro, celebrada en Bruselas y organizada por Gavi, la Unión Europea y la Fundación Gates.
Sánchez ha reivindicado el compromiso «absoluto» de España con la salud global y la cooperación internacional, asegurando que «ahora, más que nunca, es necesario dar un paso al frente» para apoyar a las instituciones multilaterales frente a los grandes desafíos globales.
No obstante, esta declaración de liderazgo internacional contrasta fuertemente con la situación interna en España, donde el propio Gobierno admite que no cuenta con los 230 millones de euros necesarios para aplicar la Ley ELA, aprobada por el Congreso con amplio consenso social y político. Esta ley busca garantizar atención integral y digna a los pacientes con esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa devastadora.
¿Solidaridad internacional a costa del abandono nacional?
El aumento de fondos a Gavi puede interpretarse como un gesto solidario loable en términos globales, pero resulta difícil de justificar cuando se están recortando o demorando recursos para atender necesidades urgentes dentro del propio país. Numerosos pacientes con enfermedades raras, cáncer o ELA siguen enfrentándose a grandes barreras para acceder a tratamientos adecuados y financiación pública, mientras que el Ejecutivo encuentra margen para reforzar su imagen internacional con promesas millonarias.
Sánchez ha afirmado que España quiere «redoblar la inversión en salud», pero esa inversión parece enfocarse más allá de nuestras fronteras, en un momento en el que la sanidad pública española sufre carencias estructurales, listas de espera alarmantes y falta de equidad en el acceso a medicamentos huérfanos o innovadores.
Una política de prioridades cuestionable
Mientras el presidente presume del liderazgo de España en inmunización global, muchos ciudadanos ven cómo se aplaza la atención a los más vulnerables dentro del país: personas con ELA que requieren atención las 24 horas, pacientes con cáncer que no acceden a nuevos fármacos, o familias afectadas por enfermedades raras que dependen de ayudas que nunca llegan.
Reforzar la salud global es una causa noble. Pero hacerlo a costa de desatender compromisos internos básicos con los pacientes españoles vulnera la confianza en el propio sistema público de salud. Si España quiere ser un referente en salud, debe empezar por cumplir con sus deberes dentro de sus fronteras.
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