Unos ignorantes, tío
En el Gobierno andan muy nerviosos por las posibles responsabilidades penales derivadas de su gestión en la crisis del coronavirus. El Tribunal Supremo ha recibido decenas de querellas, además de denuncias y recursos, de familiares de víctimas y sanitarios que exigen que se depuren responsabilidades. Va a ser interesante conocer si el Alto Tribunal rechaza todas ellas o por el contrario acepta que se investigue un asunto que, a diferencia de lo que algunos pretenden hacer creer, tiene mucho recorrido. De momento, el primero en ser citado por el Juzgado de Instrucción nº 51 de Madrid como investigado por posibles delitos de lesiones y prevaricación ha sido el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco. El asunto ha provocado un terremoto que ha acabado con el ministro del Interior y juez, Grande-Marlaska, enredado en sus mentiras y en la cuerda floja tras salir a la luz un documento que certifica que el cese del coronel Pérez de los Cobos no responde a un “nuevo impulso”, sino a su negativa a facilitarle información sobre las investigaciones que la Guardia Civil estaba realizando para el juzgado. Tiene toda la pinta que el asunto Marlaska acabará también judicializado.
Así las cosas, el Gobierno se ha lanzado a una defensa numantina de su gestión hasta llegar a rozar el ridículo en no pocas ocasiones. “¡Viva el 8M!, vociferó el presidente del Gobierno desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados en un gesto que describe en toda su vileza al personaje. La semana que arranca el lunes 2 de marzo en nuestro país pasará a los anales como un ejemplo de gestión catastrófica (eso no es discutible) y lo que resta por saber es qué grado de conocimiento tenía el Ejecutivo de la gravedad de la situación.
El mismo lunes 2 marzo había en España 119 contagiados, ya había saltado por los aires la teoría de “España no va a tener, como mucho, más allá del algún caso diagnosticado”. Esa semana se produjeron incrementos alarmantes en el número de contagios hasta llegar a un 52 por ciento el jueves 5 de marzo. La noche del sábado, unas horas antes de las manifestaciones y del resto de actos multitudinarios, había casi 600 contagiados y el Gobierno lo sabía. De ésos, el 34 por ciento se registraban exclusivamente en Madrid. Por supuesto, el foco italiano hacía muchos días que había estallado, contabilizaba casi 5.000 confirmados y más de un centenar de muertos. El mismo viernes, el ministro Illa había acudido al Consejo Europeo de Empleo, Política Social, Sanidad y Consumidores. Allí, según consta en los propios documentos oficiales del Gobierno, Europa insta a “fortalecer la protección de las personas en riesgo (entre ellos, los mayores) y establecer medidas de contención coherentes. Por último, se ha hecho hincapié en la necesidad de que se cuenten con los equipos de protección necesarios”. Tía, Irene, exactamente todo lo contrario de lo que hicisteis y, más grave aún, promovisteis.
Por supuesto, a esas alturas numerosos países europeos habían decretado la suspensión de actividades o eventos que congregasen a un número significativo de personas, incluso Francia había cancelado la media maratón de París. Asimismo, el 13 de febrero la OMS había bautizado al Covid-19 como el “enemigo público número uno del mundo”, un peligro “peor que cualquier ataque terrorista”. Pocos días después, el 18 de febrero, el Gobierno chino hizo público el primer gran macroestudio sobre el nuevo virus que, con los datos que aportaba, no era difícil deducir el riesgo de colapso de los sistemas sanitarios y la muerte de miles de personas.
“Ha soportado estoicamente el desdén de los más ignorantes”, ha dicho Sánchez refiriéndose a Fernando Simón. Alguien debería advertir al presidente del gobierno que, para desgracia de más de 40.000 fallecidos, hemos sido víctimas de un Gobierno soberbio, sin fuelle ni entidad. Podría estar días, se lo aseguro, exponiéndoles los muchos datos, informes o artículos científicos que esta humilde ignorante fue recopilando desde mediados de enero y que desmontan, uno por uno, los argumentos del oficialismo. A estas alturas sólo espero que la Justicia haga justicia.
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