Todavía hay clases
El Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez presume de ser muy solidario, pero a las primeras de cambio se demuestra su clasismo. Publicábamos hace meses que el Ejecutivo se había gastado 28.000 euros en colocar mamparas antivirus en 200 coches oficiales. Ahora se ha gastado otros 19.000 euros en poner protección a otros 267 vehículos. La diferencia entre un precio y otro está en que durante el estado de alarma la licitación se hizo por vía de urgencia y sin concurrencia y ahora se ha hecho a través de un procedimiento ordinario que sale más barato.
En cualquier caso, lo sustantivo no es tanto el coste como la oportunidad, pues no tiene mucho sentido que el Gobierno vele por la salud de sus altos cargos y, sin embargo, no incremente las medidas de control en el aeropuerto de Barajas, puerta de entrada de muchos ciudadanos procedentes de países donde la pandemia está en plena fase de escalada.
O sea, que para ellos, mamparas. Y para el resto, nada. Cuando se ejecute este segundo contrato, más de la mitad del Parque Móvil -uno de los más extensos del mundo-, cuyos vehículos utilizan altos cargos del Gobierno y altas instituciones del Estado, contará ya con mamparas de protección frente al coronavirus. Es decir, 467 coches oficiales de los 704 con que cuenta dicho organismo público, adscrito al Ministerio de Hacienda.
El argumento del Ejecutivo es que la medida se adopta «con objeto de hacer frente al peligro provocado por la pandemia internacional del COVID-19 y salvaguardar los derechos básicos de salud protegidos por la vigente Ley de Prevención de Riesgos Laborales» y «con el fin de mantener el servicio de automovilismo de los altos cargos de la Administración General del Estado y de los órganos constitucionales aplicando las medidas de seguridad en salud».
Nada que objetar si la «salvaguarda de los derechos básicos de salud» de los altos cargos del Gobierno se llevara a cabo a la par que la «salvaguarda de los derechos básicos de salud» del conjunto de los ciudadanos. Porque si sólo se salvaguardan ellos, la mampara protectora lleva implícita un agravio comparativo intolerable.
Lo que queda meridianamente claro es que para el Ejecutivo no todos somos iguales. El socialcomunismo, en su respuesta, viene a decir aquello del «todavía hay clases».
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