El socialfascismo arrasa y España dormita insensata
La última pirueta de Sánchez, el abordaje de Telefónica, no ha guardado ni las formas. Claro está que si el fondo es malo, ¿para qué se van a guardar las formas? El aún presidente utilizó a su siervo económico, Manuel (Manolo) de la Rocha, para despedir, como si se tratara de una criada de las antiguas, al hasta entonces jefe de la compañía. Sin remilgos, este hijo del antiguo dirigente de Izquierda Socialista, también de nombre Manolo, hijo de un almirante más de derechas que el palo de la bandera, comunicó al entontecido Pallete que se marchara con viento fresco y una cincuentena de millones, que su tiempo había terminado.
A Pallete le habían advertido que Sánchez se lo quería cepillar pero, como los cónyuges cornudos, la víctima no quiso enterarse o creyó que no iba a poder con él. Ahora Sánchez ha renacionalizado Telefónica revirtiendo lo que hizo Aznar y se dispone a usar de ella como si fuera su chiringuito o la sauna de su suegro. A pleno rendimiento.
Este movimiento, junto con todos los demás que vienen de lejos y el que se dispone a realizar con la intromisión gubernamental en la Justicia, forma parte de su objetivo de colonizar todas las instituciones del país, públicas o privadas. Como asegura un consejero del Tribunal Constitucional, el tipo no se conforma con asaltarlas por personas interpuestas, ahora, desde La Moncloa, las está «operando» para, por si vienen los contrarios, impedir que ellos puedan cambiar el desaguisado. Y no se para en barras; miente y ordena a los suyos, principalmente al desaseado Bolaños, que oficialice sus designios.
Fíjense también en lo que está haciendo con la Justicia. El Consejo del Poder Judicial que preside Isabel Perelló («esta individua nos ha salido rana», afirma una sicario de Sánchez) tiene hasta el próximo jueves 6 de febrero para enviar a las Cortes la reforma del modelo de elección de los vocales de procedencia judicial. Los consejeros progres y conservas, que así se definen los pertenecientes a uno u otro sector, se fueron de Navidad habiendo pactado que ocho de los doce fueran elegidos directamente por los jueces sin que el Parlamento metiera las sucias manos de Armengol y su cuadrilla.
Regresados de las vacaciones, los miembros actuales, también los progres, se toparon que, por orden imperativa de Bolaños, se anulaba el acuerdo; el PSOE del Gobierno exigía que la mayoría presente todavía en el Congreso se impusiera y designara a dedo a los integrantes futuros del Poder Judicial. La estupefacción fue tan gorda que uno de los consejeros del momento cooptado por Podemos, Carlos Hugo Preciado, manifestó internamente que por ahí no pasaba y se alineó, por las circunstancias, al lado de los conservas.
Y es que, según fuentes políticas de solvencia, la confianza de Sánchez en Bolaños se está difuminando día a día y por eso le viene atribulando con sucesivas rectificaciones que dejan al multiministro con el tafanario al aire. Menos mal para el presidente que hay un personaje afecto que no falla; se trata de Conde Pumpido, que ha perdido la poca vergüenza profesional que le quedaba y ha decidido, por las bravas, que la Ley de Amnistía, pendiente para aplicársela al forajido Puigdemont, quede apañada, como muy tarde, para finales de mayo. ¿Qué ha hecho Cándido para asegurarse que la Amnistía repugnante no sufra inconvenientes en el Pleno del Tribunal?
Fácil: se ha merendado al magistrado Macías con, también, las peores formas que se conocían en la democracia española. Pumpido, un día cercano, visitó en el despacho al citado Macías y le espetó sin ambages: «Te ordeno que votes en contra de todos los recursos pendientes de la Amnistía?». Macías, sin poder creérselo del todo, le respondió: «De ninguna manera». Y Pumpido, con esa faz de prefecto de menores que ya resulta insoportable, le respondió : «Pues entonces, tendrás que vértelas conmigo, porque voy a revisar tu nombramiento como magistrado de este Tribunal». Como se cuenta.
Y una más. Para el día 29 el Rey había comprometido en Valencia su asistencia al acto de entrega del Premio Manuel Broseta a la Convivencia que iba a recibir él personalmente como representante del pueblo español que se ha volcado con la terrible DANA. Pues bien: de lo dicho nada. Zarzuela ha avisado a los organizadores que la presencia del Rey tiene que cumplimentarse en Madrid, nada de viajar a Valencia. Sánchez, de censor de la Corona, ha vetado el viaje, no quiere quedar nuevamente como el prófugo que huye de la región y contraprograma una reunión interministerial bien protegido de las iras de la gente en la Delegación del Gobierno. La enésima fechoría contra el Rey. Una indecencia.
Así estamos: aquí, la España insensata, irresponsable, estalla los sábados en la que pueda llamarse la protesta del chiringuito, la gente en masa se atiborra de pinchos (ahora llamados pintxos en homenaje al hortera de Ortúzar) y claman contra todo lo que está pasando en España, pero ahí queda la cosa, sobre todo porque los supuestos líderes de la sociedad civil, que son pocos y no aparecen por sitio alguno, están callados como difuntos. Desde los empresarios a las Universidades, pasando por las Academias. Y puedo seguir.
Nos quedan los jueces y de ellos esperamos grandes noticias; por ejemplo, que antes del verano las Begoñas, los Koldos, el siniestro fiscal, los Aldamas y toda la menestra de sujetos que hecho un roto a la dignidad de España vayan p’alante, modismo castizo que resume la aspiración de todos porque, eso se puede asegurar: los jueces no se van a doblegar, no quieren terminar llenos de basura como el pescuecero Marlaska, que ya no sabe cómo mejor arrullar a su mecenas; o la desdichada Margarita Robles, que se ha ciscado en su carrera sobando el lomo al tirano.
No hablo ya, otra vez, de Conde Pumpido porque se ha convertido en mozo de cuadra de Sánchez. España dormita y se enfada sin que suceda nada a continuación. ¿Sucederá? Pues sí; más pronto que tarde el país abandonará la siesta y se tirará a la carótida del farsante. Faltan meses. Desde luego que se nos van a hacer largos.
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