Sánchez tiene que elegir: democracia o Pablo Iglesias
La Comisión de Reconstrucción del Congreso de los Diputados no va a servir para nada, pero al menos habrá permitido a algunos que andaban despistados conocer el verdadero talante de Pablo Iglesias Turrión, vicepresidente segundo del Gobierno de España y paradigma del totalitarismo. Su intervención acusando a Vox de «querer dar un golpe de Estado» refleja la catadura moral de un personaje funesto que contó con la inestimable cobertura de Patxi López, servil hasta la náusea con el dirigente populista. Iglesias exhibió ante Iván Espinosa de los Monteros, con la inestimable colaboración del presidente de la Comisión (cómo sería que hasta tuvo que pedir perdón), el repertorio clásico de los dictadores. Escuchar a Iglesias acusando a Vox de pretender dar golpes de Estado recordaba mucho a las intervenciones de Nicolás Maduro alertando del peligro de un plan de la derecha y la oligarquía para derrocarle.
El clima vivido en el Congreso de los Diputados demuestra con toda su crudeza hasta qué punto el virus del totalitarismo se extiende de la mano de una formación, Podemos, que ha encontrado su perfecto aliado en la figura de Pedro Sánchez, cuyas infinitas ansias de poder le han llevado conceder a la formación populista un margen tan grande de autonomía y maniobrabilidad en el Gobierno que cualquier posibilidad de dotar a España de un mínimo de estabilidad resulta hoy por hoy una entelequia, un imposible metafísico.
Pablo Iglesias es una amenaza para la convivencia y su sola presidencia en la vicepresidencia del Ejecutivo anula cualquier posibilidad de recuperar cierta normalidad institucional. Con Pablo Iglesias y su guardia pretoriana en centros neurálgicos del poder, la democracia es inviable, porque el secretario general de Podemos es reactivo por naturaleza al Estado de Derecho. Su concepción totalitaria le lleva a la aniquilación de la oposición y de las instituciones que ejercen de contrapoderes.
La situación política es dramática, porque la permanencia de Pedro Sánchez en el poder depende del comunismo totalitario, el independentismo y los herederos de una banda de asesinos. Todos ellos se han conjurado para aprovechar el actual momento crítico que atraviesa España para alcanzar sus objetivos. Saben que la supervivencia de Pedro Sánchez está en sus manos y que no habrá otra oportunidad mejor que ésta para conseguir sus fines. Es ahora -con un presidente marioneta- o nunca.
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