Sánchez en Davos: consejos vendo
Los cronistas presentes en Davos coinciden y son unánimes: el Sánchez que se presentó ante los líderes económicos del mundo no se compadece en nada con el primer ministro que gobierna España. El presidente español largó una extensa perorata acerca de la ortodoxia fiscal, las condiciones objetivas para la inversión, la necesaria reducción de la burocracia y un sinfín de recetas económico/políticas de manual que no impresionó a la escasa concurrencia internacional y, sin embargo, dejó boquiabiertos a los presentes nacionales que conocen día a día su modus operandi al frente del Gobierno de España.
Uno de los asistentes, un reconocido líder empresarial, después de la lección magistral del doctor en Economía exclamó: «A esto se le llama ‘consejos vendo y para mí no tengo…’». Conocido es que los discursos -muchos, variados y diarios- dependen en contenido y forma del humor y la tendencia del escribidor de turno. A él, le da igual lo que lea porque, al fin y a la postre, todo queda en agua de borrajas. Incluso, podría afirmarse con justeza después de cuatro años en el poder que hace todo lo contrario de lo que predica.
Afirmando como afirmó ante la élite mundial que una de sus recetas es reducir la burocracia, el muchacho debía estar en la ensoñación o en la creencia de que el mundo -especialmente el europeo- no sabe ya el pelaje que se gasta. El presidente del Gobierno que más chiringuitos ha creado junto con sus coaligados podemitas, que pretende reinventar los supermercados soviéticos de consumo; la persona que se ha rodeado de una flota de asesores, consejos, zampalimosnas llevando el gasto público a límites insostenibles. No hay, en toda su trayectoria como responsable institucional, ni un sólo gesto de austeridad ni intención de cumplir lo que pide al resto de los ciudadanos. Si estudiamos su «ortodoxia fiscal», sólo se puede concluir que recauda mucho y gasta más.
Sánchez está en lo que ha estado siempre: en campaña permanente, huida jirafa style, vendiendo consejos y pláticas que no se aplica.
Al sentir de la mayor parte de los analistas no corrompidos por su poder, al señor presidente del Gobierno al decir que «España es un buen país para invertir», se le olvidó decir «cuando los españoles libre, limpia y democráticamente decidan que me acoja al Estatuto de ex presidente». Quizá entonces los contribuyentes españoles conozcan en profundidad lo que deja y lo que se llevó.
¡Genio y figura!
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