La ruleta rusa
El mundo está tenso. De repente parece haber frentes bélicos en todo el mundo y es que los ataques a Siria pueden ser el principio de un conflicto bélico mayor.
Debemos explicar la situación siria porque a mucha gente le ha parecido bien la respuesta estadounidense a los ataques químicos, entre ellos a nuestro gobierno. Murieron 58 civiles, entre ellos 11 niños y ha habido más de 300 heridos según fuentes médicas de Idlib. El presunto culpable, Bashar al Assad, presidente sirio, rápidamente negó su autoría. Sus grandes aliados, Rusia e Irán, anunciaron que había que esclarecer los hechos con una investigación independiente antes de contestar a los ataques químicos. Estados Unidos no esperó y atacó la base aérea siria de Shayrat el pasado 6 de abril con 59 misiles Tomahawk, según el gobierno estadounidense.
Todos los miembros de la OTAN lo aplaudieron y Trump se sintió fuerte. La respuesta rusa fue contundente. Amenazó con defender a su aliado si Estados Unidos volvía a atacar Siria sin pruebas de ataques químicos por parte del gobierno de Assad. Esto significaría una guerra entre la OTAN y Rusia e Irán.
Cuando se propone una hipótesis como esta, la mayoría pensamos que no es posible por disuasión mutua. Esto significa que los efectos de una guerra entre estas dos potencias militares sería tan devastadora (ambos tienen las más modernas armas nucleares) que ninguna potencia dará el primer paso. Sin embargo podría haber una guerra donde se vetan ciertas armas u otra guerra fría, lo cual tendría un catastrófico coste humano y económico (Estados Unidos tiene demasiada deuda para afrontar una guerra de este calibre).
Pedir un estudio independiente de lo que ocurrió en los ataques químicos, como ha hecho Rusia, no es una locura. Los turcos y los saudíes podrían haber lanzado el ataque químico para crear animosidad contra Rusia e Irán. Recordemos que los turcos derribaron un avión ruso en la frontera con Siria en noviembre de 2015 y Rusia le impuso fuertes sanciones económicas que afectaron mucho a la economía turca. El archienemigo de Arabia Saudí es Irán (la raíz del odio es religiosa). Además, Arabia Saudí aborrece que Siria sea un país secular y que, según el gobierno ruso, vayan a cambiar la constitución para abolir la jurisprudencia islámica como fuente de legislación. Según Arabia Saudí, Siria debe ser una nación islámica.
Resulta sospechoso que ambas naciones, Turquía y Arabia Saudí, inmediatamente comenzaran un estudio de los hechos para condenar rápidamente a al Assad y a Rusia como encubridora. No es un secreto que los neoconservadores americanos “controlan” a Trump, aman los conflictos bélicos, detestan al dictador sirio, a Irán y a Rusia. Y es que Rusia apoya al dictador sirio, según Putin, para luchar contra DAESH y otros grupos radicales musulmanes.
Lo cierto es que, al menos en parte, así es. Las fuerzas rebeldes sirias están compuestas por afiliados de Al-Qaeda, DAESH, la Armada Libre Siria (grupo salafista financiado por Arabia Saudí) y Ahrar Al Sham (radicales musulmanes algo más moderados ya que sólo quieren llevar el estado islámico a Siria y no al resto del mundo).
Hay que añadir que Bashar al Assad con la ayuda de Rusia e Irán estaba ganando la guerra contra los rebeldes y la paz en Siria estaba en el horizonte. Hasta el ex congresista estadounidense Ron Paul dijo que hay cero posibilidades de que el dictador sirio fuera tan estúpido de lanzar un ataque químico contra niños y civiles para que Estados Unidos le atacara (Estados Unidos anunció que el uso de armas químicas sería algo que no toleraría) y el resto del mundo le condenara; ahora que estaba a punto de ganar la guerra.
Sólo hay que investigar un poco y darnos cuenta a quién estamos condenando y a quién estamos apoyando pero somos parte de la OTAN y hay que seguir a Estados Unidos a cualquier sitio. Trump quiere buscar nuevos estímulos para su economía, echar un cable a su aliada Arabia Saudí y ganarse la aprobación de los neoconservadores que rechazaron su reforma sanitaria. Los neoconservadores desean más imperialismo americano, y al mismo tiempo, satisfacer al lobby armamentístico. Hay que conectar los puntos. De hecho, una armada estadounidense va con rumbo Corea del Norte a ver si puede echar otra partida.
Juguemos a la ruleta rusa hasta que nos toque la bala. Europa es el hermano pequeño que se ve presionado a jugar por presión del hermano mayor pero no sabe bien dónde se mete.
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