Pablo, esto no es Venezuela
Si fuera por Pablo Iglesias, ustedes no podrían leer estas líneas, ya que OKDIARIO no existiría. Tampoco su director, Eduardo Inda, podría escribir o aparecer en tertulias televisivas por la cantidad de veces que le ha tratado de silenciar, censurar y amordazar de todas las maneras posibles: a través de campañas organizadas en redes sociales, vetándolo en entrevistas o, directamente, con insultos y descalificaciones en programas de televisión. La última vez ha sido este pasado domingo, cuando se ha referido a él como: “Basura informativa”. He aquí los modos de un político cuya máxima aspiración es representar a todos los españoles. No obstante, la oportuna denuncia de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) demuestra que la obsesión del secretario general de Podemos amenaza a todos los periodistas y medios críticos que se atreven a hacer de la libertad de expresión la base de su día a día.
Esa campaña de “acoso e intimidación” no hace sino demostrar una realidad que este digital lleva denunciando desde hace más de un año: Pablo Iglesias quiere convertir España en Venezuela. Como bien apuntaba este lunes el portavoz de la gestora del PSOE, Mario Jiménez: “Si esto ocurre cuando Podemos no tiene capacidad de Gobierno, ¿qué haría Podemos con la prensa si alguna vez llegara a gobernar?”. Dadas las acciones y palabras de Iglesias, la situación de nuestra nación estaría muy cerca de aquel “exprópiese” de Hugo Chávez que caía como una condena contra las empresas de comunicación que se atrevían a denunciar los constantes excesos de la dictadura venezolana. Excesos que conforman las referencias gestoras e intelectuales del prosélito Iglesias.
Ya lo advirtió Enrique Tierno Galván, uno de los alcaldes más carismáticos que ha tenido Madrid: “El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado o estalla”. En manos de Iglesias, ese poder sería una bomba de racimo. Un hombre emparentado con la represión. Dentro de Podemos, los que se han alejado de su radicalidad han sido purgados con determinación soviética —Errejón sabe algo de eso—. Una dinámica que también han tratado de imponer a los medios. Afortunadamente, quedan profesionales libres que no se doblegan por mucho que Pablo Iglesias exhiba fauces de rottweiler. Ya lo dijo George Orwell: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”. Quizás Iglesias nunca leyó al británico. Y si lo hizo, no lo entendió.
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