No es ‘catalangate’, es ‘golpistasgate’
Lo que el separatismo llama catalangate, el espionaje a los móviles de diversos líderes independentistas mediante el programa Pegasus, debería llamarse golpistasgate, porque el monitoreo de smartphones no se ha hecho a todos los catalanes, sino a un puñado de golpistas y compañeros de viaje de los sediciosos. Esto no quiere decir que yo justifique esta acción de seguimiento, porque España es un país democrático de primer orden y ha de respetar los derechos civiles de todos sus ciudadanos, también los de los golpistas que pretenden acabar con nuestro sistema de libertades. Para eso están los jueces, para decidir cuándo se ha de intervenir un teléfono, y no necesitamos aprendices de brujo que jueguen a estar por encima de la justicia actuando sin respetar la ley.
Ahora bien, no deja de sonrojar que Pere Aragonés, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y el resto de la orquesta de fanáticos que dirigen los partidos separatistas se rasguen las vestiduras con su propaganda sobre el carácter antidemocrático del Estado español cuando los independentistas llevan décadas conculcando los derechos civiles de millones de catalanes. No es lícito que espíen el móvil de Aragonés, pero es aún peor que todos los españoles estemos pagando más de trescientos millones de euros anuales para mantener una televisión pública que insulta y excluye a más de la mitad de la población catalana.
Porque escuchar el ‘puta España’ en los medios de la Generalitat, o que ex terroristas y compañeros de viaje den lecciones de democracia a sus víctimas, o que sus informativos minimicen las acciones violentas de radicales secesionistas contra los jóvenes constitucionalistas, también atenta contra la dignidad de las personas.
Insisto, que se investigue quién está implicado en el espionaje a los líderes separatistas. Pero que también se indague sobre la policía política que el secesionismo creó dentro del cuerpo de los Mossos d’Esquadra y que espió a líderes políticos y sociales del constitucionalismo catalán, escándalo que el independentismo se negó a investigar en el Parlament y al que echó encima toda la tierra que pudo. Por cierto, que también se investigue la razón por la que varios agentes de la policía autonómica permitían que radicales ensuciaran las calles, parques y árboles con lazos amarillos y pancartas separatistas y cuando algunos ciudadanos no nacionalistas querían retirarlas por abuso del espacio público entonces les pedían la documentación y les multaban.
Ya puestos, estaría bien saber por qué los independentistas gritan tanto que este espionaje es un “atentado” contra sus derechos -que lo es- y, en cambio, defienden que la Generalitat se niegue a cumplir la sentencia del 25%, violando los derechos civiles de los alumnos y padres que quieren docencia en español en las escuelas catalanas. Se ve que los dirigentes de ERC, Junts, CUP, Ómnium, ANC y aledaños consideran que los únicos catalanes que tienen “derechos” son los separatistas. Los demás somos purria que lo mejor que podríamos hacer es coger la maleta y abandonar la futura República del 3%. Por eso amenazan a niños y padres en redes sociales, con manifestaciones a la puerta de sus colegios e intentan amedrentar a las asociaciones que exigen que se ejecute dicha sentencia.
También, entre otros muchos temas, sería deseable que acabara la persecución lingüística en las universidades, intentando aplicar, poco a poco, un monolingüismo en catalán en las aulas, aplicando un cóctel de legislación autonómica excluyente, coacción institucional a los docentes que quieren dar clases en castellano e incitación para que los chivatos lingüísticos actúen a sus anchas señalando a los profesores que se empeñen en usar el español en un país llamado España –los partidos separatistas olvidan a menudo que Cataluña no es más que una comunidad autónoma española–.
Todos los catalanes tenemos derechos civiles, no solo los separatistas. Que se investigue el espionaje mediante el programa Pegasus, y los miles de vulneraciones de las libertades que sufrimos cada día los catalanes no independentistas. Pero de estas últimas no verán nada ni en TV3 ni en los grandes medios de comunicación catalanes dominados por ERC, Junts y la CUP.
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