Laura Luelmo: castigo justo a los culpables materiales y políticos
Tras varios días de búsqueda ha aparecido el cadáver de Laura Luelmo, una profesora de 26 años desplazada desde Zamora a El Campillo (Huelva) para impartir clases como sustituta en el Instituto de Nerva. El cuerpo de la joven apareció desnudo –los vaqueros que llevaba estaban cerca– cubierto con ramas y con claros signos de violencia. Pablo Echenique relacionó este martes este crimen con VOX. Los políticos defensores de los criminales y los asesinos protegen sus derechos, mientras al mismo tiempo desprecian los de las víctimas, –argumentan– volverán al lema de “no legislar en caliente” o señalarán a otros en su cobardía habitual para eludir su responsabilidad en que alimañas como la responsable de este crimen cumplan muy pocos años de cárcel y salgan en libertad. La seguridad es un bien fundamental en cualquier sociedad, pero mientras unos disfrutan de servicio de la Guardia Civil en su domicilio las 24 horas del día los 365 días del año o escolta policial, hay mujeres que salen a correr exponiéndose a que esos monstruos que pueden estar en libertad por su falso buenismo las maten. Como desgraciadamente ha ocurrido con Laura.
En España existe la prisión permanente revisable aprobada por el PP con mayoría absoluta –una decisión acertada– a la que se oponen los pijoprogres de salón de PSOE y Unidos Podemos. ¿En qué beneficia a la sociedad que haya asesinos en la calle tras unos pocos años de cárcel con una pulsión criminal incurable? La izquierda que rechaza la máxima pena no lo ha explicado aún –ni lo hará– porque simplemente no tiene explicación. Este castigo de privación de libertad tipificado en el Código Penal español existe en varios países de la Unión Europea (UE) a los que, les aseguro, no podemos dar lecciones de democracia. Además, esto no es una cadena perpetua como quieren hacer creer los presuntos progresistas en sus declaraciones.
La diferencia entre una condena a prisión permanente revisable y una por asesinato es que los plazos del comienzo de las salidas de la cárcel se retrasan. En un caso de condena a 20 años pueden comenzar a salir a los ocho años cumplidos y en el de la prisión permanente comienza a los 12-15. Teniendo esto en cuenta, lo realmente cierto es que a los veinte y pocos años el asesino condenado a prisión permanente revisable puede estar en libertad. Por ello, lo que debería plantearse no es abolirla, sino establecer mecanismos de justicia para las víctimas alargando la permanencia en prisión. En el supuesto de asesino presuntamente rehabilitado, transcurridos suficientes años –entre 25 y 30–, una tobillera electrónica de por vida que siempre lo tenga ubicado. Dejar en libertad, como ha hecho España por la cobardía de Mariano Rajoy tras la sentencia de la doctrina Parot, a varios violadores y asesinos con decenas de antecedentes es convertirse en cómplice por omisión de los crímenes que estos del puedan cometer en el futuro.
Abogar por la salida rápida de prisión de violadores y asesinos por un supuesto criterio de reinserción, una nebulosa teórica que colocan por encima de los derechos a la seguridad y la vida de las víctimas, es la misma complicidad por omisión. Hay que revisar la prisión permanente revisable, pero no para sacarla del Código Penal, sino para ampliar los plazos de cumplimiento de condena de los asesinos. Sobre esto la ciudadanía tiene cosas que decir. Hay una plataforma de la que forman parte padres de tres asesinadas –Diana Quer, Marta del Castillo y Mari Luz Cortés– que tiene ya millones de firmas en defensa de la prisión permanente revisable. En contra de esa medida está la ciega izquierda desnortada pijiprogre, derrotémosla y mandémosla a casa con votos.
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