‘Frankenstein II’ arranca con fuerza y arrasa con todo
Los ingenuos tuvieron el pasado jueves la ocasión de toparse con la realidad sanchista. Lo importante son los hechos consumados de poder. Cualquier esperanza -venteada incluso por el propio ganador de las elecciones- de que Pedro Sánchez y su bien montado chiringuito político abrace los principios elementales democráticos consagrados en la Constitución nos conducirá por corto y por derecho a la melancolía.
En primer lugar habrá que reconocerlo. La izquierda española, los independentistas, más rancios que las zapatillas de esparto, y los neocomunistas han tomado el número correcto al país que todavía llamamos España y mucho me temo, tras someter a la otra parte de la sociedad a un cordón sanitario en forma de gueto, que esto vaya para largo. Se creen, no sin alguna razón, que tienen patente de corso para operar a sus anchas; ahí están los hechos consumados.
Pueden venir los de Junts, los de ERC y el resto de aliados a contar milongas; dirán lo que quieran respecto a que una cosa son los acuerdos para la formalización de la Mesa del Congreso de los Diputados y otra la investidura de Sánchez. Cualquier persona medianamente informada y con dos dedos de frente sabe a estas alturas de la película que lo segundo también está hecho y pactado: Definitivamente, Pedro Sánchez volverá a ser presidente del Gobierno.
El pasado jueves, durante toda la mañana, se pudo fotografiar en la Cámara Baja ese acuerdo de larga distancia que se podría denominar ya como Frankenstein II hacienda buena la calificación del gran Alfredo Pérez Rubalcaba. Un Frankenstein II que saca pecho y parece estar llevando a cabo sus planes máximos, esto es, inventar un nuevo Estado inexistente e inaceptable en cualquier democracia del mundo. Los hechos les avalan.
Los independentistas porque han decidido apretar el acelerador ante un presidente chollo que incluso ordena que vaya corriendo el ministro de Exteriores a decirle a la Unión Europea que a partir de ahora son idiomas comunitarios el vasco, el gallego, el euskera y hasta el bable si fuera menester. ¿Es esto un Estado? Definitivamente, no. Vienen con paparruchadas contando no sé qué historias de antaño, sobre todo, los independentistas y, oiga, están ganando no sólo el poder, sino también el relato.
El presidente chollo es su presidente. Y lo será aún más en cuanto sea revalidado en Moncloa. A partir de ahora, -todo español sabía antes de votar lo que ocurriría si Sánchez no era desalojado del poder el 23J- que nadie se rasgue las vestiduras.
Sánchez ha convertido el Estado en Subastas España S.L. y lo comprobaremos en breve. Van a arrasar con todo. ¿Es imaginable en cualquier otro país de la Unión Europea lo que está ocurriendo en España? No desconecten la pantalla.
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