Ahora está totalmente claro por qué Sánchez escondía la tesis
Pedro Sánchez tenía motivos para esconder su tesis. La cascada de trampas e irregularidades que escondía el supuesto trabajo de investigación, que convirtió al actual presidente del Gobierno en doctor, no tiene fin. Sánchez plagió artículos de profesores universitarios que asesoraban a Zapatero, fusiló sus propios textos previos a la presentación y defensa de la tesis, contó con la ayuda de un negro, su viejo amigo Carlos Ocaña ‘Cocana’, para finalizar a tiempo el tocho que presentó en la Camilo José Cela y contó con un tribunal de tesis a la carta, con profesores que habían logrado el doctorado hacía pocos meses. Por si esto fuera poco, OKDIARIO desvela en exclusiva que Sánchez utilizó dos artículos firmados a medias con su directora de tesis, María Isabel Cepeda, y con uno de los miembros del tribunal, Juan Padilla, para obtener el cum laude por su presunta investigación en diplomacia económica, que a la luz de las pruebas no es más que un elaborado trabajo de corta y pega.
La amenaza a C’s –»os vais a enterar»– en la última sesión de control al Gobierno en el Congreso demostraba que Rivera había tocado un tema sensible para el presidente, al esgrimir que Sánchez debía hacer pública su tesis doctoral en un acto de transparencia sin precedentes. Nadie mejor que el líder socialista para saber el lodazal en el que se vería inmerso si se descubrían las trampas que había realizado en el trabajo de investigación. Máxime cuando había aplaudido la ejemplaridad de la plagiadora Montón al dimitir como ministra de Sanidad. El silencio sepulcral a las primeras revelaciones puestas en circulación por OKDIARIO, dio paso al ataque furibundo, a la amenaza –en redes sociales– con acudir a los tribunales si no se rectificaban las informaciones que ponían en tela de juicio la honorabilidad del doctor Sánchez mientras quitaban el foco, por el momento, de Pablo Casado.
La última reacción de Sánchez recuerda a la de dos personajes siniestros, dos presidentes que ante las revelaciones de la prensa no encontraron otra salida que el ataque para intentar ‘matar al mensajero’. Richard Nixon, que intentó acallar al New York Times y al Washington Post por las revelaciones de los conocidos como ‘Papeles del Pentágono’, que descubrían las relaciones entre EEUU y Vietnam durante varias administraciones, incluida la Guerra en el país asiático. También se asemeja Sánchez al peor Donald Trump, el que ha emprendido una cruzada contra los medios estadounidenses con el fin de acallar las críticas y terminar con las filtraciones que tanto daño están haciendo a su administración, la última, una columna de opinión en el New York Times de un estrecho colaborador.
Sánchez no ha tenido más remedio que ceder ante la presión –también la de sus socios de Podemos– y airear públicamente su presunta tesis. La tormenta no ha pasado. El presidente sabe que se mirará con lupa cada línea, cada párrafo, cada cita en un acto que puede dar por finalizada la legislatura si es que ya no lo está. A la debilidad de un Gobierno desnortado, sin apoyos, se une ahora, tras los documentos publicados por OKDIARIO, la de un presidente que llegó a La Moncloa como adalid de la limpieza y al que se le ha caído la careta de la ejemplaridad.
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