¡Malditos penaltis!
Las notas de España contra Marruecos: Unai no pudo solo
Surrealista: España no marcó ningún penalti en la tanda contra Marruecos
A España volvió a salirle cruz en la lotería de los penaltis y quedó fuera de los cuartos de final del Mundial ante una selección de Marruecos organizada, solidaria y entusiasta. El partido fue táctico y feo. Feísimo. Un tostón insoportable. Sin áreas ni ocasiones, la selección de Luis Enrique tuvo el balón pero fue inoperante e inocua a la hora de crear peligro en los 120 minutos incluida la prórroga. En los penaltis, fuimos incapaces de marcar ninguno, así que nos quedamos fuera del Mundial por nuestros propios deméritos. Que fueron muchos.
Luis Enrique lo volvió a hacer. Al seleccionador español le encantan las sorpresas y ante Marruecos no iba a ser menos. Le dio el peto de titular a Marcos Llorente, que había jugado en este Mundial los mismos minutos que Irene Montero o que Pocoyó. Con Azpilicueta tocado y Carvajal fuera de forma, el seleccionador quiso apostar por el vigor físico del polivalente jugador del Atlético. Así es Luis Enrique: se la jugaba en octavos con una defensa formada por dos centrocampistas. La otra novedad fue la vuelta de Morata al banquillo para meter a Marco Asensio. En resumen: jugaban los que trituraron a Costa Rica con Marcos Llorente por Azpilicueta.
Por centrar el tiro antes de ir al turrón. Por España jugaban: Unai Simón; Llorente, Rodri, Laporte, Jordi Alba; Busquets, Pedri, Gavi; Olmo, Ferran y Marco Asensio. Y vestíamos de azul celeste, un color raro para La Roja. Enfrente el vecino Marruecos, invicto en la primera fase y primera de un grupo con Croacia o Bélgica, que no es moco de pavo. Los marroquíes iban con todo, incluidos los tocados Achraf, Amrabat y Ziyech. Y con mayoría absoluta en la grada como si jugáramos en Rabat.
Desde muy pronto se vio que no iba a ser un partido de los que se reparten caramelos. Rascaba Marruecos y no se arrugaba España. Replegaban los vecinos y en su propio campo había más gente que en la boda de Lolita. La pelota se acomodaba en nuestros pies pero también en sus contras, colmadas de vértigo y veneno. Jugábamos a balonmano con los pies frente a una Marruecos que adelantaba su defensa y replegaba su mediocampo. La pelota transitaba de banda a banda como un tránsfuga.
La primera fue para Marruecos. Una falta del hiperventilado Gavi provocó que Achraf sacara su diestra a pasear en la ejecución del libre directo. La pelota se fue arriba por poco. España buscaba la suya con tesón, presión… e imprecisión. No nos corría la pelota como otras veces y eso favorecía los intereses defensivos marroquíes. El toque nos había abandonado y los nuestros, presa de los nervios, apenas atinaban con el balón. Pases fáciles al limbo y jugadas que acaban como las leyes podemitas: en errores no forzados. Era como si al balón le hubieran untado aceite y se nos escurriera una vez tras otra.
España fallida
Inéditos Ferran, Olmo y Asensio en el primer cuarto de hora, España no encontraba a sus puntas. El partido, justo es decirlo, era infumable. Sin áreas, sin ocasiones, sin profundidad. Sólo el bullicioso Boufal agitaba el duelo con regates, quiebros y caños que estaban dando mala tarde a Marcos Llorente.
Hubimos de esperar hasta el minuto 24 para ver la primera ocasión de España. La tuvieron a pachas entre Gavi y Ferran, pero uno tiró al larguero y el otro disparó contra un central marroquí. La jugada, dicho sea de paso, se invalidó por fuera de juego. La ocasión espabiló a los de Luis Enrique, que volvieron a asomarse al gol en un desmarque de Asensio cuyo disparo se estrelló contra el lateral de la red de Bono.
Marruecos empezó a perder gas. Ahítos de tanto correr tras la pelota, nuestros vecinos se pertrecharon atrás y nos otorgaron campo y balón. España manejaba con tanta lentitud como poca profundidad. Mazraoui hizo intervenir a Unai Simón con un tiro lejano al que el meta español respondió en dos tiempos.
Se nos iba agotando el primer tiempo con muy poquito que llevarnos a la boca, más allá de un par de tilas para los nervios. España se aburría de tocar y Marcos Llorente, que quería estar en todos los sitios, al final no estaba en ninguno. Gavi se multiplicaba para tapar agujeros. Metía pies, brazos, cuerpo y cabeza con tal de hacer falta. Marruecos, anulado Achraf, se encomendaba a un inspiradísimo Boufal, que se la puso en la cabeza al central Aguerd, que falló la ocasión más clara del partido en el 42.
Y con el susto en el cuerpo y el disgusto en la mente nos fuimos al descanso con un 0-0 que, visto lo visto, parecía inevitable. España tocó sin atosigar y Marruecos se defendió con orden. Sólo el desgaste del segundo tiempo podría horadar la valla defensiva del vecino.
Resiste Marruecos
Consumióse el descanso y volvió el partido, que no el fútbol. Marruecos volvió a replegarse y España intentó inclinar el duelo hacia el área de Bono. Calentaba Morata. En el 54 Dani Olmo firmó el primer tiro a puerta de la selección al ejecutar una falta sacada en corto por Marco Asensio y que desvió con los puños el meta Bono.
Fue un oasis en el desierto del juego español, incapaz de ver resquicios en el muro defensivo marroquí. En el 60 Luis Enrique movió ficha. Carlos Soler y Morata por Gavi y Marco Asensio. Eso sí, el yernísimo Ferran Torres seguía en el campo en una inexplicable decisión táctica. Respondió Marruecos con otro cambio: Abde por Boufal.
El partido, que seguía siendo turrón del duro, ya sólo se jugaba en campo marroquí. España tocaba feo y despacio. Marruecos sólo quería que pasaran los minutos y llegar a la prórroga y a los penaltis si hacía falta. Otro cambio de Luis Enrique: Nico Williams por el yernísimo Ferran. Nos quedaba tiempo de sobra y los marroquíes empezaban a evidenciar claros síntomas de agotamiento.
Nico agitó el partido. En un minuto mostró más descaro, velocidad y desborde que Ferran en todo el partido. Se asoció con Morata y sembraron el caos en la zaga de Marruecos. En el 85 apareció Achraf por primera vez en el partido para poner su firma: una subida fulgurante abrochada con un centro medido al área que abortó España.
Ya en el 90 la tuvo Morata en un cabezazo alto a la salida de una falta lateral. El duelo parecía abocado a la prórroga desde los primeros compases hasta los estertores. Lo estaba. En el añadido ni España pudo –a pesar de la ocasión postrera de Dani Olmo– ni Marruecos quiso, así que media hora más de sufrimiento. Prórroga.
Prórroga… y penaltis
Luis Enrique puso a calentar a Ansu Fati y media España se puso en pie. Los cambios habían rejuvenecido a Marruecos, que seguía aguantando. No había cambiado el dibujo del partido pero nuestros vecinos nos pegaron un susto cuando Cheddira, el sustituto de En-Nesyri, se plantó sólo en el área, se durmió y Laporte le arrebató la pelota.
Otros dos cambios en la prórroga: Ansu Fati por Dani Olmo y Balde por Jordi Alba. En el 102 otra vez Cheddira nos perdonó la vida en un mano a mano ante Unai Simón. Lo resolvió con un tiro blando y el portero español con un pie milagroso. Con el susto en el cuerpo llegamos al final del primer tiempo de la prórroga. Llegó y empezaron los 15 minutos finales previos a los penaltis, cuyo fantasma sobrevolaba otra vez para España.
El segundo tiempo de la prórroga, ya sin juego ni fuelle, transcurrió sin que ocurrieran grandes cosas. Ni pequeñas. Más allá de que Amrabat siguió corriendo como si fueran trillizos. Lo intentó España pero sin inspiración ni fuerzas siquiera ya. Tic, tac, tic, tac… Se nos consumió el tiempo y la pesadilla (o el sueño) de los penaltis se hizo realidad. In extremis había quitado Luis Enrique a Iñaki Williams por Sarabia para que tirara un penalti. Y casi marca el canterano del Real Madrid en la última jugada del partido, pero su remate de volea se estrelló contra el palo derecho de Bono. Lo dicho: penaltis.
Empezaron tirando ellos. Abría plaza Sabiri. Tenía la cara desencajada. Miró al cielo. Gol. Por España Sarabia, que había salido para esto. Al palo. Empezábamos cuesta arriba la tanda. El segundo de Marruecos lo tiró Ziyech. Gol. Turno para Carlos Soler. Paró Bono. Pues 2-0 y España tenía un pie fuera del Mundial. El tercero de Marruecos lo lanzó Benoun. Paró Unai, paró Unai, paró Unai. Aún había esperanza. Iba Busquets. Paró Bono. Estábamos al borde de la eliminación. Si marcaba Marruecos nos echaba. Iba Achraf al lanzamiento. Rezaba España. Pero nada: gol y Marruecos que se metía en cuartos y nos mandaba de vuelta a casa. Otra vez la misma historia.
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