Un calendario de hierro: Leonor se prepara para una nueva vida de disciplina estricta en San Javier
Comienza esta nueva etapa de formación militar en la Academia General del Aire y del Espacio de San Javier el 1 de septiembre
Antes de sentarse en la cabina real del Pilatus PC-21, la hija de Felipe VI deberá superar un itinerario progresivo de instrucción
De septiembre a marzo, ostentará el rango de alférez alumna

La vida de Leonor de Borbón parece avanzar al ritmo de una cuenta atrás que nunca se detiene. Hija, heredera y futura reina, cada etapa de su recorrido vital se mide con lupa: desde sus primeros discursos públicos hasta los silencios más calculados en el ámbito privado. A sus 19 años, ha transitado ya un camino marcado por la responsabilidad y el deber, un trayecto que este verano la llevó a disfrutar de unos días familiares en Marivent, entre paseos discretos y el último respiro de cierta normalidad juvenil. Ahora, ese paréntesis mediterráneo se desvanece: la Princesa de Asturias se prepara para abandonar el confort de palacio y enfrentarse a la etapa más exigente de su formación militar. La Academia General del Aire y del Espacio, en San Javier, la recibirá con un calendario implacable, y una disciplina férrea que no entiende de coronas.
El 1 de septiembre, las paredes encaladas del centro murciano recibirán a su alumna más mediática. Allí, Leonor dejará atrás la comodidad de la Zarzuela para adentrarse en un escenario radicalmente distinto: madrugones, simuladores, equipo de vuelo pesado y camaradería de litera. Su día a día estará regido por un calendario de hierro que marcará cada minuto, una rutina que no concede privilegios ni respiros.
La Reina Sofía y la princesa Leonor en Marivent. (Foto: Gtres)
La jornada comienza a las seis y media de la mañana, cuando el despertador rompe la calma del cuartel. Media hora después, el desayuno abre paso a las primeras clases, siempre puntuales a las ocho en punto. A partir de ahí, todo se convierte en un engranaje de disciplina: lecciones teóricas, ejercicios físicos y entrenamientos donde lo mental y lo corporal se ponen a prueba sin descanso. El uniforme de vuelo añade otro matiz de dureza: casco y arnés suman unos siete kilos de peso adicional.


Pilatus PC-21. (Wikipedia)
Antes de sentarse en la cabina real del Pilatus PC-21, la hija de Felipe VI deberá superar un itinerario progresivo de instrucción que combina tecnología y rigor. Primero, largas horas frente al ordenador para desentrañar la arquitectura digital del avión. Después, la repetición mecánica de rutinas de seguridad: abrir la cabina, abrocharse el arnés, evacuar en caso de emergencia. Más adelante, la réplica exacta del cockpit, donde cada movimiento se ensaya hasta que se convierte en instinto. El entrenamiento culmina en un simulador que recrea con realismo combates aéreos, emergencias y operaciones tácticas. Y, como cierre, los sistemas de planificación y análisis de misión obligan a repasar cada decisión y cada error con una frialdad casi quirúrgica.
Durante un mes y medio, la Princesa invertirá entre cincuenta y sesenta horas en estas fases. Nada se deja al azar. El objetivo es claro: formar reflejos de acero y acostumbrar a cada cadete a decidir bajo presión, porque en el aire un segundo de duda puede marcar la diferencia. Pero el sacrificio no se mide solo en simuladores. La vida en San Javier implica convivencia estricta. Leonor compartirá habitación con dos compañeras, cenará en los mismos comedores y vivirá en igualdad con los demás. La heredera al trono se verá obligada a experimentar una normalidad radical, sin protocolo, donde el espíritu de equipo importa más que el linaje.


El príncipe Felipe de Borbón durante su formación en la Escuela Militar del Aire de San Javier. (Gtres)
Este curso reúne a más de cuatrocientos alumnos, setenta y uno de ellos en cuarto año, la promoción en la que se integra la Princesa. La presencia femenina crece tímidamente, hasta un 18%, una cifra modesta pero significativa.
Pilatus PC-21: el avión que marcará la formación de la Princesa Leonor
Capaz de alcanzar 685 km/h y dotado de aviónica comparable a la de un caza de última generación, representa la modernización de la aviación militar. Su llegada en 2022 sustituyó al veterano C-101, el mismo con el que su padre aprendió a volar. Es un cambio de era: de relojes de agujas a pantallas digitales, de la tradición austera a la sofisticación tecnológica. Y, en paralelo, también es un cambio para la propia monarquía, que ve en Leonor a la figura llamada a pilotar el futuro.
De septiembre a marzo, ostentará el rango de alférez alumna. Y aunque jerárquicamente sea un título menor, el peso simbólico es enorme. Porque en San Javier, por primera vez, lo que contará no será el linaje, sino la resistencia a una rutina sin concesiones
Del Ebro al Atlántico y ahora al cielo
El camino militar de la heredera de la Corona se ha convertido en un relato en tres actos, un itinerario diseñado para forjar no solo a una cadete, sino a la futura jefa suprema de las Fuerzas Armadas. Un viaje que comenzó en tierra firme, continuó en el mar y que ahora se eleva al cielo.


Leonor y doña Letizia se funden en un abrazo. (Foto: Gtres)
El primer capítulo se abrió en agosto de 2023, cuando Leonor ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza. Un año más tarde, en agosto de 2024, el escenario cambió radicalmente. Del polvo de los campos de maniobra de Aragón pasó a la brisa salada de Galicia. En la Escuela Naval Militar de Marín, Leonor se adentró en la tradición marinera que generaciones de oficiales han vivido antes que ella. Allí conoció la disciplina naval, la vida en cubierta y las largas jornadas de estudio náutico.
El momento culminante fue su embarque en el mítico Juan Sebastián de Elcano, el buque escuela de la Armada. Navegando por aguas abiertas, la heredera revivió la experiencia que décadas atrás también marcó a su padre, Felipe VI. Fue su contacto directo con el Atlántico, con la camaradería de la vida a bordo y con esa sensación única de formar parte de una estirpe de marinos que han forjado la historia naval de España. Ahora, en septiembre de 2025, comienza el tercer y último acto de este viaje.