Santos y las FARC llegan a un nuevo acuerdo, despreciando otra vez a Uribe y a los portavoces del NO
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El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, lo ha vuelto a hacer. Espoleado por el premio Nobel de la Paz que le fue concedido a pesar de que su acuerdo con las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) había sido rechazado por los votantes en el plebiscito del pasado 2 de octubre, el mandatario ha olvidado su compromiso de alcanzar un acuerdo previo con las fuerzas democráticas de oposición. Este sábado, ha anunciado un nuevo pacto con los narcoterroristas que desprecia el trabajo de los negociadores del uribismo y el resto de portavoces del NO.
A los pocos días de la celebración de la consulta popular que rechazó el texto sellado tras seis años de negociaciones –los primeros de ellos, en secreto e incluso negados por el Gobierno–, Santos aceptó al menos de cara a la galería que debía sentarse con su antiguo mentor y actual archirrival político, Álvaro Uribe.
La narcoguerrilla de las FARC se autodenomina marxista y dice luchar por una Colombia más justa. Pero domina grandes extensiones del país sometiendo a la población y cultivando enormes extensiones de coca para financiarse –al punto de que es el mayor cartel de narcotráfico del mundo– y es responsable de más de 52 años de asesinatos, extorsiones, secuestros y violaciones en una carrera por someter a la democracia colombiana. De su mano, Colombia ha sufrido la muerte de más de 260.000 personas, 7 millones de desplazados y la desaparición de otras 45.000.
Uribe, junto al también ex presidente Andrés Pastrana y el ex procurador general de la nación, Alejandro Ordóñez –destituido pocos días antes de sellar el pacto con la narcoguerrilla en una maniobra jurídica de dudosa constitucionalidad–, lideró una campaña que señalaba «la impunidad, la representatividad política, el desprecio a las víctimas y la entrega de dinero a los terroristas de las FARC» como los motivos de su NO al texto de La Habana.
La victoria de sus postulados, en contra de todas las encuestas y después de una campaña en desigualdad de condiciones, forzó a Santos a sentarse a la misma mesa que Uribe quien, de la mano de sus tres negociadores –Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque y Óscar Iván Zuluaga, a la sazón precandidatos uribistas a la presidencia de la República–. Pero al mismo tiempo continuaba negociando con las FARC en la capital de la dictadura castrista de Cuba.
El uribismo ofreció un «gran acuerdo nacional» y actuó con generosidad, negándose a responder preguntas de este periódico en las que se les sugería la posibilidad de que el presidente dimitiera tras su fracaso: «eso no es lo que toca ahora», declaraó Zuluaga a OKDIARIO, «la victoria del NO es una gran oportunidad para que Colombia se reconcilie y trabaje unida por una paz verdadera y justa», apostilló Holmes Trujillo.
Sin embargo, Santos ha anunciado un nuevo pacto con los jefes terroristas Timoleón Jiménez, alias Timochenko, e Iván Márquez, razón por la que había convocado en la tarde de este sábado a Uribe en la base aérea de Rionegro.
La respuesta de Uribe
El ex presidente y líder del Centro Democrático (CD) ha acudido a la cita y, a pesar de sentirse traicionado y de desconocer los términos en los que se ha pactado un nuevo texto con las FARC, se ha limitado a pedir que le hagan llegar una copia de esos papeles para poder estudiarlos y emitir su juicio.
Así, a la salida de su encuentro con Santos, Uribe ha leído un comunicado que minutos antes le había transmitido al presidente: «Esto es lo que le he dicho y le he advertido de que les iba a leer lo mismo a ustedes, estimados periodistas». La intención de Uribe ha sido la de no salirse una línea de la posición oficial y evitar responder a preguntas que sólo podrían haberle hecho dar respuestas que consideraba un riesgo para su idea de «alcanzar un gran acuerdo nacional» entre las fuerzas políticas constitucionales.
«En compañía de los doctores Juan Gómez Martínez y Claudia Bustamante he acudido a la reunión a la cual me convocaron el presidente de la República, doctor Juan Manuel Santos, y su Ministro de Defensa, doctor Luis Carlos Villegas», ha comenzado a leer Uribe. «He pedido al presidente de la República que los textos que anuncian de La Habana», el nuevo acuerdo que desprecia el trabajo que llevaban haciendo los equipos negociadores del Gobierno y los portavoces del NO, «no tengan alcance definitivo».
Reclama Uribe, para poder seguir confiando en la buena voluntad de Santos por alcanzar un acuerdo de paz digno de tal nombre, «que sean puestos en conocimiento de los voceros [portavoces] del NO y de las víctimas, quienes los estudiarán en breve tiempo y expondrán cualquier observación o solicitud de modificación en nueva reunión con el equipo negociador del Gobierno».
Finalmente, y pese a la traición a la que ha sido sometida la confianza del CD, del ex presidente Pastrana y de otros líderes sociales y políticos que habían confiado en que este proceso podría restañar las heridas de años de enfrentamiento político, Uribe ha concluido: «He insistido al presidente de la República en la necesidad de un Acuerdo Nacional sobre la paz, que incluya a las instituciones de Justicia».
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