Venezuela

El Gobierno niega el asilo a un torturado por Maduro en ‘La Tumba’: «Dice que no tengo riesgo»

El Gobierno únicamente le ha concedido la residencia temporal tras haber sido encarcelado y torturado por la narcodictadura

Maduro, Nicolás Maduro, Venezuela, Pedro Sánchez
Rodrigo Villar

El Gobierno de Pedro Sánchez le ha negado el asilo y la protección subsidiaria como represaliado político al opositor venezolano Gabriel Valles, que fue torturado por la dictadura de Nicolás Maduro mientras estuvo preso en La Tumba –la cárcel de la narcodictadura más temida por la oprimida población del país– y en el Helicoide, otro centro chavista de detención ilegal donde se practica la tortura física.

La resolución del Ministerio del Interior a la que ha tenido acceso OKDIARIO indica que Valles no puede considerarse una persona «potencialmente perseguida» sólo porque sea simpatizante o militante de un partido de la oposición venezolana, obviando la represión que este activista ha sufrido durante años bajo el régimen de Maduro. «España me ha negado el asilo a pesar de todo lo que he pasado. Dicen que no hay indicios que indiquen que sufro riesgo de persecución», ha dicho Valles tras ser consultado por este medio.

El activista confiesa que está «cansado» y que ha sido un problema constante la solicitud de sus papeles en España. «Legalmente puedo pelear, pero la decisión del asilo por parte del Gobierno termina siendo discrecional, es decir, no hay forma de obligarlo a darme el asilo», lamenta Valles, quien sospecha que el Ejecutivo de Sánchez ni siquiera se ha leído las evidencias sobre las torturas sufridas que envió para la concesión de su asilo.

En la resolución, publicada el pasado 8 de agosto en el BOE, el Ministerio del Interior, a través de la Dirección General de Protección Internacional, concede la «residencia temporal» a Valles y manifiesta en su fundamento de derecho número cinco que en Venezuela ser opositor político no conlleva necesariamente la persecución por parte del régimen de Maduro. «Cualquier ciudadano puede ser considerado como opositor por participar en manifestaciones contra el actual Gobierno de Venezuela, por simpatizar o militar en un partido de la oposición realizar actuaciones que denuncien las políticas actuales del Gobierno o por no acudir a convocatorias en apoyo del Gobierno», explican. Sin embargo, en ninguna parte del documento mencionan que Valles fue encarcelado y torturado durante más de 3 años por participar en una ONG por los derechos humanos en Venezuela llamada Operación Libertad.

«Venezuela se encuentra actualmente inmersa en un clima de confrontación política muy polarizada en el que no estar de acuerdo con las ideas del Gobierno sitúa a los ciudadanos venezolanos en ese gran contingente de los llamados ‘opositores’. Sin embargo, el hecho de ser considerado no afín a las políticas gubernamentales, militar en un partido de la oposición, acudir a movilizaciones contrarias al gobierno, etc., no necesariamente implica que las autoridades venezolanas movilicen recursos públicos coactivos con el objetivo de perseguir a la persona solicitante por tal motivo en los términos establecidos por la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, adoptada en Ginebra el 28 de julio de 1951», señalan.

Cabe decir que Gabriel Valles estuvo preso, sin juicio previo, durante dos años y dos meses en La Tumba, una cárcel de aislamiento extremo situada cinco pisos por debajo de la sede del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) en la plaza Venezuela de Caracas. Allí este opositor político sufrió lo que llaman en Venezuela «tortura blanca», es decir, tormentos psicológicos dirigidos a hacer que los detenidos pierdan la razón. Él mismo relata a OKDIARIO que en esta prisión no existen las ventanas y una luz cegadora se mantiene encendida día y noche. Los calabozos cerrados con puertas blindadas tienen un tamaño de 2 por 2 metros sin mobiliario, únicamente disponen de una cama sobre un poyete de cemento. No hay relojes ni noción del tiempo. Tampoco hay ruido. Allí, la tranquilidad y el silencio son una tortura. «Me escuchaba el cuerpo. Tenía que golpearme la cabeza para sentir cosas», revela Gabriel Valles durante una entrevista concedida a este medio.

Valles cuenta que esta prisión parece más un laboratorio que una mazmorra. Su frialdad aterradora tiene un claro objetivo: deshumanizar al preso despojándolo de todo lo que tiene, incluso del sonido. Nadie lleva ropa propia, sólo un uniforme, y las celdas únicamente disponen de una cama sobre un poyete de hormigón. Nunca hay oscuridad pero tampoco hay diversidad de colores y algunos presos son constantemente grabados con cámaras situadas en el techo de los calabozos. La temperatura también es distinta: la calidez del país caribeño no existe a 20 metros bajo tierra. En La Tumba hace frío.

Gabriel Valles explica emocionado a este medio que las cárceles en la Venezuela de Maduro son una tortura en sí mismas. En La Tumba ingresó en 2014 después de que el SEBIN le arrestara en la frontera con Colombia. El activista se encontraba en el país vecino trabajando para una ONG llamada Operación Libertad, una organización por los derechos humanos en Venezuela. La policía colombiana le detuvo el 5 de septiembre de aquel año, le introdujeron en una furgoneta y lo llevaron a la frontera. «Me llevaron a unas oficinas de migración donde me mostraron un documento en el que decía que estaba vetado de Colombia por 10 años debido a una medida ‘administrativa y discrecional’ emitida por el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos», cuenta Valles.

Posteriormente le trasladaron en una caravana de patrullas de la policía hasta el puente Simón Bolívar, frontera entre Colombia y Venezuela, donde le entregaron al SEBIN. Cabe decir que el dictador Nicolás Maduro se afanó en su detención: fletó un avión privado con miembros armados de la Inteligencia venezolana para llevarlo hasta Caracas, donde fue internado en La Tumba sin juicio previo. «Me ingresaron por una puerta blindada, había muchas personas sin uniforme que me tomaban fotos y me pedían mis datos. Me hicieron fotos incluso con móviles. Después fui desnudado y forzado a caminar por un pasillo hasta llegar a una celda donde me entregaron un uniforme color caqui», relata.

La privación fue utilizada por los carceleros para que diese falsos testimonios sobre su captura. Si declaraba lo que el régimen quería le serían otorgados «beneficios». Ahora bien, Valles asegura que nunca confesó nada. Al contrario, hizo huelga de hambre durante 18 días para que sus condiciones mejorasen.

Finalmente, dos años y dos meses después, y gracias a la presión de la comunidad internacional, fue trasladado a la cárcel del Helicoide, otro centro de reclusión ilegal de la dictadura de Maduro. Allí estuvo 19 meses más sin tampoco haber pasado por un tribunal. Valles desvela que el Helicoide es una prisión que implementa martirios diferentes a La Tumba. Si en una la tortura es el aislamiento, en la otra el suplicio es el hacinamiento y el tormento físico. «En el Helicoide hay un sitio que le dicen El Bañito, que cuando hay visitas es un aseo, pero cuando no es así sirve como cuarto de torturas donde se apalea y golpea a las personas. Supe de primera mano de un chico menor de edad que lo encerraron allí, le colocaron una bolsa de supermercado en la cabeza y la llenaron con insecticida. Esto es una práctica que hacen para levantar falsos testimonios y poder continuar la retórica mediática sobre que tienen presos a terroristas y conspiradores», argumenta el activista político, que actualmente, y desde 2022, se encuentra viviendo en España como residente temporal después de que el Gobierno de España le haya negado el asilo.

Lo último en Internacional

Últimas noticias