Vicente Gil: «Puente es el bufón mayor de Sánchez en el PSOE de la farlopa y putas con dinero público»
A Óscar Puente sólo hay que dejarle hablar y, enseguida, da la medida de sí mismo. La entrevista con Alsina de este lunes no tiene desperdicio. Lo terrible es que haya gente que vote este nivel tan bajo de políticos.
La entrevista ha sido una buena muestra de cómo considera el PSOE el dinero público. Puente, con su nivel habitual de neuronas en el cerebro, le ha confesado a Alsina, con total naturalidad, que había encargado a su equipo de prensa un informe con los artículos en los que, según él, se le insulta. O sea, que se le critica.
Alsina, rápido, le ha recordado que eso no tiene ninguna utilidad para los ciudadanos y que debería usar a su equipo y el presupuesto en cosas de utilidad pública. Puente, tan pancho, le ha contestado que, para él, el encargo sí tenía utilidad.
Esto es el PSOE. De esto a gastarse el dinero público en drogas o en putas, que es lo que han hecho tantos socialistas, hay un paso.
Segundo Sanz y Rafa Molina, en OKDIARIO, le han cogido la matrícula a Puente con celeridad y han desvelado los contratos del ministerio con dos empresas de reputación digital por valor de 62.000 euros. Puente se ha gastado 62.000 euros de todos nosotros para ver lo que dicen de él en las redes sociales. Como si el dinero fuera suyo. ¿Por qué no se lo ha pagado de su bolsillo? Pregunto: ¿Esto no es malversación? ¿Se acuerdan de lo que decían Puente y el PSOE del caso Púnica?
Puente ha dicho, después, que «a Sánchez le critican por guapo y a él por feo» y que nos metemos con su aspecto físico. Esto es cierto, pero hay una razón de peso en el sabio refranero español: «La cara es el espejo del alma».
En el caso Óscar Puente, sus hechos y declaraciones de relevancia pública llevan a la conclusión, por su reiteración durante años, de que Puente es como parece: un tipo primitivo, rudo, machista, machirulo, sectario y de dudosa moral en cuanto al uso del dinero público.
Puente es un simulador de gorila. De gorila de Sánchez. Entiéndase la palabra por la segunda acepción del diccionario de la RAE.
La cara de Óscar Puente hablando del dinero público que se ha gastado en saber qué dicen de él en redes es la misma cara con la que justificó, sin inmutarse, que un contratista del Ayuntamiento de Valladolid le invitara a unas vacaciones de lujo en un yate por Ibiza y Formentera después de haberle adjudicado un contrato de mascarillas en la pandemia. El coste fue justo (casualidad) el 3% del contrato de mascarillas adjudicado. Tan generoso adjudicatario era, a su vez, amigo de uno de los principales contratistas del Ayuntamiento de Valladolid, que, a su vez, abría restaurantes durante las noches del confinamiento para desahogo de los amigos.
La cara de Puente de esta mañana contando lo de los 62.000 euros es la misma cara con la que justificó irse con una amiga rubia de vacaciones en un coche de alta gama prestado por una empresa relacionada también con el ayuntamiento.
Óscar Puente no es, al final, más que el reflejo del jefe para el que trabaja. Sánchez lo ha recuperado ahora porque sabe que Puente es así, como parece por su aspecto físico.
Ahora, a Sánchez le conviene darle rienda suelta para tapar la relación de su mujer con la trama Koldo, como en su momento le convino quitárselo de portavoz federal del PSOE por las burradas que decía cada lunes en Ferraz y los líos enormes en los que le metía. Ahora, a Sánchez le conviene el ruido que generan los rebuznos políticos que salen por la boca de Puente.
Óscar Puente es el reflejo perfecto de Sánchez, del sanchismo y del PSOE. El pensar, con naturalidad, que uno se puede gastar 62.000 euros del presupuesto público en beneficio propio. Lo hemos visto, una vez más, con los mismísimos Pedro y Begoña, esta Semana Santa.
Los Reyes Felipe y Letizia se fueron a Zaragoza en coche a recoger a la Princesa Leonor en la Academia General Militar. Los Reyes y la Princesa pararon a cenar en un restaurante de carretera.
Pero ellos, Pedro y Begoña, los marqueses de La Moncloa, movilizaron a 50 personas, tres aviones y cuatro helicópteros para irse de vacaciones a Doñana y poder presumir ante familiares y amiguetes mostrando aquello como si fueran sus dominios.
Pedro y Begoña están enganchados al poder. Son dos nuevos ricos que han mezclado con naturalidad lo público y lo privado sin ningún escrúpulo. Desde el uso del Falcon o de los Super Pumas para ir a la boda de un cuñado hasta el punto de las peligrosas relaciones profesionales de ella, siendo la mujer del presidente del Gobierno.
¿Entienden ahora por qué Pedro y Begoña se situaban al lado de los Reyes en las recepciones del Palacio Real? ¿Entienden lo que pasaba por su cabeza? ¿Entienden que no era un error de protocolo, sino que ellos, Pedro y Begoña, creían de verdad que su lugar estaba junto a los Reyes de España en el Salón del Trono del Palacio Real? ¿Entienden por qué Óscar Puente habla así?
Óscar Puente es sólo el síntoma, la representación del sanchismo y de ese PSOE de la farlopa que pasea sin pudor a sus putas con descaro y se las lleva a ver escaparates y tiendas o a la playa, pagando en cash hasta los masajes con billetes de dudoso origen.
Es el PSOE de ahora y de siempre, sin espíritu de enmienda ni acto de contrición. El de los ERE, el Tito Berni o Ábalos.
Esto es el sanchismo. Y Óscar Puente es, sólo, su bufón mayor.
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