Intento de secuestro de un funcionario de prisiones: «Te voy a matar hijo de puta, de aquí no sales vivo»
Las plantillas de varias cárceles españolas se plantan ante una de las más graves agresiones registradas en los últimos tiempos contra funcionarios.
Dos presos planearon una emboscada a un funcionario al que intentaron secuestrar y a quien clavaron un ‘pincho taleguero’ tres veces en el costado para conseguir permisos de salida.
A las puertas de decenas de cárceles a lo largo de todo el país se han registrado este lunes manifestaciones de funcionarios penitenciarios durante unos minutos. Esta vez los trabajadores no se reunían ante sus centros de trabajo para reclamar mejoras laborales o un mayor reconocimiento a su trabajo. Esta vez lo han hecho porque sólo 48 horas antes de las concentraciones un funcionario de prisiones ha estado a punto de ser secuestrado, gravemente herido y quién sabe si algo peor.
El pasado viernes, sobre las siete de la tarde, Ángel, un trabajador de la cárcel de Las Palmas II, se disponía a echar el cierre del taller del módulo 3 del penal. Las fuentes consultadas por OKDIARIO explican que este departamento en concreto está fundamentalmente compuesto por internos con un perfil “conflictivo y reincidente”. Sin embargo, eso no varía en nada ni la rutina de trabajo de los funcionarios, quienes a diario tienen que interactuar con este tipo de internos sin especiales medidas ni de autoprotección ni disuasorias. Como suelen decir esos mismos trabajadores ellos se enfrentan con un cuaderno y un bolígrafo a los mismos que han sido detenidos con esposas y pistolas.
Cuando Ángel, el funcionario, entró en el taller del módulo apenas le dio tiempo a reaccionar. De la nada apareció un preso que se le abalanzó, lo agarró por detrás y le colocó un pincho en el cuello. OKDIARIO ha tenido acceso a una imagen real de las armas esgrimidas en este incidente y el pincho en el cuello de Ángel era lo que parece el filo de un pelador de patatas con una gruesa empuñadura artesanal hecha con cinta aislante. Pese a los sorpresivo del ataque el funcionario de la cárcel pudo oponer resistencia, sin embargo, eso provocó el aumento de la violencia en el comportamiento del recluso, quien viendo como el trabajador de la cárcel podía zafarse de su agarre decidió intentar apuñalarlo hasta tres veces en el costado mientras le decía “te voy a matar hijo de puta, de aquí no sales vivo”. El preso y el funcionario rodaron por el suelo y cuando Ángel logró zafarse de su agresor y se disponía a pedir refuerzos de repente de la nada salió otro recluso, éste armado con el mango de aluminio de una escoba partido por la mitad con un irregular pero afilado extremo con el que se arrojó contra el trabajador.
Motín en el patio
El funcionario logró zafarse también de este segundo ataque y huyó del taller hacia el patio de la cárcel mientras los dos agresores lo perseguían amenazándolo con sus pinchos. Cuando Ángel llegó al patio parecía que todo iba a acabar bien. Allí había dos funcionarios más, uno de ellos una funcionaria con apenas dos años de experiencia. Pero lejos de mejorar la situación empeoró porque un tercer interno armado con otros dos pinchos se unió al intento de motín de los dos primeros y se abalanzó contra uno de los funcionarios para intentar arrebatarle su radio portátil y evitar así que pudiera pedir refuerzos para sofocar el altercado. Afortunadamente los refuerzos llegaron y los tres amotinados acabaron arrinconados en una esquina del patio gritando y lanzando envites al aire con sus pinchos pidiendo tener acceso a permisos de salida de la cárcel. Evidentemente los tres fueron reducidos, esposados y enviados a zonas de control de la cárcel. Los funcionarios por su parte se recuperan tanto de las magulladuras físicas como del susto, y su traumática experiencia ha vuelto a poner de relieve la situación de tremenda vulnerabilidad.
Por eso cientos de compañeros de Ángel quisieron visibilizar en toda España que cualquiera de ellos puede acabar la jornada laboral con un pincho taleguero en el cuello. Desde la asociación de funcionarios de prisiones Tu Abandono Me Puede Matar no niegan que el trabajo de un funcionario de prisiones tenga un riesgo intrínseco, lo asumen y lo saben, pero lo que se niegan a aceptar es la invisibilidad: invisibles para dotarlos de medios de protección e invisibles cuando las agresiones se producen. Tras la agresión de la cárcel de Las Palmas desde la Secretaría general de Instituciones Penitenciarias se apuntó a que Ángel, el funcionario atacado, sufrió lesiones propias de un forcejeo. Desde la dirección de algunas cárceles se prohibió a trabajadores en pleno turno a participar en las concentraciones. A algunos les avisaron además que, si querían visibilizar el apoyo a sus compañeros, bien, pero en grupos reducidos. Parece que todo importa menos lo importante: la seguridad mínima imprescindible que un funcionario de prisiones debería tener para trabajar con presos peligrosos.
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