Begoña Villacís: «Apoyar la investidura de Rajoy no fue un plato de buen gusto»
Ciudadanos afronta un mes intenso. Seis años después, celebra una Asamblea que marcará su futuro político y lo redefinirá como partido. En este tiempo, los de Rivera han pasado de tener tres diputados en el Parlamento catalán a ser fuerza decisiva para la investidura de Mariano Rajoy y a estar representados en Ayuntamientos como el de Madrid. En esta entrevista, Begoña Villacís (Madrid, 1977), portavoz del partido naranja en este Consistorio, hace balance de la salud de su partido, de las relaciones con el PP y no esconde su sueño de futuro. Ser alcaldesa.
Pregunta.– ¿Cómo afronta el partido su próximo congreso?
Respuesta.– Muy bien, con mucha calma y teniendo claras muchas cosas, como que estemos unidos. Creo que es muy importante, después de todo lo que hemos pasado. Ha sido un año muy intenso, yo te diría dos años muy intensos con muchísimas elecciones. Y eso cuando estás creciendo…
P.– Ha sido un estreno importante…
R.– Un estreno importante, muy ajetreado, y ahora con muchas ganas de afrontar todas las reflexiones y plantearnos el futuro, que es lo que nos apetece.
P.– ¿De la Asamblea saldrá un partido renovado, reformado, un nuevo Ciudadanos?
R.– Pues sí, porque nos hemos garantizado los suficientes mecanismos de democracia interna para que después de cada congreso surja algo totalmente regenerado. ¿Eso implica que existan cambios de caras? Pues a lo mejor sí y a lo mejor no. Parece que la cara de Albert [Rivera] está claro que va a estar, porque no ha surgido ninguna candidatura alternativa, pero sí que surgimos con la legitimación que nos han dado los afiliados, y eso es muy importante. Después de un proceso de primarias, uno encara las elecciones y otros retos de otra manera porque se sabe apoyado por su gente. Y eso es vital: saber que no respondes sólo a un dedo, sino a muchas personas.
P.– Sin embargo, sí que ha surgido una crítica interna. Pensábamos que iba a ser un congreso de trámite, pero se han presentado hasta tres enmiendas a la totalidad. ¿Se lo esperaban?
R.– Por supuesto. Cuando abres los mecanismos de tal manera, es imposible que eso no ocurra. Lo llamativo hubiese sido que no saliese nada, porque eso implica que algo falla en tus mecanismos. Han surgido, y lógicamente tienen la garantía de que van a ser debatidas. La verdad es que, si uno lee las enmiendas, se nota que el espíritu es el mismo. Lo que pasa es que por cómo se ha de adendar, porque afectan a más de un artículo, se hace por la vía de la enmienda a la totalidad. Es una cuestión técnica.
P.– En esas enmiendas se habla de primarias. Los críticos piensan que Ciudadanos no aplica unas primarias al 100%…
R.– Yo le puedo garantizar que las primarias son al 100%. Hemos utilizado todos los mecanismos para garantizarlas, y eso pasa por la verificación por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, que nos parece que es el máximo garante. Hacemos voto telemático porque esto es la España de 2017 y porque no tenemos noventa y pico sedes como el PP en Madrid, ni 150 como el PSOE. Tenemos una. Pero si a alguien se le ocurre otra cosa y es mejor, seguro que lo aceptaríamos. Cuando surge una crítica, debes argumentar por qué dices que eso está mal, o qué alternativa propones.
P.– En su sistema se elija al cabeza de lista, pero él es quien designa a su equipo. ¿Sería partidaria de abrir más este sistema?
R.– Yo me muestro partidaria de lo que decida la mayoría. Va a haber 30.000 personas involucradas en este proceso que van a decir lo que opinan. Para empezar, no es la dirección la que ha sugerido esa fórmula, sino que tenemos un Consejo al que respondemos, y ésa ha sido la propuesta. Si los 30.000 afiliados, a través de sus representantes, votan así y lo deciden así, no voy a ser yo quien contradiga una decisión democrática. No me parecería correcto.
P.– ¿Por qué se abandona la referencia a la socialdemocracia y se apuesta más por el liberalismo progresista?
R. Creo que nos representa muchísimo más la palabra “progresista” o “reformista” que la palabra “socialdemocracia”. En su nombre se han hecho cosas aquí en España o en Europa con las que no nos podemos sentir representados. Sin embargo, por la palabra “progresista” sí. Por ejemplo: cuando la UCD presentó la Ley del Divorcio, ¿era socialdemócrata? No, era progresista. El matrimonio homosexual lo propulsó el Partido Socialista, pero ¿es socialdemócrata? No, es progresista. Los grandes cambios en relación a los derechos sociales y civiles no se hacen en nombre de la socialdemocracia en sí misma, sino que refleja una manera de ser evolutiva, progresista, de lo que es nuestra sociedad. Y con respecto al liberalismo… La mejor frase me la dijo un ministro de Holanda, con el que estuve en Varsovia, que me dijo que ser liberal no es una forma de vida, es respeto a todas las formas de vida. Creer en el individuo implica creer en el respeto a la ley, a la propiedad privada, a las oportunidades del individuo, creer que la gente va a hacer las cosas bien. Y establecer leyes para garantizar una igualdad de oportunidades para que el individuo pueda realmente desarrollarse.
P.– Ciudadanos llegó a un acuerdo primero con el PSOE, luego con el PP… ¿Ve necesario que C’s busque exactamente cuál es su lugar, o ya lo tiene?
R.– Yo creo que eso tiene más que ver con quien lo interpreta que con el interpretado. ¿Usted cree que esas mismas personas están reprochando al PP pactar con el PSOE la última subida de impuestos? No, ¿verdad? Si te sientas con el PSOE y logras llegar a 200 puntos de acuerdo, y eres capaz de traer 100 de esos puntos y pactarlos con el PP, ¿no es útil esa posición? A la gente le da igual si te irías a tomar café con esa persona o no. Lo que le gusta es que bajen la tarifa a los autónomos, o que los padres tengan permiso de paternidad.
P.– ¿Cree que quizás se está poniendo más la lupa sobre los nuevos partidos que sobre el bipartidismo? ¿Se les cuestiona y exige más?
R.– Creo que sí, y no me parece mal. Si estás seguro de tu trabajo, es lo que quieres. Nuestros votantes son los más críticos. Es gente que ha cambiado el voto, que quería probar una alternativa. Así que estamos dispuestos a que se nos fiscalice.
P.– PP y PSOE han pactado algunas de las últimas medidas. ¿No les molesta que sea el bipartidismo el que al final se hace la foto?
R.– Para nada. En el caso del Salario Mínimo, por ejemplo, nosotros ya habíamos hablado también con el Gobierno, pero ese decreto escondía por ejemplo complicar la vida a los autónomos con los aplazamientos, subida de impuestos, de bases de cotización… El PP ya sabe que cada vez que vaya a subir los impuestos no va a poder llamar a nuestra puerta. Me parece bien que se hagan la foto si vienen haciendo lo que hacen desde hace tantos años, que es exprimir a los ciudadanos.
P.– ¿No hay ataque de cuernos entonces? Dígame la verdad, ¿se han arrepentido alguna vez de haber apoyado la investidura?
R.– La verdad es que no. Con toda honestidad, no fue un plato de buen gusto, había cierta carga de decepción en sustentar un proyecto que no es propio, porque piensas que lo justo sería que se nos diese a nosotros esa oportunidad. Pero hay que darse cuenta de la utilidad que puedes tener en cada momento. Quisimos aprovechar para introducir gran parte de nuestro programa en ese pacto y conseguimos 150 propuestas que van a tener que cumplir. Porque no quiero pensar que no tengan palabra, que es lo que han demostrado durante mucho tiempo.
P.– Pero algunas cosas ya no se están cumpliendo. Amnistía fiscal, limitación de mandatos… ¿Piensan crear algún órgano que supervise ese acuerdo?
R.– Pero, ¿cuánto llevamos, dos meses?
P.– Bueno, ustedes lo fijaban en tres…
R.– Llevamos dos meses, e iremos por 12 medidas, el 20% por ciento. Si lo compara con cualquier otro pacto de investidura, como el del Ayuntamiento de Madrid, donde no llegan a ese porcentaje en año y medio… Creo que hemos puesto las medidas de control para fiscalizar que se vayan cumpliendo y estamos poniendo de nuestra parte para controlarlo.
P.– Una de las enmiendas que se van a debatir en la Asamblea pide precisamente la entrada en los Gobiernos que apoyan. La dirección quiere aplazar ese debate. ¿No entrar ha sido un error?
R.– En mi opinión, no. Porque va a ser un Gobierno salpicado por la corrupción. Cada vez que escucho a gente del PP diciendo que la corrupción está amortizada, me parece una frase salvaje. Demuestra que no tienen una buena visión de los españoles, que no perdonan la corrupción. Otra cosa es que se haya votado con ciertos miedos, que el voto se haya polarizado y refugiado en el PP. Pero tener que verte en este Gobierno, y aceptando la corrupción como si fueses corresponsable, no me parece bien ni justo. Tendremos nuestro momento.
P.– Pero las encuestas le siguen dando mayoría al PP, y que parte del voto de C’s procede del descontento… ¿No tienen temor a acabar siendo irrelevantes?
R.– La verdad es que no. Las encuestas nos dan subida. Y eso, cuando has tenido que gestionar un pacto… La gente ve nuestro trabajo en el Parlamento, que vamos a trabajar, no a liarla, somos el partido más valorado… Como decía mi abuela, un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.
P.– ¿Hasta qué punto les ha pasado factura su indefinición? Pedían la ‘cabeza’ de Rajoy, decían que no iban a acordar nada con el PSOE y lo hicieron…
R.– Si Ciudadanos no hubiera dado ese paso, a saber cómo estaríamos. La abstención del PSOE nunca se hubiese producido. Probablemente, estaríamos en la cuarta campaña electoral, avecinándose la quinta y la sexta. Y la gente estaba harta. No se hablaba de las políticas ni de nada que afectase a las personas, sólo de partidos políticos. Pensábamos que había que hacerlo. Seguramente, lo habríamos podido explicar mejor, pero no es una cuestión de indefinición. Creo que fuimos valientes.
«El PSOE se ha convertido en una facción de Ahora Madrid»
P.– En el Ayuntamiento la vemos muy crítica con el PSOE, incluso a veces más que con Ahora Madrid.
R.– Nosotros sabemos mejor que ningún otro partido lo que supone condicionar a un Gobierno. Implica que gran parte de la responsabilidad de lo que ocurra es atribuible a ti. En Andalucía, con los impuestos más altos de toda España, hemos conseguido bajarlos, y una comisión de investigación para los cursos de formación. En Madrid, que no suban los impuestos, que las tasas universitarias bajen… y nadie que vea a mis compañeros en la Asamblea puede decir que no hacemos oposición, además de sustentar al equipo de Gobierno. En el Ayuntamiento, esa labor no existe. El PSOE se ha convertido en una facción de Ahora Madrid.
P.– ¿Qué va a pasar con los Presupuestos?
R.– Ahora Madrid y el PSOE están haciendo ‘teatrillo’. Por parte del PSOE es un postureo clarísimo. Para los ingresos tardaron un cuarto de hora en ponerse de acuerdo, votar a favor de subir los impuestos y hacer rodillo a todas las enmiendas de PP y C’s. Para los gastos están escenificando una especie de tensión, pero en el fondo están discutiendo un 5% de un Presupuesto que es irrealizable, delirante y plagado de incorrecciones. Es lo que hicieron el año pasado, y al final ha salido como ha salido. A finales de noviembre llevaban un 27% de Presupuesto ejecutado, un récord. Ahora dicen haber llegado al 97%. En un mes. Ya me dirá cómo lo han hecho. Yo se lo explico…
P.– Explíquemelo
R.– Pues comprando un edificio por valor de 104 millones en la calle Alcalá en dos minutos, mal comprado, a una SOCIMI que no paga prácticamente impuestos en España, desviando 40 millones a la Empresa Municipal de la Vivienda, 11 millones a la Agencia de Empleo… pero no ejecutándolos. Simplemente, desvían de aquí y allá, hacen contabilidad creativa, y dan unas cifras increíbles. Y el PSOE, ¿dónde está para preguntar por todas las escuelas infantiles que se habían prometido? Espero que algún día despierten.
P.– ¿Se ve usted alcaldesa? ¿Cree que rentabilizará su papel de oposición?
R.– Sería un sueño. Pero no sólo por ser alcaldesa, sino porque podríamos hacer tantas cosas… Dos años después, sabemos tanto del potencial de Madrid, de su sitio en el mundo, del empleo que se podría generar… Pero se tienen que aparcar los prejuicios ideológicos y entender la competencia con otras ciudades del mundo. Éste es el siglo de las ciudades y Madrid no se puede quedar descolgado. Nosotros tenemos un modelo de ciudad, a diferencia de PP, PSOE y Ahora Madrid.
P.– ¿Se arrepiente de haber entrado en política?
R.– Por ahora, no. Me ha permitido ver muchas más cosas de las que me ha permitido mi profesión, defenderlas para mucha más gente. Sólo por eso merece la pena.
P.– ¿Qué ha descubierto de la política que le gusta y qué no?
R.– Me gusta que aunque haya mucha confrontación, que se apaguen las luces y los políticos hablen entre ellos. Y me molesta que a veces se tiren propuestas porque las presente Ciudadanos. Recuerdo en concreto una sobre la trata de mujeres. Estaba muy armada, avalada por asociaciones. No votaron a favor, me molestó mucho.
P.– ¿Sectarismo ideológico?
R.– Sí, sectarismo, apriorismo. Si alguien presenta algo que es bueno, nunca votarían en contra por el hecho de que lo presente Ahora Madrid, el PP o el PSOE.
P.– ¿Se ve como líder de C’s?
R. Estoy tan enamorada de Madrid que los temas de partido no me resultan tan atractivos. Cuando me concentro en algo, ésa es la meta que voy persiguiendo. Creo que la dispersión es muy mala.
P.– Pero sí que hacen falta más mujeres, son pocas en la Ejecutiva…
R.– Somos unas cuantas, y además en puestos relevantes. Están Melisa Rodríguez, Inés Arrimadas, Carina Mejías, Susana Gaspar, yo misma… Creo que en puestos estratégicos las mujeres tenemos mucho peso. Aquí, por ejemplo, somos más concejalas. Pero no se trata de llegar por el hecho de ser mujer o de rellenar una cuota, sino porque has peleado y has trabajado bien.
P.– ¿La figura de Albert Rivera es incuestionable?
R.– Albert es el mejor líder ahora mismo, creo que es evidente. No sólo a nivel trabajo, sino de honestidad. Tiene una aceptación brutal en el partido, pero ésa no es su culpa. Si hubiese una persona que se lo disputase, puede que estuviese más repartido, pero si no… Aunque seguro que Ciudadanos trascenderá a Albert Rivera y a mí y a todos. La persona es importante porque es capaz de comunicar muy bien un proyecto que no es el más sencillo de explicar, no es un programa hipersensacionalista. La verdad es que no, no está cuestionado.
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