Los quiroprácticos denuncian falta de calidad científica y de rigor un informe sobre pseudoterapias
La Asociación Española de Quiropráctica (AEQ) ha denunciado la "falta de rigor y de calidad científica" del primer 'Informe sobre fallecidos a causa de las pseudoterapias en España', presentado por la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP).
Carlos Gevers, presidente de la AEQ, denunció que el citado informe está basado en “publicaciones antiguas, desfasadas y que han sido rebatidas por estudios científicos posteriores que han presentado resultados contrarios. Un informe realizado de forma totalmente equívoca y sin base científica, asumiendo de forma hipotética que se pueden producir un número de muertes que no son reales y utilizadas con la intención de validar su hipótesis y generar alarma social”.
En ese sentido, añade la asociación, “Angelo Fasce Clemente, exvocal de la Junta Directiva de la APETP, denuncia también como datos falsos la estimación de entre 1.210 y 1.460 muertes al año en España producidas por las pseudoterapias y que recoge el citado informe”.
Según la AEQ, «el informe de la APETP cita un estudio epidemiológico de hace casi 20 años (Deanne, 2001), que ha sido ya actualizado con resultados contrarios (Cassidy 2008, Choi 2011) en Canadá y en EEUU (Kosloff 2015). Estudios que descartan una relación causal entre visitas al quiropráctico y accidentes cerebrovasculares. De hecho, concluyen que los accidentes que ocurren tras visitar a un quiropráctico suceden con la misma o mayor frecuencia tras visitar al médico».
Aun así, agrega, y «aunque los propios autores son conscientes de que ponemos en duda la relación total de afectados por accidentes cerebrovasculares con la Quiropráctica, citan un estudio de caso clínico sin secuelas graves (Dandamudi, 2013) y una carta sobre otro caso clínico sin secuelas (Bertino, 2012), no apareciendo reflejadas las muertes que han servido de titular».
«Como colofón mencionan un estudio recopilatorio de 13 casos clínicos (evidencia anecdótica), olvidando que correlación no implica causalidad (Albuquerque, 2011). Este estudio ha recibido críticas importantes (Côté y Schneider, 2012) por su metodología y las referencias seleccionadas de manera sesgada para respaldar las hipótesis de los autores. Al final, el propio informe descarta su hipótesis inicial, a pesar de usarla como titular, dando a entender que el ejercicio realizado ha dado resultados negativos: ‘con estos datos, es difícil concluir si las 660 muertes al año causadas por el aumento de la tasa de accidentes cerebrovasculares está sobreestimada’”.
Sin embargo, resalta Gevers, “este informe deja fuera los estudios experimentales que son esenciales para determinar un hipotético mecanismo causal. Herzog ha publicado múltiples estudios que concluyen que no existe ningún mecanismo biológico que vincule la manipulación quiropráctica con una hipotética disección de la arterias del cuello (Herzog, 2010, 2012, 2015, Symons 2012, Piper 2014). La magnitud de las fuerzas empleadas es inferior a las que se aplican incluso durante pruebas diagnósticas realizadas a diario por multitud de profesionales como los fisioterapeutas. Estos datos ratifican los obtenidos en los estudios epidemiológicos anteriormente citados”.
La AEQ denuncia además que la inclusión por parte de la APETP de la Quiropráctica como una de las pseudoterapias que se deben perseguir se ha realizado sin tener en cuenta en ningún momento la diferencia entre pseudoprofesionales y titulados universitarios, la evidencia disponible en revistas científicas de alto impacto y la situación en otros países.
Según la AEQ, la APETP nombra a la Quiropráctica obviando que “en los países en los que la pseudoterapia quiropráctica es de uso habitual en realidad allí es una profesión sanitaria, de formación en universidades de prestigio equivalente a la Medicina, y donde se producen cantidades importantes de evidencia científica cada día».
«Y, sobre todo, olvida que la Organización Mundial de la Salud (OMS), la autoridad más importante en materia sanitaria, reconoce la Quiropráctica como una profesión sanitaria, que, además, está reconocida como profesión sanitaria en países del entorno como Francia, Portugal, Italia, Malta, Chipre, Suiza, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega, Reino Unido o Islandia, y en la mayoría de los países considerados ‘desarrollados’ (Estados Unidos, Canadá, Australia o Nueva Zelanda); a lo que se suma que la formación de un quiropráctico es universitaria, equivalente a una licenciatura en España, con una duración mínima de cinco años a tiempo completo (300 créditos ECTS), pudiendo durar hasta los siete años, y que se imparte en facultades de Medicina de universidades tan prestigiosas como la Universidad de Zurich o la Universidad del Sur de Dinamarca o del Sur de Gales, entre otras».
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