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Economía
Testamentos

El grave error en los testamentos que puede reventar las herencias: lo dice la notaria Cristina Buendía

Pocas veces se piensa en ello, pero redactar un testamento es algo importante y a la vez, es una decisión fácil. Para muchos supone mirar de frente a un asunto que solemos dejar para más adelante: qué pasará con lo nuestro cuando faltemos. Aun así, dar el paso tiene una ventaja clara: evita discusiones, simplifica los trámites y da la tranquilidad de que todo quedará en orden. Al final, se trata de un gesto hacia quienes queremos y en principio, van a quedar una vez fallezcamos.

La ley española marca que una parte de la herencia debe ir obligatoriamente a los llamados herederos forzosos generalmente, los hijos. Pero más allá de esa franja, existe un margen de libertad que permite decidir a quién beneficiar. Ese espacio puede servir para reconocer apoyos, compensar situaciones o proteger a personas concretas. Y conviene recordar algo importante: el testamento no es definitivo, puede modificarse tantas veces como sea necesario hasta el último día de vida. Lo que sí resulta peligroso es dejarlo todo en manos del azar. No basta con escribir un par de líneas en casa ni con confiar en que los familiares ya sabrán lo que hacer. Los descuidos o el desconocimiento de la ley acaban pasando factura y suelen traducirse en disputas entre herederos. De ahí la importancia de contar con un notario y de actualizar el documento cada vez que cambian nuestras circunstancias personales.

El error de no hacer testamento

El fallo más frecuente es, sencillamente, no redactar ninguno. Muchos creen que la ley ya se encargará de repartir de forma justa, pero la práctica demuestra lo contrario. Lo más normal es que ese reparto legal no coincida con la voluntad real del fallecido y, además, que se alarguen los trámites y que el proceso se encarezca. Todo ello termina generando tensiones familiares que se podrían haber evitado con un simple testamento en vida.

Cambios en la vida que requieren actualizarlo

Un error muy habitual está en el hecho de olvidarse de revisar el testamento con el paso del tiempo. La vida no es siempre la misma: llegan nuevos hijos, nietos que no estaban previstos, cambios de pareja, divorcios o segundas nupcias. Si el documento no se adapta a esas nuevas realidades, es fácil que alguien quede fuera o que el reparto resulte injusto. Lo recomendable es actualizarlo cada cierto tiempo, algo sencillo que puede ahorrarle a la familia más de un problema en el futuro.

Las cláusulas ambiguas y sus consecuencias

No menos importantes son los problemas que surgen por frases mal redactadas o disposiciones ambiguas. Una expresión que parezca clara en el momento de escribirla puede prestarse a diferentes interpretaciones años después. Y esas interpretaciones son el terreno perfecto para disputas legales. Por eso, la precisión en el lenguaje es fundamental. Aquí la labor del notario es insustituible: conoce la forma correcta de reflejar lo que realmente se quiere dejar estipulado.

El riesgo de los testamentos caseros

Entre los errores más graves está el de redactar un testamento sin asistencia profesional. El llamado testamento ológrafo, que es el que se ecribe a mano en casa, puede parecer una solución fácil, pero en la práctica suele generar problemas. La notaria María Cristina Clemente Buendía lo explica con claridad: la mayoría de quienes optan por esta vía desconocen las limitaciones legales y el sistema de legítimas que establece la ley. En consecuencia, se exponen a que ese documento acabe siendo impugnado o incluso declarado nulo.

Designar un administrador en casos especiales

No todas las situaciones son iguales, y la ley ofrece herramientas que muchas personas desconocen. Un ejemplo es la posibilidad de designar un administrador cuando los herederos son menores de edad. Pensemos en un divorcio en el que uno de los progenitores no desea que su expareja gestione los bienes que recibirá un hijo. En estos casos, el notario puede aconsejar nombrar a una persona de confianza para esa tarea, garantizando así que los intereses del menor estén protegidos.

La importancia de la transparencia y la comunicación

Planificar una herencia no es algo que convenga hacer en silencio ni dejando datos a medias. Con el notario hay que ser claros, contar la situación personal y patrimonial tal y como es. Si existen particularidades, un hijo con discapacidad, una segunda familia, bienes repartidos en distintos lugares, lo mejor es explicarlo desde el principio. La legislación ofrece herramientas para estos casos, como la posibilidad de mejorar la parte del cónyuge o establecer fórmulas que protejan a los más vulnerables. Pero todo eso sólo funciona si se habla con transparencia.

Prever escenarios inesperados

Otro aspecto que a menudo se pasa por alto es la posibilidad de que un heredero muera antes que la persona que ha hecho el testamento, o incluso al mismo tiempo. Si no se contemplan estas situaciones, la herencia se puede complicar con nuevas divisiones o con la figura de herederos sustitutos. Incluir en el testamento una previsión de qué hacer cuando ocurren estos casos facilita mucho los trámites y evita sorpresas desagradables para los familiares.