Ya lo había advertido Ancelotti: el Real Madrid no es invencible. Ante el Leipzig sufrió su primera derrota de la temporada porque el Red Bull salió con alas y los blancos despistados y distendidos. Gvardiol y Nkunku adelantaron a los alemanes, Vinicius acortó distancias antes del descanso, Werner sentenció al final y Rodrygo maquilló el definitivo 3-2. Al campeón de Europa le cogió el toro. Menos mal que esta cornada no duele… salvo en el bolsillo.
Érase una vez un partido de Champions que Ancelotti se tomó como si fuera de Copa. El Real Madrid, con los deberes hechos que para algo es el estudiante más aplicado de la competición, se plantaba en Alemania para jugar un partido ante el bullicioso Red Bull Leipzig sin los apuros ni urgencias de otros equipos patrios. Que aprendan.
El caso es que Carletto aprovechó para dejar en Madrid a Benzema y Modric, en su particular pretemporada hacia el Mundial, y a Fede Valverde, convaleciente de la cornada del Papu. Además, también mandaba al banquillo a Carvajal, Alaba y Mendy. Seis titulares fuera. Ancelotti aprovechó la coyuntura para dar entrada en la alineación a los meritorios españoles Lucas, Nacho y Asensio, igual que a Rüdiger, Rodrygo y Camavinga, tres de sus revulsivos habituales.
El once del Real Madrid quedaba integrado por Courtois; Lucas, Militao, Nacho, Rüdiger; Tchouaméni, Kroos, Camavinga; Vinicius, Asensio y Rodrygo. Músculo, velocidad y descaro a partes iguales. Aunque para descaro el que se le presume al Red Bull Leipzig, uno de esos equipos diseñados para echarse al monte y mirar sólo a la portería rival. Lo que hizo a los 45 segundos con una jugada cocinada entre el venenoso Nkunku y el ubicuo Forsberg. Los males mayores los evitó el de siempre, Courtois, echándose al suelo y sacando uno de sus tentáculos que acaban en mano.
Los locales salieron con alas, como si se hubieran inflado a beber la marca que les patrocina. Asfixiaron al Real Madrid, incapaz de sacar la pelota limpia de su área. Los tres de arriba se mantuvieron inéditos en el arranque del duelo porque el equipo de Ancelotti era incapaz de hacer que la pelota les llegara siquiera sea en balones largos.
El Red Bull sale con alas
Poco a poco fue rehaciéndose el Real Madrid gracias a alguna conducción de Camavinga pero el partido pintaba feo para los de Ancelotti. Y los peores presagios se cumplieron en el minuto 12 cuando un despiste defensivo a la salida de un córner provocó que el Red Bull lograra el 1-0. Marcó Gvardiol, central al que el Chelsea ha comprado por 95 kilos, tras un rechace de Courtois con una mano imposible. El mosqueo de Carletto era monumental. Y pudo ser mayor si Nkunku hubiera acertado en una carrera que pilló mal parado a Militao, pero su disparo ante la salida de Courtois se fue arriba.
También en el 16 cuando fue otra vez Courtois el que tuvo que volar como Pedro Sánchez en el Falcon para desviar a córner un disparo de Haidara en la frontal. Al Real Madrid le estaban metiendo un meneo de campeonato. Que se abrochó con el 2-0 en otro despiste defensivo de los blancos a la salida de un córner, unido a un intento defectuoso de despeje de Tchouaméni, que le dejó la pelota muerta a Nkunku para fusilar a Courtois.
Baño morrocotudo. Y el Leipzig no tenía pinta de levantar el pie. Sufría el Madrid como los padres de un adolescente en viaje de fin de curso. Penaban los de Ancelotti encerrados en su área, incapaces de dar dos pases seguidos, huérfanos de carácter y liderazgo. Y pasotas en defensa. Muy pasotas. Tanto que Carletto cambió su invento y devolvió a Rüdiger al centro de la zaga y a Nacho al lateral.
Superamos la media hora sin noticias de Vinicius. Ni de Rodrygo. Ni de Asensio. De Camavinga sí. De Camavinga había noticias. Todas malas. Pérdidas de balón, excesivo en la conducción y medio estorbo en lo táctico. Hubo que esperar al 34 para que luciera la conexión Vinicius-Rodrygo. El primero la puso, el segundo aceleró y remató dentro del área, pero el meta local desvió el remate con mano firme. Igual que un remate ulterior de Vini a la salida de un córner.
Del baño a la esperanza
Aunque fuera con más de media hora de retraso por fin había comparecido el Real Madrid en el partido. Lástima que fueran 2-0. Los brotes verdes del equipo de Ancelotti fueron más verdes que brotes, así que parecía que al descanso nos iríamos con el partido más que encarrilado para el Leipzig y con el Real Madrid descarrilado. Pero no. En el 42 apareció Asensio en su primera buena obra del día y la puso al área grande. Por allí estaba Vinicius que cabeceó, casi sin querer, casi como si la pelota le diera en la cabeza y no al revés, para acortar distancias justo cuando el colegiado se echaba el pito a la boca para señalar el camino del vestuario. Pues 2-1 al descanso.
El Real Madrid salió con otro rollo en la segunda parte. Dejó espacios a su espalda pero al menos se dedicó a atacar. En el 52 la tuvo Tchouaméni en una contra qué él mismo arranco tras un gran robo de balón. Su gol cantado lo evitó Gvardiol casi bajo palos. Al menos empezábamos a ver el área del Leipzig. Los locales empezaban a pagar sus esfuerzos de la primera parte.
Vinicius se asomó al partido a campo abierto. Pero los minutos pasaron sin que sucediera gran cosa. Llegaron los cambios al filo del 70. Dani Olmo, Werner y Diallo entraron en el Leipzig. Carvajal por Lucas y Alaba por Nacho fue la respuesta de Ancelotti. Y Werner precisamente tuvo en sus gotas el tercero en una acción en la que pecó de chupón en lugar de dársela a Dani Olmo, que aparecía solito por el segundo palo.
Llega el tercero
Entonces Ancelotti miró a Hazard sin hablarle, levantó la ceja y le metió por Kroos. El belga se puso de falso nueve y Asensio volvió a la banda. Pero al Real Madrid se le agotaba el tiempo. La tuvo Vinicius en el 78 después de una buena asistencia de Asensio pero el brasileño estaba en fuera de juego.
Pero con el Real Madrid ya lanzado al ataque llegó el tercero del Leipzig. Lo marcó Timo Werner después de una buena contra de los alemanes y tras ganar la espalda a un despistadísimo Militao. Los blancos se lamían las heridas en un final de partido en el que volvieron a pagar muy caro sus despistes defensivos. Luego Dani Olmo pudo hacer el cuarto pero su disparo se marchó fuera.
Pasaron los minutos, el Real Madrid no pudo ni quiso remontar y, a pesar del postrero penalti que marcó Rodrygo para cerrar el definitivo 2-3, acabó rubricando, con más pena que gloria, su primera derrota de la temporada. Menos mal que fue en un partido que, más allá del premio económico, no valía para nada.