Vinicius Junior representó al madridismo y al mundo del fútbol en general sobre el césped de Balaídos tras hacer el tercer gol del Real Madrid frente al Celta. El brasileño acababa de disfrazarse de Ronaldo Nazario para romper a Marchesín y definir como un crack, pero él sabía que mucha culpa de ese gol la tenía Modric, que le había metido un balón en profundidad perfecto para lograr el premio. Tras celebrarlo se giró, vio a Luka y sólo le pudo hacer una reverencia. Un gesto de admiración hacia un compañero diferente. El socio de todos que mejora a sus compañeros.
En Vigo cambió el partido con un golazo. La contienda estaba nivelada hasta que Modric decidió armar su pierna derecha para clavar el balón por la escuadra. “Es inmortal, siempre juega muy bien”, aseguraba Ancelotti en rueda de prensa. Y es que Luka ha tardado dos partidos en hacer uno de esos goles que se verán en junio de 2023 cuando se hagan los resúmenes de la temporada. Un Balón de Oro que brilló en un día importante, el primero desde 2015 sin la CMK. Ese tridente para la historia ya nunca más jugará junto tras la marcha de Casemiro al Manchester United. Además, en Vigo tampoco tuvo de socio a Kroos, bajar por gripe. Pero al de Zadar le dio igual. Hizo de todos para guiar a los blancos hacia la victoria.
El partido de Modric en Balaídos siempre será especial para el croata. Fue el primero sin Casemiro, el mejor guardaespaldas que uno puede tener, pero poco le afectó en lo futbolístico. Junto a Benzema, firmó las acciones con más calidad del Real Madrid en una primera mitad donde el Celta sí fue capaz de mirar a la cara a los de Ancelotti. Luego, sacó su varita mágica para empezar a ganar el partido.
Se inventó un golazo a la escuadra que, como aseguró el propio Ancelotti, cambió el partido. Desde ese momento, dejó de remangarse más de lo habitual en labores defensivas para empezar a mover al equipo. En una de estas se inventó un pase a Vinicius para que el brasileño terminase de sentenciar el partido. Y en el minuto 77, fue sustituido por Ceballos en medio de una gran ovación de Balaídos. Se lo merecía.