El Real Madrid celebró la Decimoquinta con su afición

Madrid vibra por la Decimoquinta

El madridismo abarrotó las calles de Madrid para celebrar la Decimoquinta

La fiesta terminó a lo grande en el Santiago Bernabéu

Fiesta del Real Madrid por la Decimoquinta.

Qué noche la de aquel 1 de junio. Qué día el de aquel 2 de junio. Qué vida la de los madridistas. Cómo renunciar a esto. Madrid, España, porque, como dice Isabel Díaz Ayuso, esta ciudad es el mejor reflejo del país, salió otra vez a las calles para ver de cerca a los campeones. A sus campeones. Si hace tres semanas lo hacían por la conquista de la Liga número 36, en esta ocasión el motivo era mucho mayor: La Decimoquinta. La niña bonita. La más querida. La más especial. La copa del Real Madrid, en definitiva.

250.000 personas abarrotaron las calles de la capital de España para seguir el recorrido de los campeones de Europa. Un camino que comenzó en la catedral de La Almudena, donde la expedición madridista, encabezada por Florentino Pérez, Carlo Ancelotti y Nacho Fernández, capitán del Real Madrid, ofreció la Champions conquistada ante el Borussia Dortmund en Wembley a la patrona de la ciudad.

La siguiente parada fue la casa de todos los madrileños, donde la presidenta Isabel Díaz Ayuso, una madridista más, recibió a los flamantes campeones del Viejo Continente. Allí, salieron al balcón de Sol, donde había miles de madridistas, el loco Rüdiger puso la pimienta y Kroos las lágrimas. Su última vez, la más especial posiblemente. Y el tercer lugar institucional, donde había que mantener la compostura, estuvo muy cerquita de la diosa Cibeles. José Luis Martínez-Almeida, el talismán del madridismo aunque por sus venas corras sangre rojiblanca, recibió orgulloso de este equipo a los campeones de Europa. No era para menos. Un club de leyenda que pasea el nombre de la ciudad en lo más alto en todos los puntos del planeta. Su mejor embajador.

La locura llegó en Cibeles

Y ya, tras tanta traje y corbata, llegó el momento del desmadre. Donde el goce empieza a ser superlativo. Decían miembros de ese vestuario a OKDIARIO que cuando se suben al autobús descapotable y empiezan a recorrer las calles de la ciudad, viendo tantas emociones juntas, es un momento único que coronan con la visita a la Plaza de Cibeles. Qué momento ese. El desmadre se apodera de todos ellos, empezando por Carlo Ancelotti, que tras el tradicional puro no se olvidó de bailar y cantar. El alma de la fiesta una vez más.

El técnico italiano invitó a hablar al tímido Arda Güler, que se atrevió con unas palabras en español. Dani Carvajal, Nacho y Lucas Vázquez enloquecieron sacando todo su madridismo a lucir para cantar con la afición. No faltó tampoco la magia de Luka Modric, también con el micrófono, o la gracia de Vinicius. El silencio en Cibeles se hizo cuando Kroos dijo sus últimas como madridista palabras ante la diosa. Emoción pura.

El gran momento llega cuando Nacho, el capitán que soñaba con ese momento de niño, se subió a ver a la diosa, le puso una bufanda, le puso una bandera, la besó y levantó la Decimoquinta para locura del madridismo. La foto de los cuatro capitanes con la Copa de Europa en lo más alto de la Plaza de Cibeles fue una estampa inolvidable. Se acaba la fiesta en Cibeles, aunque quedaba más.

La guinda de la Decimoquinta

La última parada y la guinda a una fiesta colosal fue en el estadio Santiago Bernabéu. El coliseo madridista, que el sábado fue un mini Wembley, se volvió a llenar para celebrar la Champions. Allí los jugadores fueron presentados uno a uno, cantaron, bailaron y disfrutaron como niños junto a la afición y sus familias. Todos los jugadores se llevaron sendas ovaciones. Se corearon los nombres de Lunin, Kepa, Vinicius, Jude, Courtois, Carvajal, Modric, Nacho y por supuesto el de Toni Kroos en su última fiesta.

El Santiago Bernabéu se rindió a su ‘7’ cuando Vinicius saltó al campo y pidió el Balón de Oro para el brasileño al unísono. El sustituto de Cristiano. No hay dudas. Un estadio que también tronó cuando aparecieron Jude Bellingham o Luka Modric. El templo blanco se arrodillaba ante la leyenda croata.

Uno de los grandes momentos de la noche llegó con Toni Kroos y se redondeó cuando apareció Nacho Fernández con la Decimoquinta. La Copa de Europa ya estaba en casa. El rey de Europa disfrutaba de su grandeza. El Santiago Bernabéu era un clamor y cantaba el «¡Nacho, quédate!» a todo trapo. También sonó el «¡Toni, quédate!».

Nacho, Carvajal, Modric, Kroos, Jude Bellingham, en perfecto español, y Carlo Ancelotti que entonó junto a toda la plantilla y el Bernabéu el himno de la Décima, ese que ha traído bajo el brazo seis Copas de Europa en diez años. Ahora sí que llegó al final la fiesta de la Decimoquinta. Una fiesta colosal. La fiesta de los reyes de Europa. En fin, qué fin de semana la de esta primera semana de junio.

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