Rodrygo se puso el traje de superhéroe para liderar al Real Madrid ante el Cádiz. Dos golazos del brasileño que habría firmado el mismísimo Pelé rindieron la resistencia del equipo de Sergio, que se desinfló tras el descanso. Bellingham selló el 0-3 con un golazo marca de la casa. Los de Ancelotti se sobrepusieron a las bajas y dieron un golpe de autoridad a una Liga que están dispuestos a competir caiga quien caiga.
Ancelotti iba más corto de guerreros que Leónidas en las Termópilas. Su trasatlántico atracaba en Cádiz con apenas un puñado de espartanos sanos. El virus FIFA ha terminado de mermar una plantilla lastrada por las lesiones desde el verano. Sin Camavinga ni Vinicius, que no regresarán hasta bien entrado febrero, y sin los viejos inquilinos de la enfermería, Courtois, Militao, Tchouaméni y Güler, el técnico del Real Madrid tenía las habas contadas para componer su alineación.
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— okdiario.com (@okdiario) November 24, 2023
Hizo lo previsto y tiró de galones. Modric entró por Camavinga y Joselu por Vinicius. Alaba y Rodrygo rotaban. Tenía lógica la presencia de Brahim por Rodrygo entre los once elegidos, pero unos problemas estomacales de última hora del hispano que igual acaba siendo marroquí le dejaron fuera de juego, así que el brasileño tuvo que ser titular por imperativo legal.
El once del Real Madrid que saltaba al Carranza (me niego a rebautizarlo como Nuevo Mirandilla) estaba formado por Lunin; Carvajal, Rüdiger, Nacho, Mendy; Kroos, Modric, Valverde, Bellingham; Rodrygo y Joselu. Enfrente un Cádiz exigido por la clasificación pero habituado desde hace generaciones a hacer funambulismos sobre el filo de una navaja. No tenía pinta de ser un partido fácil para los muchachos de Ancelotti.
Sufre el Madrid
Y no lo fue desde el inicio. Ancelotti colocó a Fede Valverde al lado de Kroos y adelantó a Modric con Bellingham para dibujar una suerte de cuadrado mágico al más puro estilo Luxemburgo (Vanderlei, no el paraíso fiscal). El Cádiz apretaba las líneas como si fueran militantes en un congreso del PSOE. Unas veces en bloque alto y otras en bloque bajo. El vértigo de ida y vuelta del arranque se llevó por delante una amarilla tempranera a Bellingham y un disparo blandito y cruzado de Rodrygo.
Respondió el Cádiz con un libre directo de Javi Hernández que se acarició por fuera el larguero de Lunin. Lo mismo que un cabezazo posterior de Chris Ramos a la salida de un córner. Y la tercera fue un cabezazo de Navarro a las manos de Lunin. Y tras los tres avisos del Cádiz…
… llegó el gol del Real Madrid. Lo hizo Robinho, digo Rodrygo, que recibió la pelota en el pico del área por la esquinita derecha y fue sentando rivales como quien esquiva carritos de la compra en el Mercadona. Regate de cadera, regate de potencia y zas, a la escuadra. El golazo del brasileño evocaba alguna de las mejores actuaciones de madridistas en el Carranza como los inolvidables debuts de Butragueño o Robinho ante el Cádiz.
El cuadro de Rodrygo
El gol templó al Real Madrid y al Cádiz. Unos crecieron con la pelota, los otros decrecieron sin ella. El área de Ledesma empezó a ser el plató donde se grababa esta película. Kroos y Modric empezaron a emerger. Bellingham jugaba con el brazo en cabestrillo para proteger su maltrecho hombro izquierdo.
Lunin sacó una de las manos de la Liga. El disparo de Roger tenía más veneno que un pacto de Pedro Sánchez, pero el portero del Real Madrid voló y sacó una mano cambiada portentosa que hizo recordar a las mejores paradas de Iker Casillas. Luego volvieron los madridistas al partido con sendos tiros de Kroos que no acabaron con bien para el equipo de Ancelotti.
Al filo del descanso de nuevo Roger se asomó al área grande de Lunin pero su disparo a bote pronto se fue al cielo de Cádiz. Ancelotti respiró camino de los vestuarios con la victoria parcial de su equipo aunque fuera por la mínima. Su equipo, lastrado por las bajas y el tendencioso arbitraje de Cuadra Fernández, más parcial que Conde-Pumpido, había resistido 45 minutos y encima se iba con victoria parcial al intermedio.
Del que regresamos con una tensa charla precisamente entre el ínclito Cuadra Fernández y Modric, que parecía un Pantocrátor del románico. Dos amarillas mostradas al Real Madrid por casi nada y otras dos perdonadas al Cádiz por sendas jugadas obscenas. Los blancos, para colmo, perdonaron el 0-2 en una jugada de benjamines. La cocinó Bellingham, la definió Rodrygo y cuando Joselu iba a marcar en boca de gol, la dejó pasar en una acción que si la hace Higuaín se tiene que exiliar a Laponia.
Bellingham gobierna, Rodrygo sentencia
Bellingham gobernaba el partido caminando y con el brazo como Napoleón. Lastrado y pendiente de su hombro, mejoraba cualquier pelota que pasara por sus pies. El Real Madrid tenía el partido bajo control, pero no en el marcador. Esa incertidumbre la arregló en una contra Rodrygo, que dibujó otra jugada individual con la pelota cosida al pie, sentó a dos rivales y la puso lejos del alcance de la estirada de Conan Ledesma. Pues 0-2 y partido (casi) resuelto.
Unos minutos después se rompió Modric (y eso que había jugado andando) y el Carranza, uno de esos estadios que saben de fútbol, le tributó una ovación de esas que suenan a despedida. Dos minutos después llegó el tercero del Real Madrid en una jugada precedida por una falta de Kroos, que acabó en una acción individual de Bellingham, que el inglés resolvió dentro del área con un disparo seco y cruzado. Catorce goles en sus primeros quince partidos con el Madrid.
Con 0-3 y el partido sentenciado Ancelotti quitó en el 77 a Bellingham y Rodrygo por si acaso y metió a Lucas Vázquez y al canterano Gonzalo. Eran los minutos de la basura y sólo quedaba por ver el resultado final del duelo con la victoria del Real Madrid asegurada. Luego entraron Fran García y Nico Paz por Carvajal y Valverde cuando ya no había demasiada historia.
El Real Madrid abrochó su victoria cómoda por inesperada y solvente por la contundencia gracias a la inspiración de Rodrygo y a la solidez de un bloque que está dispuesto a remar y remar para ganar esta Liga.