El Real Madrid, no sin sufrimiento, logró imponerse al San Pablo Burgos (90-80) y, con ello, entra en los libros de historia de la ACB al sumar 33 triunfos consecutivos como local en el torneo, igualando una plusmarca que tenía en solitario el Barcelona desde 2010.
Decidió Sergio Scariolo que esta era una buena oportunidad para dar descanso a jugadores importantes y se quedaron en la banda vestidos de chándal Walter Tavares, Trey Lyles y Andrés Feliz. En consecuencia se abrió una puerta para que asomaran algunos de los menos habituales, como el italiano Gabriele Procida.
Suyos fueron 7 de los primeros 13 puntos de los de blanco, incluidos 5 de los 7 en el parcial de salida de 7-0. A esas alturas el equipo se sentía cómodo, pero pronto el bando burgalés empezaría a desvestirse de los complejos propios del recién ascendido en casa del campeón y a creer que podía hacer daño.
Gracias a Jhivvan Jackson, y luego por medio de Yannick Nzosa, fue capaz de mantener el tipo al desenlace del primer cuarto, sobreponiéndose incluso a siete puntos seguidos de un descansado David Krämer, ausente en el encuentro de Euroliga del pasado viernes en Belgrado contra el Estrella Roja.
El Burgos se lo cree ante el Real Madrid
Sin embargo, plantar cara no era suficiente para los de Bruno Savignani, que espoleados por los cánticos de «sí se puede» que entonaban sus aficionados en uno de los fondos, se fueron creciendo hasta el punto de ponerse por delante por primera vez con un triple de Leo Meindl y una canasta de Luke Fischer a falta de seis minutos para el intermedio.
No fue algo circunstancial, porque los visitantes lograron resistir en el pulso con unos buenos minutos de Silvio de Sousa y acabaron marchándose a los vestuarios con cinco puntos de renta favorable, todos ellos anotados sin respuesta en el último minuto y dieciocho segundos de la mitad inicial (41-46).
En la vuelta al parqué no solo retomó el San Pablo Burgos donde lo había dejado, sino que además llegó a situarse ocho arriba merced a dos triples de Jermain Samuels. No permitió el Real Madrid que las esperanzas del rival volasen más alto y con un parcial de 11-3 volvió a ponerse por delante, lo que hacía intuir un contexto favorable de ahí en adelante para sus intereses.
Nada más lejos de la realidad. El oponente, que seguía empeñado en ocupar las portadas de los periódicos del día siguiente, aguantó agarrado al enfrentamiento al llegar a la media hora, obligando a los hombres de Scariolo a un esfuerzo extra si querían evitar un disgusto (68-68).
Campazzo decide
El cuarto decisivo empezó con ambos conjuntos atenazados por la presión, unos por no perder y otros por ganar. Así, solo se vieron ocho puntos en los primeros cuatro minutos. Seis de ellos fueron de los locales, lo que les insufló un poco de aire y aumentó los nervios de un San Pablo Burgos que un minuto y medio más tarde ya iba nueve por detrás después de dos canastas de Facundo Campazzo.
Ahí se diluyeron sus opciones de hazaña, pues el Real Madrid sólo tuvo que agarrar con fuerza lo que ya tenía en su mano, aunque a falta de dos minutos su ventaja era solo de 6 puntos, para poner otra piedra más en la fortaleza que es su cancha, el hogar en el que se siente abrigado y cómodo y por el que pasan muchas opciones de alcanzar los éxitos a final de temporada.