El Real Madrid se ha adelantado en la final de la Liga Endesa tras apuntarse una inapelable victoria en el Palau Blaugrana (75-88). Enorme faena de los pupilos de Chus Mateo, que dominaron de principio a fin la apertura de esta serie por el título al mejor de cinco partidos. Con una voracidad brutal al rebote y el liderazgo anotador de Gaby Deck (18 puntos), Adam Hanga (16) y Fabien Causeur (15), los blancos recuperan el factor cancha con mucha autoridad.
Empezó la final con cinco puntos seguidos de Mirotic, pero fue un espejismo. El Real Madrid irrumpió con una firmeza espectacular. No le importó el escenario adverso, ni la ausencia de su entrenador, ni… Su ataque empezó a plena máquina, al compás de Hanga y Causeur, y la letal puntería dede el perímetro le permitió anotar 30 puntos en el primer cuarto y cerrar el parcial con +13 en el marcador.
En un pispás, Chus Mateo y sus pupilos alargaban la inercia de la reciente Final Four de Belgrado y ponían contra la pared al principal favorito al título, el vigente campeón y líder de la temporada regular. En su propia casa. Hasta el bisoño Juan Núñez, 18 añitos recién estrenados, se atrevía con una penetración de mago. ¿Y Hanga? 13 puntos en menos de 10 minutos, ahí es nada. Menudas ganas de revancha las del húngaro.
Hasta los 17 puntos (20-37) subió la máxima diferencia blanca al inicio del segundo cuarto. Llegó entonces la jugada que cayó sobre el Palau como una tonelada de hielo. Y eso que la víctima fue un jugador rival. La rodilla de Anthohy Randolph se dobló en un gesto horrible, tan antinatural que no pareció real. Al estadounidense, buen conocedor de lesiones graves, le costó hasta ganar los vestuarios. La afición culé le despidió entre aplausos.
Ni la imagen escalofriante de su jugador cojo desanimó al Real Madrid, que redobló su hambre ante un Barça desconocido, demasiado fiado a las manos de Mirotic y con un mando extrañamente errático por parte de Calathes. En ese contexto, también se quebró la barrera de los 20 puntos (29-49), aunque una virguería de Laprovittola redujo la distancia a 18 justo antes del descanso.
Deck lo sujeta
Muy claro lo tenía Jasikevicius antes de la segunda mitad: «Nos falta energía, ellos saltan más». Tan fácil como eso. Nada de sistemas complicados, de jugadas imposibles, de puntería militar. Al Barça le faltaban las ganas que le sobraban al Real Madrid por los cuatro costados. Pero ya no bastaba con igualar la voluntad, también había que poner mucho baloncesto sobre la mesa para darle emoción al duelo.
El tercer cuarto se convirtió en un intercambio de golpes que, lógicamente, favorecía al equipo blanco. Ni una oportunidad aprovechaba para correr cuando Tavares llenaba la zona de candados. Empezó a crecer la figura de Deck y también la de Kuric en el bando local, pero el Real Madrid no cedía un milímetro y seguía manejando una diferencia más que soñada. Incluso se permitió alargar la máxima hasta los 23 al término del tercer parcial (51-74)
Mirotic se tapaba la cabeza con una toalla en el banquillo. El primer capítulo de la final parecía resuelto con mucha antelación, pero Jokubaitis respondió a la necesidad culés de voluntarios y el Barça empezó a creer en la remontada con un parcial de 12-0 liderado por el base lituano (63-74, min.33). El Palau rugía, casi se obligaba a creer en el milagro, y rompió la racha la sangre fría desde el triple de Deck.
El argentino se erigió en sostén de su equipo cuando el Barça, con mucho corazón y poca cabeza, intentaba volver a la pelea. Un ‘2+1’ tras rebote ofensivo con su firma sonó a sentencia a falta de dos minutos para el pitido final (72-85). Lo reafirmó un triple de Causeur en la siguiente jugada. El Real Madrid pegaba primero en la final y lo hacía con mucha fuerza. Segundo capítulo, el miércoles en el mismo escenario (21.00 horas).