El Real Madrid arrolló al Mónaco en la jornada 9 de la Euroliga (91-73). Un partido sin historia sobre el parqué del WiZink Center en el que el equipo de Chus Mateo siguió prolongando su racha de invicto que ya va camino de los tres meses de competición. Un imponente Dzanan Musa, acompañado de la brújula del inmortal Sergio Llull aplastaron al conjunto monegasco de Kemba Walker.
Después del sufrido triunfo en Valencia, el cuadro madridista firmó un ocho de ocho en un campeonato europeo que quiere revalidar a toda costa. Pese a empezar abajo en el marcador, los blancos sacaron una ventaja de 10 puntos al final del primer cuarto que fue insalvable para los del Principado, hoy liderados por un buen Donatas Montiejunas.
En una semana complicada para los blancos, con cuatro enfrentamientos de máxima exigencia, el bando monegasco se presentaba como el tercero de la lista tras los triunfos contra el Bilbao Basket en la Liga Endesa y el Valencia Basket en la Euroliga. Un plantel peligroso que ya había ganado en el WiZink en su anterior visita, la única vez en seis precedentes oficiales, y que estuvo entre los cuatro mejores del continente el pasado curso. Pero ni por esas.
Los de Chus Mateo no miden la magnitud de quién tienen enfrente. Son el equipo a batir, lo saben y como tal salen todos los partidos a la pista con un alto nivel de autoexigencia. Esta vez no fue la excepción y, tras corregir algunos desajustes que acomodaban los lanzamientos exteriores del Mónaco, se metieron pronto en faena.
Repaso del Real Madrid al Mónaco
Pese a intentar solo un triple en casi cuatro minutos, fueron sumando lo mismo que su oponente hasta el momento de dar el primer golpe de autoridad. Un parcial de 11-2, con Musa desatado, les ofreció un colchón de nueve puntos. Siguió con su inspiración el bosnio hasta el final del primer acto y se le unió Walter Tavares, sumando entre ambos hasta 22 de los 30 puntos de un colectivo que terminó con 7 de 8 en lanzamientos de dos.
Tras reponer fuerzas brevemente, comenzaron a llover los triples que antes brillaban por su ausencia de la mano de Llull. El balear clavó dos seguidos y el postrero de ellos encolerizó al técnico rival, Sasa Obradovic, que con la cara roja de ira a juego con su corbata se hizo oír en el tiempo muerto.
No le importó al madridista, que todavía tuvo tiempo de anotar otro más sobre una bocina de posesión para situar a los suyos veinte por delante. La insolencia de Llull hizo asomar el orgullo del Mónaco, que con un 2-9 favorable terminó poniéndose a menos de quince y arrastró esa desventaja hasta el intermedio.
La distancia se mantuvo durante el arranque del tercer acto, pero con la sensación de que el Real Madrid todavía se guardaba algo contra el Mónaco en la Euroliga. Esa energía la descargó con un parcial de 12-2 sostenido en el tiempo, que a falta de un cuarto de hora para la conclusión le dio una renta de 23 puntos. El trabajo estaba ya hecho, con mucha antelación y con grandes números: 80 puntos, 28 rebotes defensivos y 23 asistencias al cierre del tercer cuarto.
Último cuarto sin historia
Convertir en testimoniales los diez minutos decisivos ante un conjunto como el Mónaco está al alcance de pocos equipos europeos. Pero así fue para el Real Madrid, que alcanzada la barrera de los 30 a favor se limitó a cerrar la velada sin hacer más daño del ya causado al Mónaco en la Euroliga y a pensar en su siguiente reto, la visita liguera del Unicaja Málaga.