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Liga Santander: Atlético de Madrid 2-0 Valladolid

Llorente es el líder

Marcos Llorente fue la kryptonita de un buen Valladolid en el Wanda Metropolitano. El centrocampista salió al terreno de juego tras el descanso y revolucionó el partido hasta guiar al Atlético de Madrid a la victoria (2-0) y al liderato provisional

  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

El Atlético de Madrid cuenta con argumentos suficientes como para ser considerado, casi por unanimidad, como el principal candidato a proclamarse campeón de Liga. El conjunto rojiblanco cuenta con ese punto de moral que le permite llevarse los tres puntos en encuentros que se le ponen cuesta arriba, y ni siquiera necesita que sus grandes estrellas jueguen de inicio para acabar con el triunfo. El Valladolid, después de una primera mitad de notable alto, experimentó la explosión de la tormenta colchonera, ejemplificada en Marcos Llorente, el increíble Hulk de un Atleti que, por el momento, es el más fuerte de esta Liga.

Las rotaciones son una práctica obligación en esta primera mitad de temporada, sobre todo para los equipos Champions, y Diego Pablo Simeone giró una vuelta más su sistema para medirse al Valladolid. Al Cholo le venían funcionando los cambios en Liga, pero dejar a Llorente, Carrasco, Koke y, sobre todo, Joao Félix fuera del once inicial era quizá exagerado, teniendo en cuenta que el rival era un equipo en forma y pleno de confianza como el de Sergio González.

Poderosos en área propia y verticales buscando la rival, el conjunto pucelano se desplegó con tronío sobre el césped del Wanda Metropolitano. Sabedores de la superior calidad individual del Atleti, que pese a los cambios contaba con Vitolo, Luis Suárez, Correa o Lemar en el terreno de juego, el Valladolid optó por el pragmatismo que tan buenos resultados le ha dado en cursos anteriores, y que le ha permitido reflotar tras un inicio de campeonato en suspenso y que a punto estuvo de costarle el puesto a su entrenador.

La velocidad de Marcos André, una versión –muy– reducida del mejor Diego Costa, permitía al Valladolid salir, y desde segunda línea, Alcaraz, Jota o Kike Pérez se acercaban al gol, aunque sin el acierto necesario como para inquietar a un siempre firme Oblak, que sí protestaba por contar con más trabajo del habitual por la fragilidad de su equipo.

El Atleti echa de menos a sus cracks

El problema del Atlético, sin embargo, no estaba en la defensa sino en la fase ofensiva, sobre todo en términos de creación. Faltos de sus dos principales focos creativos, Joao Félix y Koke, el conjunto rojiblanco no se encontraba más allá de alguna construcción de Herrera y con Saúl, que a cada día que pasa parece involucionar más, en punto muerto. Luis Suárez, de reaparición después de su positivo por coronavirus, tampoco comparecía para ayudar lo suficiente a su equipo.

El descanso llegaba como un alivio para el Atlético, que no podía con un Valladolid en involución. Las piezas de arriba peligraban para los cambios y fue la más débil en la teórica, Vitolo, la que se quedó en vestuarios para dejar su puesto al toro Marcos Llorente, tan importante como el que más en el sistema del Cholo Simeone.

Las circunstancias del partido no cambiaron demasiado, pero casi en la primera oportunidad clara del partido para el Atlético, el balón acabó en el fondo de las mallas. Thomas Lemar se reencontraba con el gol en el momento justo, después de más de 19 meses sin anotar. Un centro de Kieran Trippier no llegaba a alcanzar a Suárez en boca de gol, pero el movimiento del charrúa tumbaba a Masip y permitía a Lemar, en el segundo palo y casi sin ángulo, anotar sin la oposición del portero. Con cierta suerte y probablemente sin merecerlo, pero el Atlético este año tiene de su lado la suerte del campeón, y ya estaba por delante en el luminoso.

Lemar golpea, Llorente revoluciona

Simeone, que tenía a Félix y Koke preparados en banda, no paró sus cambios y les dio la alternativa para seguir con la fiesta en busca de más goles que finiquitaran el partido. El Valladolid estuvo varios minutos noqueado, pero la falta de profundidad del cuadro rojiblanco, ya sin Suárez en el terreno de juego, le hizo quedarse corto y permitir otra vez estabilizarse al rival.

Los titulares se posicionaban del lado de Lemar, pero el hombre del partido no era otro que Marcos Llorente. Su resurrección y reubicación ya no deben catalogarse como tal, y es que su rendimiento sostenido le convierten en un argumento para cambiar partidos con regularidad. Con un físico muy por encima de la media, su inteligencia le otorga otro plus que finaliza con su figura entre la de los mejores jugadores del mundo.

Marcos cierra el partido

Al tiempo que se escribían estas líneas, una salida en largo encontraba la consiguiente prolongación de Trippier y el inicio de la tormenta. La jugada había colocado a Llorente preparado para correr, y dos segundos después, medio campo estaba recorrido, y el balón convertido en el 2-0. Su conducción fue perfecta, la potencia de serie y la definición, a la altura de los mejores ‘9’. Llorente es un jugador descomunal y el Atlético, con él en el campo, está siempre más cerca de ganar los partidos.

Koke gestiona, Joao templa y Llorente acelera. Esta constante ha permitido al Atlético escapar de los rivales partido a partido y convertirse en el primero de los favoritos a la Liga. La segunda mitad ante el Valladolid, ya desdibujado hasta el 2-0, fue una fiel demostración de lo que es un Atlético, gris y apagado en la primera parte, y el de la segunda, ya con sus jugadores clave sobre el terreno de juego.