La cara oculta de Maradona: drogas, infidelidades, alcohol, obesidad y persecución fiscal
Diego Armando Maradona ha marcado un antes y un después en el mundo del fútbol. Su peculiar forma de vivir le convirtió en leyenda al mismo tiempo que granjeaba un inmenso número de enemigos. Para muchos fue el más grande dentro de los terrenos de juego, pero fuera de ellos su vida fue un completo desastre que le ha llevado a morir a la prematura edad de 60 años.
Cinco hijos con cuatro mujeres diferentes, perseguido por el fisco italiano, con problemas serios con el alcohol y las drogas que le llevaron a la depresión y la obesidad. Una leyenda indudablemente forjada por su cara B, esa que le hizo desafiar a todos los poderes establecidos, al tiempo que se ganó el amor de su pueblo hasta el punto de crear una iglesia propia.
Maradona cambió el deporte del balón, pero lleno páginas y más páginas de la prensa mundial con todos los escándalos que le rodearon. Todo comenzó a torcerse en Barcelona, tal y como él admitió, probando allí las drogas por primera vez y embarcándose en una vorágine que se descontroló en Nápoles y que nunca pudo volver a enderezar.
El mediapunta tuvo una serie de relaciones amorosas con su novia de siempre Claudia Villafañe llevándose la peor parte de todo. Diego fue padre de un hijo con el mismo nombre por primera vez con la futbolista Cristiana Sinagra tras una fugaz aventura entre ambos. Después de negarlo durante décadas, finalmente en 2016, reconoció que era fruto de una relación extramatrimonial y emprendió una relación cercana con su primogénito.
Con Claudia Villafañe tuvo dos hijas, Dalma y Giannina –quien a su vez tuvo un hijo llamado Benjamín con el Kun Agüero–, mientras que su hija Jana llegó de una relación efímera con Valeria Sabalain tras una de sus ‘clásicas’ crisis con Villafañe. Maradona tardó 12 años en reconocer, y por medio de un auto judicial, a la que sería su cuarta hija. Curiosamente ella y Diego Jr mantienen excelente relación por ser hijos bastardos del Diego.
La fábrica no cerró con Jana, Maradona se echó una nueva novio –esta de larga duración– en Verónica Ojeda. Tras casi una década de relación, el futbolista cortó la relación dejándola embarazada las semanas antes de la ruptura y dando lugar al nacimiento hace seis años de Dieguito Fernando.
Actualmente poco se sabe sobre la vida amorosa de Maradona, aunque su última relación con Rocío Oliva terminó de formas groseras después de que la acusase de malos tratos e incluso la Policía se personase en su hotel en Madrid por los gritos que intercambiaron ambos. De hecho, hay un vídeo en el que agrede a su pareja durante su estancia en Dubai en 2014.
Sus problemas de salud
Maradona, pese a haber sido un gran deportista, se dejó llevar por la mala vida hasta el punto de que hubo una temporada en la que permanecía más tiempo en clínicas de desintoxicación en Cuba y Argentina que en libertad para hacer lo que quisiese. Derivado de los excesos, el 10 se tuvo que someter a un baipás gástrico para bajar de los 120 kilos que llegó a pesar en 2005.
Pese a que consiguió controlar el peso, los problemas cardiacos no le han abandonado en el tiempo, mientras que viejas lesiones de su época de futbolista le han provocado una cojera permanente que hace que en los últimos tiempos le tengan que ayudar a la hora de caminar.
No puede entrar en Italia
Pese a tener una legión de admiradores en Nápoles, el club donde despuntó en Europa, Maradona no puede volver a Italia al adeudar al fisco la cantidad de 34,2 millones de euros después de haber eludido pagar impuestos durante sus dos últimas temporadas en el equipo de San Paolo. La última vez que estuvo allí le incautaron dos relojes por valor de 10.000 dólares antes de salir huyendo. En Estados Unidos también estuvo vetado una temporada sin entrar por su positivo en el Mundial de 1994. Dos años después intentó ir al país yankee y le denegaron el visado.
Demandas con ex mujeres y ex agentes
A la larga lista de litigios que Maradona ha tenido por episodios de violencia con periodistas –a los que disparó con un rifle de aire comprimido en 1994–, camareros e incluso fotógrafos, se une la demanda que mantiene abierta con su ex mujer Claudia Villafañe tras su divorcio. Más de dos décadas de esa separación, ambos no han llegado a un arreglo por las cosas que Villafañe se quedó. Por otra parte, también se peleó con su agente de toda la vida, Guillermo Coppola, con quien mantuvo litigios durante cinco años por apropiación indebida de su patrimonio.
Siempre se mojó en política
«Soy de izquierda, todo de izquierda, de pies, de fe, de cabeza. Pero no en el sentido que ustedes le dan en Europa al término político. Soy de izquierda en el sentido de que soy para el progreso de mi país, para mejorar el tenor de la vida de la gente pobre, para que todos tengamos paz y libertad», dijo Maradona en 1986 tras ganar el Mundial que le elevó a los altares del fútbol.
Íntimo de Fidel Castro, al que entrevistó en televisión, y muy cercano a los regímenes populistas de Latinoamérica como Venezuela –donde bailó para que la gente votase a Maduro–, Maradona nunca ocultó su odio hacia el capitalismo tatuándose la cara del Che Guevara en su brazo derecho. Como dato curioso, acudió junto a Hugo Chavez a protestar por la visita a Argentina del presidente estadounidense George Bush en 2004. «Creo en Hugo Chávez. Soy chavista. Todo lo que hagan él y Fidel, para mí es lo mejor».
Sus últimos bailes
Después de toda una vida relacionada con el mundo del fútbol y el estrellato, Maradona se ha tomado esta última década una manera diferente tras su destitución como entrenador de la selección argentina en el Mundial de 2010. Su sueño siempre fue volver a dirigir la albiceleste, pero no ha dejado de trabajar en pos de reafirmar su calidad como técnico.
Tras aceptar un trabajo como técnico del Al-Wasl de Emiratos Árabes Unidos estuvo alejado de seis años de los banquillos. Luego dirigiría en segunda división al Al-Fujairah y a Dorados de Sinaloa –del que Netflix sacó una serie que ahora se encuentra en los tribunales– para finalmente aterrizar en Gimnasia de La Plata, donde ha dado sus últimas lecciones. Se marcha una persona irrepetible, un ídolo para muchos y un villano para otros tantos. «¿Sabéis qué jugador hubiese sido yo si no hubiese tomado cocaína? Qué jugador nos perdimos… Me queda el mal sabor de boca que hubiese sido más de lo que soy. Te puedo asegurar que sí». No hay nada más que decir. Maradona, en estado puro.
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