Si duermes boca abajo o cambias de postura constantemente, podrías estar sufriendo esto
Dormir bien es mucho más que cerrar los ojos y desconectarse del mundo. Es un momento clave en el que el cuerpo se recarga, el sistema inmune se refuerza y la mente pone en orden todo lo vivido durante el día. Sin embargo, conseguir un descanso profundo y reparador no siempre es tarea fácil, especialmente en verano, cuando el calor y los cambios en la rutina pueden jugar en nuestra contra. A esto se suma un factor que muchas veces pasamos por alto: la postura en la que dormimos. ¿Duermes boca abajo? ¿O prefieres dormir boca arriba o de lado?
Según la doctora Sara Marín, esta puede ser un reflejo claro de cómo se encuentra nuestro cuerpo a nivel interno, especialmente en lo que respecta al estrés. Dormir en ciertas posturas podría revelar que nuestro organismo está respondiendo a altos niveles de cortisol (la hormona del estrés) durante la noche.
Esto es lo que debes saber si duermes boca abajo
Dormir mal no se traduce sólo en despertarse cansado. A veces, es nuestro cuerpo el que habla mientras dormimos. Y lo hace a través de señales que muchas veces ignoramos: la forma en la que estamos en la cama, los movimientos involuntarios y la tensión muscular. La doctora Sara Marín, médica especializada y divulgadora en redes sociales, ha abordado este tema en su cuenta de Instagram.
En uno de sus vídeos más recientes, Marín alertó sobre ciertas posturas al dormir que podrían estar indicando que el cuerpo está sometido a altos niveles de estrés nocturno. Estas señales incluyen dormir en posición fetal de manera muy encogida, apretar la mandíbula o los puños durante el sueño, mantenerse boca abajo con el cuello tenso o cambiar de postura de forma constante durante la noche. Por lo tanto, si duermes boca abajo, podría ser un síntomas de que tu organismo está en estado de alerta incluso mientras debería estar descansando.
«El cuerpo habla mientras dormimos, y muchas veces lo hace a gritos», comenta la doctora. El estrés, añade, no sólo afecta durante el día en forma de ansiedad, impaciencia o agotamiento mental, sino que puede colarse en el sueño y manifestarse a través de movimientos repetitivos o posturas que reflejan tensión acumulada. Detrás de estas señales, suele encontrarse un desequilibrio hormonal, en especial un aumento del cortisol, la hormona que se activa en situaciones de estrés prolongado.
Este exceso de cortisol durante la noche puede impedir que el cuerpo se relaje lo suficiente como para entrar en las fases más profundas del sueño, que son las que permiten una recuperación real. Por eso, si nos despertamos agotados, contracturados o con la sensación de no haber descansado, es posible que el cuerpo haya estado en una especie de «modo supervivencia» durante buena parte de la noche.