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Confirmado por los expertos: toda la verdad sobre cómo se asignan los asientos de los aviones

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Cuando viajamos en avión, la elección de asiento puede parecer una cuestión de preferencias personales, pero detrás de cada asignación existe un complejo sistema que pocos conocen. A primera vista, podría parecer que la ubicación de los pasajeros es arbitraria o simplemente depende de las preferencias individuales, pero la realidad es que las aerolíneas utilizan algoritmos avanzados y tienen en cuenta numerosos factores para decidir dónde deben sentarse. Los pasajeros suelen tener diferentes prioridades al escoger sus asientos: algunos prefieren ventana para disfrutar de las vistas, otros optan por el pasillo para tener más libertad de movimiento, y hay quienes buscan el espacio adicional que ofrecen las salidas de emergencia.

Sin embargo, lo que la mayoría desconoce es que las decisiones sobre la asignación de asientos no dependen únicamente de estas preferencias. Las aerolíneas buscan optimizar diversos aspectos operacionales como el equilibrio de la aeronave, la eficiencia del combustible y hasta la satisfacción del cliente. Esto significa que la disposición final de los pasajeros en la cabina está determinada en parte por factores técnicos que muchas veces escapan al control de los viajeros. Además, se consideran variables como la distribución del peso dentro del avión o la reorganización en caso de cambios de aeronave a última hora.

¿Cómo se asignan los asientos de los aviones?

La inteligencia artificial (IA) ha transformado por completo la gestión de las aerolíneas, y un ejemplo de ello es Iberia. Según explica Ferrán García Rigau, director de data y sistemas de relación con clientes de la compañía, en una entrevista en la Cadena SER, la IA ayuda a equilibrar el peso de los pasajeros en el avión para optimizar el consumo de combustible durante el despegue. Este equilibrio evita que el avión se incline hacia adelante o hacia atrás, lo que resulta crucial para la eficiencia. Además, cuando surge la necesidad de cambiar de avión, el algoritmo redistribuye a los pasajeros en cuestión de segundos, lo que ha reducido considerablemente el tiempo de reorganización.

La inteligencia artificial también se utiliza para predecir la cantidad de equipaje que se cargará en bodega, lo que permite a la aerolínea calcular el espacio disponible para mercancías. Asimismo, anticipa las preferencias alimenticias de los pasajeros basándose en datos de vuelos anteriores. Por ejemplo, en vuelos hacia Finlandia, suelen quedarse sin un tipo específico de bocadillo. De igual manera, la IA analiza encuestas de satisfacción para prever qué pasajeros estarán más contentos con el servicio. Según García Rigau, la percepción del servicio varía entre culturas: los estadounidenses suelen valorar más la atención constante, mientras que los españoles prefieren que no se les moleste durante el vuelo.

Un caso interesante es el de la apertura de nuevas rutas, como la de Maldivas, que surgió durante la pandemia gracias a la IA. Analizando comentarios en redes sociales, Iberia detectó que la política más flexible en Maldivas respecto al Covid-19 generaba un interés especial en viajar a este destino. Este análisis permitió a la aerolínea adelantarse y lanzar una ruta temporal hacia las Maldivas, que resultó ser todo un éxito.

Aunque la IA ofrece un análisis detallado, todavía hay información que no resulta fácil conseguir, como el coste exacto de un avión. García Rigau explica que el reto no radica en la seguridad o en la vida útil de la aeronave, ya que pueden operar durante muchos años, sino en el confort que ofrecen a los pasajeros. Por eso, Iberia decidió actualizar su flota en 2013, aunque los aviones todavía podían seguir volando. Finalmente, García Rigau menciona que uno de los datos que le gustaría tener es el tiempo real de espera en los mostradores de facturación del aeropuerto de Barajas, algo que la IA aún no ha conseguido ofrecer, pero que podría mejorar significativamente el servicio al cliente.