5 rituales que siempre hacía mi abuela y que funcionaban al 100%: sal en la puerta y la vela de los miércoles
Durante generaciones, las casas han estado llenas de pequeños rituales que buscan proteger el hogar, atraer la buena suerte o ahuyentar los malos espíritus. Muchos los llamaban supersticiones; otros, simplemente, «los trucos de la abuela». Lo curioso es que, algunos de estos rituales están resurgiendo con fuerza, gracias en parte al auge de las redes sociales. Vídeos de «rituales de limpieza energética», «amuletos de abundancia» o «afirmaciones frente al espejo» acumulan millones de visualizaciones. Lejos de ser una moda pasajera, este interés la necesidad de encontrar sentido y calma en medio del ruido.
En tiempos donde todo va a un ritmo de vértigo, rescatar estos rituales es una manera de reconectar con nuestras raíces. En palabras de un experto en culturas populares, «la magia popular es, en el fondo, una forma de educación emocional colectiva. Durante siglos, estos pequeños rituales han servido para expresar miedos, deseos y esperanzas de una manera simbólica y accesible para todos. Son códigos que enseñan a gestionar la incertidumbre, a pedir ayuda cuando no hay respuestas y a celebrar lo cotidiano. No se trata sólo de superstición, sino de una pedagogía invisible que nos recuerda que el ser humano necesita creer, agradecer y despedirse de lo que le pesa».
Los rituales que puedes hacer en tu casa
En un mundo que avanza a ritmo vertiginoso, cada vez más personas buscan refugio en lo sencillo. Los rituales ya no se consideran simples supersticiones, sino gestos con significado, anclados en una tradición que combina intuición, psicología y un profundo deseo de bienestar.
Encender una vela los miércoles, poner un poco de sal en la entrada, llevar un hilo rojo en la cartera o hablar con el espejo antes de dormir parecen acciones triviales, pero todas simbolizan la necesidad de sentir que podemos influir, al menos un poco, en nuestra suerte y en nuestras emociones.
Hoy, muchos de esos gestos han sido reinterpretados por las nuevas generaciones que los comparten en redes sociales o los incorporan a sus rutinas de autocuidado. Lo que antes era parte del imaginario popular, ahora convive con velas aromáticas, afirmaciones positivas y rituales de bienestar. En el fondo, el propósito sigue siendo el mismo: purificar, atraer lo bueno y soltar lo que ya no sirve.
1. La sal en la puerta
De todos los rituales domésticos, éste es quizá el más extendido, ya que a la sal se le atribuyen propiedades de protección y pureza. «Cuando haya tensión, echa sal en la entrada y di: lo malo se va, lo bueno se queda». Teniendo en cuenta que el estrés es una de las principales enfermedades del siglo XXI, este ritual ayuda a limpiar el ambiente emocional del hogar y, de esta manera, reconectar con nosotros mismos. No se trata de creer o no creer, sino de crear un momento consciente para soltar lo negativo y abrir espacio a lo que viene.
2. La muñeca invisible
La muñeca envuelta en tela blanca, guardada en el bolso o en un cajón, es un amuleto que muchas personas recuerdan haber visto en casa en casa de su abuela. El poder simbólico de esta muñeca reside en la idea de proteger la intimidad y mantener la calma en medio del juicio ajeno. En definitiva, se trata de establecer límites y decir de una manera simbólica «quiero estar en paz».
3. El hilo rojo en la cartera
Cortar un trozo de lana roja, hacer tres nudos y guardarlo en la cartera durante la luna nueva era, para muchas abuelas, una forma de asegurarse de que «nunca faltara lo justo». El color rojo representa fuerza vital, protección y suerte, y en Occidente se asocia con la energía del corazón y el coraje. El gesto de anudar el hilo tiene tiene un significado profundo: cada nudo es una intención, una afirmación de voluntad. Si bien este ritual no atrae billetes mágicamente, sí refuerza la sensación de control.
4. El diálogo con el espejo
«¿Quién es la más querida? ¡Yo!», repetían las abuelas cada noche frente al espejo. A primera vista, parecía un juego o una vanidad inocente. Pero con el tiempo se entiende su poder. Este ritual, sencillo y simbólico, se está recuperando en redes sociales como parte de rutinas de autocuidado o espiritualidad moderna.
5. La vela de los miércoles
El ritual más querido, y quizás el más espiritual, era el de la vela de los miércoles. Cada semana, sin falta, se encendía una vela, se formulaba un deseo en positivo y se dejaba consumir lentamente. Encender una vela representa la conexión entre lo visible y lo invisible. En este caso, hacerlo un miércoles tiene también su lógica simbólica: es el día de Mercurio, planeta de la comunicación y los propósitos. Más allá de la magia, este ritual enseña algo esencial: la importancia de poner intención en lo que queremos.