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Una población de asteroides peligrosos llega a la Tierra y no se salva nadie: la ciencia avisa y hay que prepararse

  • Janire Manzanas
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Un estudio internacional liderado por investigadores de la Universidad Estatal de São Paulo (UNESP) ha alertado sobre la existencia de asteroides que orbitan en la misma región que Venus y que podrían impactar contra la Tierra. Lo que más preocupa a los científicos es que, debido a su posición en el cielo, podrían pasar completamente desapercibidos para los sistemas de observación actuales.

Según el astrónomo Valerio Carruba, profesor de la Escuela de Ingeniería de la UNESP en Guaratinguetá y primer autor del estudio explica a la  Agência FAPESP que «existe una población de asteroides potencialmente peligrosos que no podemos detectar con los telescopios actuales. Aunque orbitan alrededor del Sol, no forman parte del cinturón de asteroides tradicional entre Marte y Júpiter. En cambio, se encuentran mucho más cerca, en resonancia con Venus, lo que los hace extremadamente difíciles de observar, aunque podrían representar un riesgo real para la Tierra en el futuro».

Los asteroides coorbitales venusinos que amenazan la Tierra

Los llamados asteroides coorbitales de Venus giran alrededor del Sol, y no del planeta, pero comparten con él la misma región orbital, con periodos semejantes. Según el investigador, «estos objetos entran en resonancia 1:1 con Venus, lo que significa que completan una vuelta alrededor del Sol en el mismo tiempo que el planeta». A diferencia de los troyanos de Júpiter, que tienden a ser más estables, los coorbitales venusinos conocidos hasta ahora son altamente excéntricos e inestables. Alternan entre diferentes configuraciones orbitales a lo largo de ciclos que duran, en promedio, cerca de 12.000 años.

Estas transiciones hacen que el mismo objeto pueda, en un momento, encontrarse en una configuración segura próxima a Venus y, en otro, pasar cerca de la Tierra. Como advierte Carruba, «durante esas fases de transición, los asteroides pueden acercarse a distancias extremadamente pequeñas de la órbita terrestre, potencialmente cruzándola».

Actualmente, se han catalogado 20 asteroides coorbitales venusinos, todos con excentricidades superiores a 0,38, excepto uno. Esto los hace más fáciles de detectar desde la Tierra cuando se alejan del Sol, pero los modelos indican que podría haber muchos más con excentricidades menores, prácticamente invisibles para los telescopios actuales.

«El origen de los asteroides se ha atribuido antes a la fragmentación, por impacto, de un hipotético planeta de tipo terrestre. Pero, hoy en día, la hipótesis más ampliamente aceptada sobre el origen de los objetos del Cinturón de Asteroides, ubicado entre Marte y Júpiter, es que son remanentes del propio proceso de formación del Sistema Solar. Estos cuerpos rocosos serían fragmentos de planetesimales que no lograron unirse para formar un planeta debido a la fuerte influencia gravitatoria de Júpiter, que perturbó las órbitas de los objetos en esa región, impidiendo su coalescencia (el proceso en que terminan fusionándose). Así, el cinturón representaría una especie de «fósil» del disco protoplanetario, que contiene bloques de construcción planetaria en diferentes estados de evolución y composición».

Riesgos potenciales

Las simulaciones realizadas por el equipo de investigación sugieren que algunos de estos asteroides podrían acercarse lo suficiente como para representar un peligro real para la Tierra. En particular, se estima que podrían existir objetos de aproximadamente 300 metros de diámetro capaces de formar cráteres de entre 3 y 4,5 kilómetros de ancho en caso de impacto.  Carruba explica que «un impacto de esta magnitud en una ciudad podría causar una destrucción masiva, alterando ecosistemas, infraestructura y vidas humanas a gran escala».

Las simulaciones muestran que, incluso los objetos más brillantes sólo serían visibles durante una o dos semanas si se encontraran por encima de los 20 grados en el horizonte.  Esto plantea un desafío adicional para la astronomía: no basta con contar con telescopios potentes; también se necesita monitoreo constante y estrategias específicas para detectar objetos que se mueven en posiciones poco habituales respecto al Sol.

Una alternativa sería utilizar telescopios espaciales orientados hacia regiones próximas al Sol. Misiones como la Neo Surveyor (NASA) y la propuesta Crown (China) podrían detectar asteroides en bajas elongaciones solares desde órbitas cercanas a Venus, ofreciendo una cobertura más amplia y continua. «La defensa planetaria necesita considerar no solo lo que podemos ver, sino también lo que todavía no podemos», explica Carruba.

Implicaciones para la seguridad planetaria

Los científicos sugieren que, para mitigar el riesgo, sería necesario desarrollar campañas de observación específicas y tecnología capaz de detectar objetos en configuraciones orbitales complejas.  Aunque la probabilidad de que un asteroide coorbital venusino impacte la Tierra en los próximos siglos es baja, los investigadores enfatizan la necesidad de preparación.

«Este tipo de estudios nos recuerda que debemos ser proactivos y no reactivos. No podemos permitirnos ignorar poblaciones de objetos que aún no hemos observado y que, en teoría, podrían acercarse peligrosamente a la Tierra en miles de años», comenta Carruba.

En definitiva, el estudio acerca de asteroides coorbitales venusinos abre un nuevo capítulo en la comprensión de los riesgos espaciales para nuestro planeta.