Los expertos dan la voz de alarma: la IA podría duplicar el coeficiente intelectual humano en los próximos meses
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Desde la programación de algoritmos que imitan procesos neuronales hasta sistemas que ganan competiciones académicas, la inteligencia artificial está alcanzando hitos que antes se consideraban ciencia ficción. Hoy, las previsiones indican que el coeficiente intelectual humano dejará de ser el referente máximo de inteligencia si los sistemas artificiales continúan así.
Y es que en pocos años, se pasó de modelos básicos a estructuras complejas que entienden, resuelven y hasta crean con niveles de precisión que dan que hablar. Las consecuencias de este cambio podrían ser profundas, por lo que esto encendió la alarma entre expertos en tecnología, neurociencia y filosofía.
¿Por qué la IA podría duplicar el coeficiente intelectual humano en los próximos meses?
La afirmación no proviene de escenarios de ciencia ficción, sino de entornos académicos y técnicos. Fabio Grigorjev, director de IA en la startup argentina Evoltis, sostiene que ya existen sistemas, como AlphaFold de Google, que igualan o incluso superan el coeficiente intelectual humano en áreas específicas como ciencia y razonamiento matemático.
Para sumar más ejemplos, modelos como ChatGPT, Claude AI y otros desarrollos recientes han obtenido puntuaciones de entre 120 y 136 en pruebas estandarizadas de Mensa. Estas cifras colocan a estas IA por encima del 98% de la población humana en términos de capacidad cognitiva.
Grigorjev señala que este fenómeno no solo es inminente, sino que ya está en marcha. Los sistemas de IA que pueden sobrepasar los 140 puntos de CI podrían aparecer antes de 2026. En este contexto, el coeficiente intelectual humano dejaría de ser el estándar de referencia.
¿Cuáles son los cambios más grandes que se están viendo en la sociedad tras el avance de la IA?
La situación se traduce en un escenario de transición. Según Grigorjev, el panorama es «bipolar»: por un lado, la IA puede resolver problemas globales como pandemias o crisis financieras. Por otro, acelera procesos que generan desempleo, desplazamiento profesional e interrogantes éticos.
En los últimos años, ya se han visto noticias en las que la IA ya gana competiciones como las olimpíadas de matemáticas. A su vez, también comienza a dominar disciplinas como la biología computacional, la farmacología y la gestión de datos a gran escala.
Empresas como OpenAI y Anthropic afirman que, para 2030, podríamos tener IA capaces de operar como «países de genios» dentro de centros de datos.
En palabras de Dario Amodei, CEO de Anthropic, estas IA serán capaces de automatizar desde investigaciones científicas hasta procesos de logística internacional. En consecuencia, muchos perfiles profesionales podrían quedar obsoletos.
¿Qué es lo mejor que podemos hacer frente a este panorama de avances tecnologicos?
Ante este panorama, la estrategia propuesta no es la resistencia, sino la adaptación. El mismo Grigorjev subraya la necesidad de asumir una mentalidad darwiniana: «No sobrevivirá el más fuerte, sino el más adaptable».
En ese marco, nuevas funciones como la de supervisores de IA comienzan a emerger. Se trata de roles que combinan conocimientos técnicos con habilidades blandas y análisis crítico.
También se prevé un giro hacia lo humanístico. La producción automatizada de arte y música por parte de sistemas artificiales podría poner en valor la imperfección y creatividad propia de los humanos. Esta sería una posible vía de reequilibrio en un entorno donde el coeficiente intelectual humano deja de ser el punto más alto de la escala cognitiva.
El impacto actual de la IA en el coeficiente intelectual humano
Diversos estudios indican que la capacidad de atención del ser humano está disminuyendo: de 2,5 minutos en 2004 a solo 47 segundos en 2025. Esta tendencia sugiere que la mente humana se adapta a un nuevo ritmo, pero a un coste evidente en términos de memoria y reflexión.
Y es que, por lo que se ha visto hasta el momento, el uso excesivo de herramientas automatizadas puede convertir al ser humano en consumidor pasivo en lugar de creador activo.
La consecuencia directa sería la pérdida de creatividad, una de las competencias fundamentales de la especie. Si la IA se encarga de generar ideas, resolver problemas y tomar decisiones, la función humana quedaría relegada a un rol secundario.
El avance de la IA ya tiene hitos marcados. Elon Musk y otros referentes tecnológicos coinciden en una fecha clave: 2029. Ese sería el punto de inflexión en el que la inteligencia artificial superaría en todos los aspectos a la humana. Sergey Brin, cofundador de Google, pone el umbral en 2030, año en que prevé el surgimiento de una AGI (inteligencia artificial general).
Sea cual sea el calendario exacto, la aceleración es evidente. El coeficiente intelectual humano, que durante siglos fue la cima del pensamiento, podría convertirse en una medida obsoleta en cuestión de meses.
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