CULTURA

El arte balear en tiempos de Covid (I): los artistas como meros ‘homeless’ del erario público

La crisis sanitaria está causando grandes disturbios en los tradicionales sectores de nuestra cultura y sociedad

¿Tendrá el arte que replantear su lugar en la sociedad?

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barrios más caros
Casal Solleric, en el Paseo del Borne de Palma.

La añoranza de un tiempo pasado que se percibe hoy en día como
mejor, o al menos más feliz, es un sentimiento generalizado en todos los
ámbitos, pero de una manera muy acusada en el mundillo del arte y aún
más en el del arte local de las islas. No sólo han pasado a segundo o tercer
plano las grandes exposiciones de ayer, los proyectos ambiciosos, las
propuestas intranquilizadoras que sometían a crítica las zonas de confort de los espectadores poco avisados, sino que encima todo ha sido sepultado por una sordina de consignas aburridas y previsibles que lo único que parecen pretender es la ratificación de la pertenencia a la tribu de los buenos.

Un somero vistazo a la oferta artística en los espacios institucionales de Baleares desde hace un par de años ofrece una magra cosecha. La memoria histórica de los herederos de la República, la preocupación por el cambio climático y los plásticos que todo lo inundan, el asunto inabordable del género y los congéneres, la violencia doméstica y la racial, en fin, todo el elenco de temas en los que estar de acuerdo confiere la carta de probidad moral, una suerte de pasaporte covid de la ética social, a quienes hacen manifestación pública de pleitesía, es lo único que puede encontrarse. Esto estaría muy bien si fuera acompañado de otros ruidos rumbo al futuro.

Lo que antaño eran posiciones revolucionarias han devenido fósiles caminantes del encorsetamiento intelectual, activos del despliegue planetario del pensamiento único. Y lo grave no es que los responsables públicos, usualmente provenientes del reino de la política, ejerzan su fanatismo con nuestro dinero, que también es público, sino que lo peor es que encuentren una completa colaboración, que llega al entreguismo, entre los artistas y por ende también entre los galeristas. La tiranía del dinero, sobre todo en tiempos crudos como los actuales, los tiempos del covid, se hace hegemónica y omnipotente.

El muy recomendable libro de Carlos Granés, Salvajes de una nueva época, desvela una buena parte de lo que a nivel local vivimos, como reflejo de una situación sociológica de mayor dimensión. Granés llega a barruntar que los verdaderos revulsivos en los tiempos actuales no son los artistas, que protagonizaron ese rol en el siglo XX ya finiquitado, ni los intelectuales y filósofos, que lo hicieron en el siglo de las luces hasta la eclosión de la Revolución francesa.

arte covid

Ahora los artistas son una suerte de funcionarios interinos (¡ni siquiera tienen la capacidad de desobediencia de un funcionario de carrera que se sabe cuasi intocable!), que viven de la limosna del Poder, que incauta no sólo su trabajo sino, sobre todo, su propio pensamiento, su manera de interpretar la realidad del mundo, es decir, que son dueños de su alma, como Mefistófeles lo fue de la de Fausto.

Cuando se va a visitar una exposición hoy en día, en casi cualquier lugar azotado por la pandemia, pero aún más en estas tierras que soportan más de una pandemia, por desgracia, a la vez, uno sabe y conoce lo que se va a poner ante sus ojos, sus oídos y su intelecto: clichés de lo consabido, el paradigma de lo que es, en la hora actual, considerado como aceptable en la guerra a muerte entre el Bien y el Mal —contienda que ha sido resucitada por, curiosamente, los que se presentan como ejemplo de tolerancia y talante librepensador.

Y Granés presenta como sustitutos de los amables artistas de hoy en día, a nivel de revulsión de conciencias, a algunos dirigentes políticos de difícil digestión, a determinados personajes públicos que alcanzan ese efecto distópico a través de acciones a menudo vergonzantes… pero que poseen, en su seno, la carga de la desazón higiénica y de la puesta en cuestión del orden establecido. ¿Tendrá el arte que replantear su lugar en la sociedad ¿Después de 2030 es posible todavía plantear una tarea artística como algo factible? (Continuará).

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