Lucena planta cara a okupas rumanos y estos responden: robo a dos comercios que pelean por echarles
En Lucena (Córdoba), llevan desde 2018 luchando contra los okupas. Una banda organizada, todos ellos de nacionalidad rumana, que lleva años amenazando al pueblo. Los vecinos poco a poco han ido ganando batallas y recuperando sus viviendas, pero los okupas están tomando represalias: en apenas una semana ya han robado a dos de los comercios instigadores de su marcha.
La última, en la madrugada de este miércoles, cuando tres encapuchados irrumpieron en la panadería Aracelitana, en la calle Mediabarba, y se llevaron las dos cajas registradoras en apenas 20 segundos. Minutos antes, habían intentado hacer lo propio, sin éxito, en el estanco de la misma calle, propiedad de Mari Carmen, que unos días atrás sufrió el robo de su teléfono móvil mientras atendía a un cliente.
Los okupas pertenecen a un conflictivo clan familiar y la Policía lleva tiempo detrás de algunos de sus miembros. Juergas en plena pandemia, peleas, redadas, drogas y amenazas a los vecinos hacen insostenible la convivencia. Efectúan enganches a la luz y el agua y, a pesar de que los vecinos han colocado puertas antiokupas, se cuelan por las ventanas e incluso se han asentado en algunas plazas de garaje. Los lucentinos denuncian la falta de escolarización de los niños okupas y casos de violencia de género en el clan.
En ocasiones, se presentan en el barrio agentes de Policía mostrando fotos de algunos de ellos: «¿Lo habéis visto? Está en busca y captura». Los vecinos pensaban que los okupas habían vuelo a su país natal, Rumanía, pero el inmueble fue cedido a otros miembros de la misma familia. El pasado 17 de febrero, los lugareños impidieron que volvieran a entrar y las consecuencias no han tardado en llegar.
«Casualmente los dos negocios que han dado la cara en los medios denunciando la situación son los dos que han robado. Es un método de presión. Hemos conseguido que no vivan entre nosotros pero lo seguimos pagando, estas mafias se mueven así», lamenta Juan, hijo del dueño de la panadería, a OKDIARIO Andalucía.
«Además de los destrozos» en el comercio, se llevaron, «que sepamos, dos cajas registradoras y un móvil. Fue muy rápido. Mi padre dejó todos los hornos preparados y se fue a las 1:00 horas. A las 2:53 horas, saltaron las alarmas y las puertas estaban reventadas. Tenemos sospechas de quién ha podido ser y, aunque no podemos decir nada, es blanco y en botella», admite.
Juan Guardeño, dueño del local, reconoce que «los problemas vienen desde hace un par de años. Han robado bastantes veces por aquí cerca, aunque a nosotros en particular no, porque no les interesaba». Hasta esta semana. Su hijo incide en que «ahora es cuando de verdad corremos peligro, porque mientras fueran nuestros vecinos no nos iban a robar». Los okupas -que vivían pegados a la trastienda- se han ido y las puertas están tapiadas, pero lo problemas no cesan.
«Te voy a pegar un tiro»
Mari Carmen, vecina de Lucena, es dueña del estanco que también intentaron robar, aunque no fueron capaces romper la verja de acceso. «Ya nos avisaron. La semana pasada me robaron el móvil y ahora esto. Más claro, agua. Es venganza», subraya.
La mujer cree que están enviando a terceras personas para ajustar cuentas. «Me han amenazado con poner una bomba en el estanco y prenderle fuego. Al niño de Juan le dijeron un día que le iban a cortar el cuello y otro que le iban a pegar un tiro», denuncia a este periódico.
En el pueblo, dice, «hemos llegado a tener en una casa casi 40 personas, en un bloque de viviendas de nueve pisos había tres familias por piso y la casa problemática en cuestión, de seis pisos, colinda con mi estanco». Todos son de nacionalidad rumana. Los más civilizados, son temporeros que llegan al pueblo para la temporada de aceituna y de la uva. «Esos van al campo, vienen, y no se meten con nadie», apunta. Los más peligrosos, pertenecen a un clan que la Policía sigue de cerca. Poseen armas blancas, armas de fuego y están buscados por toda España.
La banda de ‘Los Perca’
Una de las viviendas okupadas pertenecen a una entidad bancaria; otra, a un particular. El propietario evitaba señalarlos por miedo a posibles consecuencias: dueño de terrenos y maquinaria agrícola, sabía que podía ser el punto de mira de los okupas.
Y con razón. La peligrosa banda de ‘Los Perca’, que se movía inicialmente por Extremadura, en la zona de Almendralejo (Badajoz), trasladó su cuartel general a Lucena hace unos años. Los problemas entre ellos han sido frecuentes y los vecinos incluso han presenciado pistolas en algunas de sus disputas.
La Guardia Civil, al corriente de su historial delictivo, se presentaba recurrentemente en Nuestra Señora de Araceli, el barrio elegido por los okupas para fijar su nuevo asentamiento. Cuando se percataban de las sucesivas visitas de los agentes, abandonaban la vivienda y llegaban otros de la misma familia. Y así sucesivamente. «Si se comportaran de forma normal, no habríamos llegado a esta situación», sentencia Mari Carmen.
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