Trump ya puede pensar en la Casa Blanca
La izquierda estadounidense y mundial, incluida la española, con sus terminales propagandísticas agitando toda su maquinaria han llegado a la conclusión de que Donald Trump ha perdido las elecciones. Increíble pero cierto. Se basan para decir tal dislate que algunos de los representantes más destacados del trumpismo como el candidato a gobernador en Pensilvania, Doug Mastriano, ha perdido frente al demócrata, Josh Sapiro; o que en el mismo estado, el republicano Mehmet Oz fue derrotado frente al demócrata John Fetterman en la batalla por el Senado. Las cosas dicen que tampoco han ido bien para la candidata a gobernadora republicana Kari Lake en Arizona.
Estamos ante la clásica cortina de humo de la izquierda política y mediática para ocultar la pérdida demócrata. En política se gana o se pierde. Si la victoria es mayor o inferior, queda para el análisis de los especialistas, porque el imaginario colectivo sólo retiene las fotografías de la victoria o derrota. Y la izquierda estadounidense ha sido derrotada en las elecciones de mitad de mandato.
El descontento con el presidente Biden, uno de los gobernantes más impopulares y divisivos de la historia reciente, ha movilizado a los votantes conservadores en unas elecciones legislativas marcadas por la alta participación y el reflejo de un tiempo nuevo. Si tenemos en cuenta que el objetivo para cualquiera de los dos grandes partidos en las elecciones de mitad de mandato es el control del legislativo y marcar así la agenda, la victoria ha caído claramente del lado de los republicanos.
A la hora de escribir estas líneas, los republicanos avanzan hacia el control de la Cámara de Representantes tras cuatro años de mayoría demócrata. La ola de enfado contra el presidente Biden cala en las urnas. Queda por ver la diferencia de cuánto es respecto al ala izquierdista del hemiciclo. Los presidentes demócratas suelen dejarse un reguero de escaños en las elecciones de mitad de mandato. Así le pasó en 2010 a Obama que se dejó 63 representantes o Clinton en 1994 que perdió también más de medio centenar.
Todo parece indicar que los representantes del Partido Demócrata estarán por encima de los 200, pero deja debilitado lo que queda de mandato a Joe Biden. De entrada, la presidenta de la Cámara de Representantes, la radical Nancy Pelosi, que con sus torpes declaraciones y poco diplomáticas actuaciones estuvo a punto de abrir una nueva crisis internacional con China el pasado verano, perderá el título de tercera autoridad y se tendrá que ir a su casa.
Aún queda por ver cómo queda el control del Senado. Los conservadores han perdido un escaño en Pensilvania, y necesitan que se produzca un giro en Arizona o Georgia, para tomar el control de esa Cámara. Nevada, Wisconsin y Alaska, pendientes de asignar, ya son republicanas, mientras Arizona y Georgia son una duda. En el estado de Georgia como ninguno de los candidatos ha llegado al 50% de los votos, tendrán que ir a una segunda vuelta el próximo mes de enero como ya ocurrió hace dos años. En Arizona, se repetirá posiblemente la victoria demócrata.
El mejor de los escenarios para la derecha sería alzarse con la victoria, duda que no se despejará hasta dentro de dos meses. Si no, mejor conformarse con Cámara Alta dividida al 50-50, con la vicepresidenta Kamala Harris como voto de desempate, que obligará igualmente al partido del presidente Biden a buscar alianzas con los republicanos.
Allí donde concurrían candidatos de la derecha antitrumpistas al control de sus territorios, como ha sido el caso de Maryland y Massachusetts, han ganado los demócratas moderados Wes Moore y Maura Healey, respectivamente, que se convierten en los nuevos gobernadores.
En Florida, el gobernador Ron DeSantis y el senador Marco Rubio se impusieron fácilmente. El gobernador venció por unos apabullantes 20 puntos. Rubio obtuvo el voto hispano más alto de la historia de un candidato republicano en el estado. Los republicanos también ganaron el condado de Miami-Dame por primera vez en décadas.
Y hablando de más candidatos muy cercanos Trump. Su ex portavoz, Sarah Huckabee Sanders, fue elegida como gobernadora de Arkansas, la tierra natal de los Clinton, al igual que su mano derecha en el Congreso, Matt Gaetz.
Los demócratas esperaban darle un baño a Trump y todo lo que significa, pero no lo consiguieron, como ya les ocurrió en las presidenciales de hace dos años. Los republicanos buscaban una ‘ola roja’ y tampoco ocurrió. La única realidad es que las elecciones de mitad de mandato han desvelado que Biden ha sido incapaz de cumplir su compromiso de unificar al país. De estas elecciones el presidente sale más desgastado a cómo entro. ¿Pero qué puede esperarse uno de un mandatario que la mitad de las veces no sabe ni dónde está?
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