Opinión

Torra gobierna España

Pedro Sánchez ha dado un paso más para entregar la viabilidad del Estado a los separatistas. Con el apoyo público a un «referéndum sobre el autogobierno en Cataluña», el presidente da más alas a sus proclamas y deseos de ruptura. El jefe del Ejecutivo hace este anuncio en un momento en el que, además, están más radicalizados que nunca desde el golpe de Estado del pasado 1 de octubre. El propio Quim Torra asegura que «llegaré hasta el final, sólo debo lealtad al Parlament». En vez de aplicar un nuevo 155, tal y como exige la situación, Sánchez opta por seguir abriendo la mano. Obligado por esos 84 diputados con los que trata de sostener un Gobierno imposible. De persistir en ello a base de concesiones, será una ruina segura para España.

El actual Ejecutivo es tan débil que es Torra quien gobierna realmente la nación. El xenófobo independentista propone, dispone y ejecuta. Pedro Sánchez se limita a consentir. Afortunadamente, la oposición funciona y tanto Partido Popular como Ciudadanos han actuado con celeridad a la hora de cuestionar el anuncio del presidente del Gobierno para defender los insoslayables principios constitucionales. Resulta muy preocupante que Sánchez ahonde en la idea del «autogobierno». De consumarlo, supondría un nuevo Estatuto de Autonomía que no sería más que un remedo del que ya fuera rechazado por el Tribunal Constitucional (TC).

Aquel célebre Estatut de 2006 tenía 14 artículos inconstitucionales, entre ellos los que se referían al Consejo de Justicia de Cataluña o a la contribución de la región a los impuestos estatales. ¿Se imaginan que ese «autogobierno» que apoya Sánchez permitiera juzgar a los golpistas con un Tribunal propio? Pedro Sánchez ha de rectificar si no quiere propiciar, entre otras cosas, que un pirómano de la política como Quim Torra acabe nombrando a los jueces en Cataluña. El Gobierno no puede seguir posicionándose del lado de los separatistas. De lo contrario, España pagará una factura inasumible y el propio Partido Socialista quedará destruido. Ni si quiera sus votantes más fieles podrán entender cómo para gobernar España se puede poner en jaque la propia Constitución.