Sánchez ya tiene su «Stasi»: tras los jueces, los periodistas
El Gobierno socialcomunista utiliza el Centro Nacional de Inteligencia para investigar «canales de comunicación» que «erosionan la confianza en las instituciones públicas». Partiendo del hecho de que no hay canal de comunicación que erosione más la confianza en las instituciones públicas que los del mismísimo Gobierno socialcomunista (que es, por cierto, quien controla el CNI), habrá que preguntarse qué es lo que pretenden los servicios de inteligencia. Y lo dejan meridianamente claro: «Detectar aquellas plataformas digitales que presenten al mismo tiempo y de manera sistemática una combinación de falta de transparencia, publicación de noticias falsas y narrativas anti-sistema destinadas a erosionar el contrato social y la cohesión social en las democracias».
No es difícil concluir que lo que está haciendo el Gobierno de Pedro Sánchez, a través del CNI, es vigilar a los medios de comunicación críticos con el socialcomunismo -que están dentro de lo que denomina «plataformas digitales»- para, en función de una interpretación partidista y sectaria, acusarles de ser poco menos que un peligro para la democracia. La pregunta es sencilla: ¿Quién, dentro del CNI, determina qué canales de comunicación publican noticias falsas? ¿Con qué criterios? ¿Quién del CNI concluye que este o aquel carece de transparencia? Según el CNI, las plataformas digitales que no revelen sus fuentes se convierten en sospechosas, cuando el secreto profesional periodístico -el derecho fundamental que tienen los informadores a no revelar sus fuentes- está consagrado en la Constitución precisamente para que el periodista pueda ejercer su labor con plena libertad. ¿En qué delirante plan está metido el CNI?
El CNI le ha puesto nombre al programa de actuación y estudio de las plataformas digitales: se llama ELISA, vaya usted a saber por qué. Pues bien: vamos a llamar a las cosas por su nombre. ELISA no es más que una mordaza diseñada por el socialcomunismo dentro de la estrategia de acoso y derribo de los medios de comunicación críticos. La particular Stasi de Pedro Sánchez, aunque con nombre de mujer. La Stasi, el Ministerio para la Seguridad del Estado, era el órgano de inteligencia de la Alemania comunista orientado a vigilar y controlar a los ciudadanos de la RDA dentro de un plan siniestro de destrucción profesional y personal de todos aquellos que no comulgaran con el régimen. Sánchez ya tiene su Stasi y se llama ELISA. El golpe avanza: tras los jueces, ahora van a por los periodistas.
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