La retirada de Afganistán y la izquierda ‘fake’
En muy pocos días ha tenido lugar la evacuación masiva de occidentales y colaboradores en Afganistán. El gobierno de España ha sacado todo el partido mediático que ha podido al asunto. A nivel mundial, se comienza a hablar del declive de occidente, de su incapacidad para enfrentarse a nuevos enemigos, de la pérdida de posición…
Les contaré una anécdota. Hace casi seis años, el atentado en la sala Bataclán de París me pilló en una fiesta juvenil de un Colegio Mayor con el que colaboro. Comenzaron entonces las conversaciones y los universitarios de apenas veinte años comenzaron a dar sus opiniones. Para ellos, en su todavía limitada visión del mundo, el único líder capaz de enfrentarse a la bestia era Putin. Naturalmente dicha visión es injusta y parcial, sobre todo después del esfuerzo militar realizado por los Estados de la UE y USA en lugares como Afganistán. Pero la propaganda progre a la que aquellos jóvenes vivían sometidos les hacía incapaces de percibir la realidad. El pacifismo de inspiración comunista ha calado en la sociedad de tal modo, que vivimos en una especie de parque de atracciones feliz de espaldas a las amenazas del mundo.
Dicho pacifismo tuvo en España su mayor expresión reciente en la campaña de las izquierdas con el “no a la guerra” de Irak en 2003-2004, y la consiguiente retirada de las tropas bajo aclamaciones por parte del Presidente Zapatero. Al tomarse aquella decisión, la misma izquierda que apoyó dicha retirada, apoyó aumentar nuestra presencia en Afganistán. La retirada de Afganistán ha puesto al descubierto que teníamos allí una presencia importante apoyada parlamentariamente por el bloque de la moción de las izquierdas que a diario predica el pacifismo. Un pacifisimo que, como tantas otras cosas del “pensamiento Alicia” zapateril (como lo llamó Gustavo Bueno) es fake: no se puede huir de las amenazas violentas.
Si junto al pacifismo de siempre valoramos dos aspectos más de la propaganda izquierdista, cuales son la pandemia y el feminismo, la situación propagandística resulta más patética todavía. A diario se publican noticias sobre la lamentable “violencia machista”. Sin embargo, pese a ser el machismo de los talibán mucho más expreso que el de todos los crímenes domésticos, la respuesta es la evacuación de unos pocos, y el consiguiente abandono de cientos de miles de mujeres de las que nadie nos va a hablar. ¿De verdad cree la izquierda en la lucha feminista? Porque hacer minutos de silencio contra los asesinos que por desgracia tenemos es muy fácil. Pero enfrentarse al wahabismo machista a nivel mundial es mucho más complicado. No veo yo a las feministas españolas boicoteando por ejemplo a los clubes de fútbol financiados por jeques árabes.
En cuanto a la pandemia, lo de Afganistan ha demostrado que en caso de urgencia se deja de hablar del COVID. ¿O es que acaso no había COVID en Afganistán? La pregunta entonces resulta inevitable: si cuando pasa algo más grave podemos funcionar como si la COVID no existiera, ¿se ha bloqueado la vida social y política española más de la cuenta este año y medio sin justificación? Los hechos de Afganistán cuestionan la posición de la propaganda izquierdista al respecto de los últimos meses.
En suma, la retirada de Afganistán ha puesto de manifiesto, una vez más, que la realidad supera el relato de la izquierda.
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