Progresismo de amiguetes
Sin rubor. La vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, explicaba esta semana en una entrevista que, en el marco de la negociación con Podemos, el presidente del Gobierno tiene intención de ofrecer a la formación morada puestos en organismos como la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) o el Defensor del Pueblo. En ese sentido, el ministro de Fomento concretó aún más las intenciones del PSOE al precisar que “una cosa es la representación o participación, y otra el control”, además de asegurar que todavía no se habían planteado si las empresas publicas entraban en el “paquete”.
En una democracia consolidada tales declaraciones son inadmisibles. El desprecio de los miembros de un gobierno por la necesaria neutralidad que debe presidir el funcionamiento de los organismos e instituciones del Estado es un boicot democrático. El poder Ejecutivo tiene la obligación de velar por la credibilidad de las instituciones y la zafiedad con la que estos ministros en funciones hacen un uso electoralista de éstas resulta un espectáculo ignominioso que, en condiciones objetivas, implicaría dimisiones.
Desgraciadamente la izquierda tiene patente de corso. Mientras que los sucesivos gobiernos populares han soportado la presión social ejercida por unos sindicatos públicos subvencionados y que, durante años, han actuado como palanca electoral –acuérdense de los mareas blancas, verdes o el luto de los funcionarios de RTVE-; la llegada de los socialistas al poder va siempre precedida de una calculada paz social que sirva a la identificación ilegitima de la izquierda con una mal entendida justicia social. Nada de lo que ocurre es casual
Fueron innumerables las ocasiones en las que el jefe de la oposición afeó a Mariano Rajoy la utilización política de los organismos y empresas públicas. “Vamos a poner en pie una economía productiva frente al capitalismo de amiguetes del PP”, denunciaba entonces Sánchez. La realidad es que, en apenas un año, el número de cargos colocados a dedo por el gobierno socialista alcanza los 330 según ha denunciado el diario El Mundo esta misma semana. Sin contemplaciones el sanchismo ha protagonizado un desembarco masivo que tiene su máximo exponente en el CIS, RTVE, la SEPI y el Ministerio de Asuntos Exteriores. El “capitalismo de amiguetes” ha dado paso al “capitalismo socialista de los amiguetes de Sánchez”. Es lo que tiene el progresismo: que lo soporta todo.
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