¿Y la moral dónde queda?
Jean-Luc Godard, el cineasta más singular de la Nouvelle Vague, decía que «un plano-secuencia es una cuestión moral», aunque otras voces atribuyen a Godard que en realidad la frase que dijo se refería al travelling, en lugar de al plano-secuencia. El significado en todo caso viene a ser el mismo: según como sea el plano, por extensión el montaje, una película puede transmitir una forma de ver el mundo o la contraria. Dicho lo cual.
Dice la socialista Francina Armengol que le sorprende que el PP «no tenga claro aún que el derecho al aborto es un derecho». Lo dice obvio en sentido peyorativo; es decir, dando a entender que el PP tiene una idea facha sobre el particular, lo cual no es del todo cierto si nos atenemos a declaraciones de Alberto Núñez Feijóo –no necesariamente afortunadas-, una vez conocerse lo decidido por un Tribunal Constitucional renovado justito a la medida del PSOE para que así dicte sentencias cocinadas al gusto progre.
Cuando Rodríguez Zapatero aprobó su Ley del Aborto, hace 13 años, el PP presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional, atendiendo a que en su articulado se frivoliza peligrosamente el derecho a la vida. El pensamiento único, y como tal autoritario, venía flirteando desde tiempo atrás en que no era reprochable acabar con la vida del nasciturus, o persona por nacer, es decir, negándole una identidad ya reconocida desde el derecho romano.
Francina Armengol, que ha mutado a vulgar barriobajera en el uso de sus armas dialécticas, lo que pretende es descalificar al contrario, en este caso el PP y por extensión a Marga Prohens, quien por cierto no hace mucho estrenó maternidad, mientras la natural de Inca acude una y otra vez a las descalificaciones porque cree saberse respaldada por una opinión pública anestesiada. Le recomiendo a Lady HatBar leer a Ignacio Sánchez Cámara, allí donde titula El aborto no es un derecho. Seguro no le convencerá todo cuanto dice, porque ya tiene gripado el entendimiento. ¿Gripado? Sí, «tieso, rígido, agarrotado», cuenta la Real Academia Española de la Lengua. Ups! Pero si ella solo habla catalán y apenas entiende un 25% el castellano.
“Algo puede ser permitido sin constituir por ello un derecho», inicia Ignacio Sánchez Cámara. «Hablando con propiedad», continúa, «el aborto consiste en matar el feto en el seno de una mujer. No puede existir un derecho en acabar con la vida de un ser humano. Nunca. Podrá haber casos en que se despenalice o en los que se apliquen circunstancias eximentes de la responsabilidad penal, pero nunca será un derecho. Naturalmente que un Estado puede configurarlo como un derecho, como el nuestro, pero esa será siempre una decisión ilegítima e injusta». Cierra Sánchez Cámara, con esta demoledora conclusión: «Se trata del síntoma, dramático, de una sociedad desquiciada, decadente. No asistimos a la génesis de una nueva moral, que sustituye a la vieja. Asistimos a la agonía de la moral, de toda moral».
Vuelvo al principio. Dice Francina Armengol que le sorprende que el PP «no tenga claro aún que el derecho al aborto es un derecho». Imagino que no hará falta subrayar que tal afirmación viene a constatar que Armengol y sus acólitos se han apuntado alegremente a la agonía moral, de toda moral, convencida ella y los suyos de que es la hora del pensamiento único, de la corrección política, esa que ha venido a sustituir los valores de la izquierda tradicional, una vez extraviadas las propuestas de la socialdemocracia. No le hagan caso, por tanto, cuando ella dice ser una socialdemócrata.
¿Qué significa el derecho? Principios y normas. Simplemente. ¡Principios!, no lo olvidemos. Y la naturaleza de los principios, se corresponde con una inspiración moral a la hora de abordar las normas. Degenerar el derecho y retorcerlo, hasta que se ajuste a intereses bastardos propios de la progresía es completa obscenidad, además de barbaridad, que al parecer la izquierda eleva a su idea simplista del derecho, como acabar con el nasciturus ahora llamado interrupción voluntaria del embarazo. En absoluto son conscientes estos zelotes de andar desmontando principios morales que han inspirado la convivencia durante siglos de civilización y decapitando, claro, los valores hasta convertir su relato en la verdad suprema revelada e indiscutible. «España se está quedando sin moral» es la conclusión de Sánchez Cámara.
También Pedro Sánchez ha hecho un auto de fe alabando el aborto como un derecho de las mujeres, arrullado con el aplauso de sus incondicionales, es decir quienes viven del salario público, única y exclusivamente. Cómo no van a palmearle. Lo grave es vender a la sociedad como un derecho lo que objetivamente se concreta en acabar con la vida de un embrión humano.
Es posible que un porcentaje de la sociedad entienda como una conquista el aborto, en formato barra libre, con el aliciente añadido de ser ahora delito a tenor de lo sentenciado por esta ley el pretender informar a las abortistas de que existen otras alternativas. Me dirán que soy un irredimible facha por decirlo así de claro. Me da lo mismo, porque en conciencia yo sí participo de la creencia de que este Gobierno inaugura una nueva era: que España se esté quedando sin moral. Circunstancia que a lo largo de la Historia de la Humanidad se ha concretado, irreversiblemente, en el fin de la civilización.
Tanto hablamos del miedo que nos da el holocausto nuclear con Ucrania y el pulso con Putin, mientras olvidamos que renunciar a lo moral, nos lleva de igual manera a la desaparición de la civilización tal como la conocemos. Esto nada tiene que ver con la frase de Alfonso Guerra: «¡A España no la va a conocer ni la madre que la parió!». O tal vez sí, lo que lleva a considerar que la deriva de los socialistas, nada menos que se remonta a los años 80.
Seguro que los habrá votando el 28M a Francina Armengol y seguro que les parecerá bien porque es de los míos’. No tendrán en cuenta la pérdida de referentes morales. Ahora, según parece, es el tiempo de creernos a pies juntillas que «el derecho al aborto es un derecho», sin cuestionarse qué hay de cierto en que algo puede ser aprobado sin constituir por ello un derecho.
¿Abortar es un derecho? ¿Y la moral dónde queda? Abortar es matar a un ser humano. Eso nunca lo cambiará que se nos venda como un derecho.
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