Míralos a la cara, Marlaska, y no bajes los ojos
Desde luego, el balance del ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, pasará a la historia por ser el más sectario de nuestra historia democrática, un período negro marcado por una mezquina sed de venganza. Y es que Diego Pérez de los Cobos no es el único militar purgado, aunque en su caso lo será dos veces: la primera, cuando fue destituido de su cargo en la jefatura de la Comandancia de Madrid en 2020 por negarse a informar al Gobierno de una causa judicial secreta, y la segunda cuando, una vez restituido en el puesto por orden del Tribunal Supremo, vuelva a ser cesado. Pero De los Cobos no será, ni mucho menos, el único. Oficiales que se convirtieron en mandos incómodos para el Gobierno y que lo pagaron con su puesto hay bastantes. El general de Brigada Pedro Garrido, jefe de zona en Cataluña, fue destituido por defender la Constitución y la unidad de España en un discurso que desairó a los golpistas. Dijo aquello de «las pretendidas sonrisas revolucionarias se convierten, con más facilidad de la que cabe pensar o desear, en tan sólo el rictus que disimula el odio y la mezquindad, capaz de generar destrucción, dolor y sufrimiento bajo la justificación de la defensa de una causa que la ley no contempla».
Marlaska, genuflexo ante quienes subvirtieron el orden constitucional, le destituyó año y medio después. Pero hubo más: el coronel Manuel Sánchez Corbí, jefe de la UCO, fue fulminado por Marlaska tras advertir a sus agentes que se ha agotado «la caja de fondos de gastos reservados correspondiente a la Unidad Central Operativa, lo cual motiva que no se pueda hacer frente a necesidades económicas derivadas de los gastos propios de funcionamiento de los distintos Departamentos de Investigación y Apoyo». Más reciente fue la destitución del coronel jefe de la Comandancia de Melilla, Jesús Vicente Torresano. Su ‘delito’ fue defender a los agentes de la Benemérita que participaron en las labores de contención del trágico asalto a la valla de Melilla que se saldó con 23 muertos. El coronel se negó a dar pábulo a las exigencias de sanciones que llegaban al Gobierno desde sus socios independentistas.
Otra víctima de Marlaska ha sido el general Manuel Contreras, jefe de la IV Zona de Andalucía de la Guardia Civil y responsable del Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON). Bajo su mando, el Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar se anotó grandes cifras: 4.825 narcos detenidos y 150 toneladas de droga incautada. Marlaska lo fulminó porque había sido designado por el ex ministro de Interior del PP Juan Ignacio Zoido, con quien tuvo una buena relación. Eso le costó el pueblo. Los purgados por Marlaska, militares todos ellos de brillante trayectoria, se fueron con la cabeza alta y la dignidad intacta. Cuando el ministro se vaya lo hará envuelto en la ignominia.
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